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Tal como lo había previsto el capitán, ese día llegaron al archipiélago de las Azores. Aunque el barco no se metió en ningún puerto, lo hicieron detenerse varias horas para ordenar algunas cosas y repasar la ruta de viaje. James, así como los demás, había decidido quedarse en su camarote para no estorbar a la tripulación en sus tareas. No teniendo otra cosa que hacer, intentó comenzar una conversación con Grethel.

-Hay algo que me he estado preguntando desde hace tiempo - dijo rompiendo el silencio-. ¿Cómo hiciste para meterte en el barco sin que te vieran?

Se escucharon unos pasos y luego un golpe sordo en el suelo cerca de la pared. Sin dudas, la chica se había sentado sin mucha ceremonia al lado del agujero.

-No fue muy fácil. En un rincón había varios barriles con agua, destinados a este barco. Lo que hice fue buscar uno vacío, ponerlo junto a ellos y meterme adentro. De ese modo no sospecharían por el peso. Así que los mismos marineros me cargaron hasta la bodega.

James se bajó de la cama y se sentó en el suelo, casi frente a la joven solo que separados por la pared.

-Muy inteligente. ¿Y luego cómo hiciste para entrar en mi habitación?

-Me aseguré de que nadie estuviera por ahí, y salí del barril. Todos los camarotes tenían la llave puesta en la cerradura, así que no fue difícil ocultarme en uno antes de que llegaran los pasajeros. Lo malo es que no sabía cuáles iban a ocuparse y cuáles no. Cuando me di cuenta de que estabas por entrar, me escondí abajo de la cama, rogando que no se te ocurriera mirar allí.

- ¿Eso quiere decir que estuviste todo el tiempo desde que entré? -preguntó James, sin gustarle mucho la idea.

-Exacto, y fue muy difícil no delatarme. Hubo momentos en que quería toser y no podía ¡fue horrible! -exclamó la joven, haciendo ademanes, aunque el chico no podía verla.

-Menos mal que no se me ocurrió desvestirme -comentó James, sintiendo vergüenza.

-Aunque lo hubieras hecho sólo te hubiese visto los pies -explicó-. Pero descuida, tampoco valía la pena espiar a un flacucho como tú.

James se conmocionó con el comentario, mientras Grethel se reía a carcajadas.

-Shh cállate, te va a oír todo el barco -ordenó. Pero luego preguntó en voz baja- ¿De verdad parezco un flacucho?

-No te preocupes, es normal a tu edad -dijo Grethel, aunque no fuese mucho más grande que él-. Ya mejorarás con el tiempo.

Hubo un silencio incómodo por unos minutos, ya que James no sabía cómo responder al asunto. Dándose cuenta, Grethel decidió continuar la charla cambiando de tema. James se aflojó un poco y accedió a hablar, terminando por olvidarse del asunto.

II

Jeff y Angus estaban tomando aire sobre el castillo de proa. El primero ya estaba mejor y había recobrado su sano color de piel. Cerca de ellos estaba Amanda haciendo unos dibujos en su cuaderno. Cuando levantó la vista, Jeff la saludó con la mano, a lo cual ella se acercó.

-Miren lo que ha traído la marea -dijo la mujer con voz amigable, dándole una palmada a Jeff en el brazo-. Tú también has caído bajo la influencia de Poseidón, ¿verdad?

-Así parece, pero ya estoy mejor. ¿A ti te ha enfermado también? -preguntó el hombre con una sonrisa.

-Sólo un poco de mareo y ya. Estoy acostumbrada porque he viajado varias veces.

Jeff asintió, sin saber qué más decir. Temió que la conversación acabara ahí, cuando Angus intervino.

-No sabía que te gustaba dibujar, ¿En qué estás trabajando? Se ve muy bueno.

-Nada de otro mundo, solo unos delfines. No soy especialista en fauna marina, pero igual son animales que me encantan.

-¿Puedo verlo? -pidió Jeff, con un poco de timidez.

-Por supuesto -accedió ella, y le entregó su cuaderno.

Jeff se quedó hojeándolo un rato y se lo devolvió. Aun no tenía muchos dibujos, así que fue rápido.

-Son fantásticos. De verdad tienes talento.

-Gracias. Me pasaba tardes enteras dibujando en el museo, así que sirvió de algo -respondió con una sonrisa que dejó a Jeff embobado.

Luego de eso, ambos se quedaron en silencio, como si algo les impidiera seguir hablando. Angus se dio cuenta de que era el tercero en discordia, así que decidió regresar abajo para ponerse a estudiar un poco, y quizá si encontraba a Ágatha podría pasar el rato con ella. Cuando ya había caminado unos pasos, se volteó y vio que Jeff y Amanda reanudaban la charla.

La Isla de los CristalesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora