Capítulo 12

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Antes de correrse, el muy animal me arrinconó entre la pared más cercana y su cuerpo, duras estocadas maltrataban mi garganta, permitiéndome escuchar nada más que sus gemidos, gruñidos y el sonido húmedo que provocaba cada intromisión

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Antes de correrse, el muy animal me arrinconó entre la pared más cercana y su cuerpo, duras estocadas maltrataban mi garganta, permitiéndome escuchar nada más que sus gemidos, gruñidos y el sonido húmedo que provocaba cada intromisión.

Las lágrimas recorren mis mejillas con insistencia, siento que se me saldrán los ojos en cualquier momento por la falta de aire, pero eso no me detuvo, es más, moví mi lengua para acariciar su piel sensible y tragué cada vez que tenía su verga hasta el fondo de mi garganta, sonriendo complacida al verlo desarmarse de placer, gimiendo, cerrando los ojos y alzando la cabeza, entregándose al placer.

Sí, Rhett Coppola, puedo hacer muchas más cosas de las que te imaginas.

Dediqué mi peor mirada de odio cuando terminó corriéndose, derramando su semilla nada más ni nada menos que en mi corsé, el líquido blanco perdiéndose entre mis tetas y parte del cuello.

— Ups, ahora tendrás que cambiarte.

Sonrió nada arrepentido.

— Rhett eres un idiota — Tomando su mano para ponerme de pie, se me durmieron las piernas por estar en esa posición tanto tiempo— Me gustaba mi elección de ropa, ahora quítamelo.

Volteando hacia él, dándole la espalda.

— Ahora esas perfectas tetas quedarán sólo a mi apreciación.

Dijo entre carcajadas, comenzando a quitar los broches.

— ¡Rápido! Se está derramando.

Apoyando las manos bajo el corsé para sujetar su esencia antes de que manchara también mis pantalones.

— Ah, no seas marica, Aradia, sólo estoy marcando propiedad ¿No era tu perro? No estés adoptando a otros por ahí, no necesitamos más idiotas.

Entregándome la prenda, dio media vuelta y caminó hacia la mesa de noche, acercándose con pañuelos secos, limpiando su propio desastre, observando con atención mis tetas, frunciendo el ceño cada vez que reparaba en mis perforaciones.

— No sabía que las tenías ¿Cuándo? Siempre estoy contigo.

Sonaba más a reproche, maldito celoso controlador.

— Una de las noches que me escapé con Sabina, ella también los tiene.

Hizo una mueca de asco.

— Gracias, ahora esa perturbadora información no me dejará dormir — siguiéndome al baño— ¿Por qué te escapas de noche? No tienes idea de los peligros de los que has tenido suerte de salir ilesa.

Bufé, dando el agua del lavamanos para limpiar mi rostro, agradeciendo utilizar maquillaje aprueba de agua, o ahora mismo estaría cuan payaso.

— No te conté precisamente porque harías un escándalo — limpiando mi pecho ahora, viéndolo muy pendiente del movimiento de mis manos a través del espejo— Sabina es mi jefa de seguridad, iba con ella, nadie puede tocarme sin que ella lo autorice, sabes cómo es de egoísta cuando se trata de mí, además, íbamos prácticamente disfrazadas y con un buen montón de escoltas, no soy tonta, sé que debo cuidarme.

Aradia "La selección" #2 (+21)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora