Capítulo 56

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Desperté atada de los pies anclada a una de las vigas del techo del almacén, los brazos colgando hacia abajo, tenía los oídos abombados por estar tanto tiempo en esta posición, la sangre seca en la parte trasera de mi cabeza, al menos estoy vestid...

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Desperté atada de los pies anclada a una de las vigas del techo del almacén, los brazos colgando hacia abajo, tenía los oídos abombados por estar tanto tiempo en esta posición, la sangre seca en la parte trasera de mi cabeza, al menos estoy vestida, eso es algo bueno, pero me quitaron todas las armas, todas las que ellos vieron, por supuesto, Ardan me mataría si sabe que voy sólo con armas visibles encima.

— Oye tú ¿Te tocó el castigo del día de hoy? — pregunté viendo al único sujeto sentado en la silla frente a la mesa a tres metros de distancia de mí— ¿Es que acaso me subestimaron? ¿Crees que vas a salir de aquí vivo hoy?

— Estás atada, sola — señalando a siete de mis perros amarrados a unos metros de nosotros en el piso— Podría hacer lo que quiera contigo, el jefe viene en camino, María fue por las demás, van a divertirse mucho con tu cuerpo hoy.

Sonreí de lado, negando.

— Eres tan idiota... ¿Crees que soy el Boss sólo por mi cara bonita? — rebuscando en mi brasier, tomando el fierrito de la copa, uno que afilé muy bien y funcionará como cuchillo— Tienen que ser más astutos a la hora de buscar, porque justo ahora voy a matarte.

Balanceándome lo suficiente para doblar mi cuerpo en dos, sujetar la soga y cortarla sin el mayor esfuerzo, cayendo de pie en el pavimento, viéndolo tomar el arma, asustado.

— Yo no haría eso si fuera tú — caminando hacia él— ¿Quieres que te deje medio vivo o acabo ya con tu sufrimiento?

Esquivando una de sus balas ¿Alguien le habrá enseñado a disparar? No podría darle a ningún blanco aunque lo tuviera a dos metros de distancia.

— A-aléjate.

Llegué a la mesa, le quité el arma y sujetando su cabello, le estampé el rostro repetidas veces en la mesa, escuchándolo gritar de dolor, viendo la sangre salpicar la madera, deleitándome con el crujir de sus huesos.

— ¿Creíste que iba a ser tan fácil? Idiota, conmigo no se mete nadie.

Limpiando mi mano en su ropa antes de ir con mis hombres y soltar sus manos, mirándolos mal.

— ¿Quién protege a quién? Perros malos, voy a castigarlos a todos — mirando los autos al interior del almacén— Busquen armas en caso de que aparezca alguien, nos vamos a casa.

— Sí, Boss.

Se levantaron rápidamente revisando los autos como ordene, rápidamente me acercaron a Tacha y las municiones, colgándomelas cruzadas en el pecho, viendo mi móvil destrozado, no podría llamar a Ardan para decirle que estoy bien, debe estar preocupado el pobre.

— Boss, los autos no encienden, les quitaron las baterías.

Avisaron.

— Bien, plan B ¿Alguno tiene móvil?

Aradia "La selección" #2 (+21)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora