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La marcha, lenta pero constante, continuó hasta el mediodía. Todos estaban muy fatigados y les faltaba el aire, debido a que la humedad lo impregnaba todo. El terrible calor que hacía no encontraba vía de escape entre la frondosa vegetación. Por fin, Edgard tocó un silbato para indicar que se detendrían. El grupo se desarmó y comenzaron a depositar el pesado equipaje en el suelo.

—Qué bien que paramos a descansar. Ya me estaba cocinando al vapor —soltó Ágatha sentándose en el suelo.

—Sí, pero no te sientes aún. Pondremos algo por si hay piedras o espinas. O insectos —dijo Angus conteniendo una sonrisa y ofreciéndole la mano para que se pusiera de pie. En cuanto lo hizo, Jeff sacó una gruesa tela enrollada de su mochila y la tendió en el piso. Amanda fue la primera en sentarse y comenzó a sacar de su mochila algo para comer. Cuando todos estuvieron sentados, le repartió a cada uno la ración del almuerzo.

Comieron en silencio y rápido, suponiendo que Edgard ordenaría retomar la marcha en cualquier momento. Y así fue, porque a los pocos minutos ordenó:

— ¡A sus puestos! ¡Reemprendemos viaje!

Para no aburrirse, Angus siguió tomando notas sobre los alrededores. Apenas pudo escribir un par de detalles sobre la geología del lugar, pero sí logró detallar el itinerario que seguían. Ágatha cada tanto espiaba lo que escribía, pero no aportaba ni preguntaba nada. Jeff caminaba unos metros más adelante junto a Amanda. No parecía atento a lo que pasaba a su alrededor, ya que estaba muy inmerso en la conversación que tenía con ella. A veces se los escuchaba reír a un alto volumen, mientras que otras cuchicheaban por lo bajo.

— ¿Qué opinas de esos dos? —le preguntó Ágatha a Angus, señalando hacia adelante.

El hombre no le respondió enseguida, ya que estaba terminando de escribir una frase. Cuando lo hizo, cerró su libreta y le dirigió a su amiga una rápida mirada.

—No lo sé, la verdad esas cosas me dan igual.

— ¿No te interesa Jeff, o no te interesan las parejas? —preguntó la mujer con el rostro divertido.

Angus frunció el ceño, incómodo con el tema.

—Por supuesto que me interesa Jeff. Las cosas románticas son las que no me interesan —largó de forma terminante.

—Entiendo. De todos modos, te preguntaba sobre Jeff y Amanda —aclaró la mujer, con una sonrisa. Angus se relajó un poco, pero quedó avergonzado por el malentendido.

—En ese caso, solo tengo una opinión: espero que a Jeff aún no se le ocurra proponerle matrimonio.

— ¿Por qué dices eso? —cuestionó extrañada por el comentario.

—Si bien hace mucho que se conocen, solo hace tres meses que entraron en confianza —respondió Angus, volviendo a abrir su libreta.

—Eso no tiene nada de malo. Tienen tiempo de sobra para conocerse. Además, han interactuado a diario —argumentó con firmeza.

Ágatha se tomó una pausa para mirar a su alrededor y despejar un poco la mente. Cuando pensó en continuar su idea, vio que Angus había vuelto a abstraerse en sus anotaciones. Pero la falta de interés de su compañero no le impidió hablar.

—Quién sabe la cantidad de tiempo que nos quedaremos aquí. ¿Un mes? ¿Tres meses? Creo que eso es más que suficiente para concretar una relación.

—Como digas —contestó Angus de forma neutral—. Solo pienso que Jeff aún no está preparado para tomar la responsabilidad. Pero por supuesto deseo que lo esté pronto.

Ágatha se quedó pensativa, sin nada que agregar. En realidad, de alguna forma ella pensaba lo mismo que Angus, solo que se había apresurado mucho a defender su postura. De repente se había quedado sin ganas de hablar, así que contempló en silencio la naturaleza que los rodeaba. Con la mente en frío, se dio cuenta de que muchas de las plantas que había observado hasta el momento le eran totalmente desconocidas. Esto la hizo pensar también en lo que Angus le había contado sobre la conversación con Edgard. ¿Qué misión secreta podría ser más importante que descubrir nuevas especies y marcar un hito en la comunidad científica?

La Isla de los CristalesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora