Arkan y Grethel habían ido hacia el comedor del barco. Él tomó asiento y pidió algo de tomar, mientras ella se sentó al frente con los brazos cruzados.
—Antes que nada, quería decirte que lamento no haberte dado mucha atención durante estos años. Las circunstancias me obligaron a alejarme, pero no tengo excusa para no haberme comportado como un buen padre. También te pido perdón por si reaccioné con mucho enojo cuando te descubrí a bordo. Lo que dije e hice no fue con mala intención, pero sí fue motivado por otra cosa —declaró Arkan, serio pero relajado.
—No entiendo —dijo Grethel ladeando la cabeza.
—Se suponía que no deberías estar aquí porque debo hacer algo muy importante en este viaje. Algo que el resto no sabe ni tiene que saber. Ese asunto pone en riesgo mi vida, y ahora también la tuya.
— ¿Qué debes hacer? —preguntó la chica con mala espina.
—Si bien estoy bajo las órdenes de la Universidad de Cleverville, también trabajo para otra persona que me pidió llevar a la isla algo muy importante.
— ¿Qué es esa cosa tan importante? ¿Por qué nadie puede enterarse? Y ¿Quién es esa otra persona? —siguió interrogando Grethel.
—No puedo decirte mucho. Mientras menos sepas, mejor. Sólo puedo contarte que mi otro jefe no es muy bien visto en la Universidad.
—Bueno, no te preguntaré más. No me parece muy honesto de tu parte tener dos trabajos que se contrapongan, pero es tu vida. Yo tampoco soy la persona más honesta del mundo.
Los dos se quedaron callados un rato, pero se notaba que Arkan quería decir algo, aunque no se atrevía a hacerlo. Grethel lo notó y le preguntó si tenía que decirle algo más.
—Sí hija, debo pedirte un favor —dijo pasándose la mano por su careza rapada, aunque ya no lo era tanto porque el cabello había comenzado a crecerle de nuevo.
—Dime, pero no prometo nada —dijo con brusquedad.
—Cuando estemos cerca del norte de la isla, abandonaré el barco para continuar con mi misión. Pero no quiero dejarte sola aquí, entre marineros desconocidos. Quiero tenerte lo más cerca posible, por tu bien.
— ¿Me estás pidiendo que te acompañe? —preguntó Grethel con mirada interrogadora.
— Sí, ¿lo harías? —rogó Arkan, esperanzado.
—Pero... James y Margaret... no podría dejarlos —dijo bajando la cabeza con tristeza—. Y además, el que me pidas hacer algo juntos no va a hacer que empiece a quererte.
—En cuanto a tus amigos, estarán bien. Puede que te extrañen, pero volverás a verlos pronto. Respecto a lo otro, no te estoy pidiendo que me quieras. Tómalo como oportunidad para conocer cosas nuevas y hacer algo importante.
—Lo pensaré. Solo que no te ilusiones.
Arkan asintió con sequedad, pero conforme con la respuesta de Grethel. Con eso dieron por terminada la charla, y salieron del comedor como si nada. Grethel regresó a la cubierta, a esperar a los dos jóvenes. Se puso a reflexionar en la petición que su padre le había hecho, y se dio cuenta de que no se mostraba muy honesto. En el diario de Wilson había leído sobre unas personas que estaban haciendo algo malo en la isla. ¿Y si su padre estaba trabajando para ellos? Ya no le parecía una idea tan buena. En cuanto llegaran Margaret y James, hablaría con ellos para ver cómo resolver la situación. Tampoco le atraía la idea de pasar tiempo con su padre, ya que apenas lo conocía. Mientras miraba el horizonte hacia la isla, su mente se iba llenando de más y más dudas.
No pasó mucho tiempo hasta que Grethel se dio cuenta de que algo andaba mal. Margaret y James le dijeron que iban a tardar cosa de una hora en volver con ella, pero habían pasado dos horas sin que lo hicieran. Trató de no hacer conjeturas al respecto, así que fue al comedor a por algo de comer. Al entrar al lugar, se sintió muy sola. Era la única pasajera mujer que había quedado a bordo; el resto eran marineros.
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La Isla de los Cristales
AdventureA finales del siglo XIX, un grupo de académicos es sorprendido por una misión atípica: tendrán que dejar sus cómodos trabajos en la universidad para explorar una isla lejana y desconocida. Sin embargo, desde el principio tienen sospechas de que no t...