Ágatha despertó con un intenso dolor en el cuello. Su cabeza estaba reposando sobre la mesa, sus brazos colgando junto al cuerpo y la espalda doblada en un ángulo complicado. Gimió al intentar enderezarse, acción que le llevó tiempo porque tenía todos los músculos entumecidos. Luego de que las vértebras le crujieran al recuperar su posición original, la mujer soltó una expresión de asco: al dormir con la boca abierta, la saliva había encontrado un paso libre hacia la mesa. Se limpió la boca y la barbilla con un pañuelo, agradecida de que nadie la hubiese visto. Lo mismo hizo con el pequeño charco que se había formado sobre la mesa. Luego se puso de pie y se estiró como un gato, haciendo crujir los brazos y la espalda.
Caminó a paso lento hacia el lavatorio, donde se lavó la cara en una palangana y arregló su enmarañado pelo. Al concluir, se acercó a la cama donde dormía la muchacha rescatada, y se puso a observarla bien. Aunque era de estatura más bien baja, su cuerpo no parecía tan débil como lo había visto la noche anterior. Estaba muy delgada, sí, pero su contextura era la de alguien acostumbrado a hacer ejercicio. Le calculó unos dieciocho años, aunque su país de origen podría ser cualquiera de Europa o América. Ahora se le notaba mejor el color tostado de su piel, ya que la noche anterior estaba muy pálida debido a la hipotermia. Ágatha estaba admirando el hermoso color cobrizo del cabello de la joven, cuando llamaron a la puerta.
—Buen día, señorita Hamilton, ¿Cómo ha estado todo por aquí? —saludó Edgard amablemente. Había acudido junto al médico para que revisara a la chica.
—Bien, pero no ha despertado todavía. Sí la noté más hidratada y descansada —respondió la mujer. Se hizo a un lado para dejar que el doctor Phillips entrara y se acomodara. Edgard se quedó en el umbral de la puerta.
—Agradezco mucho su disposición, así como la de la señorita Wells. Será de gran ayuda que una de las dos se encuentre junto a la muchacha cundo despierte.
—Es un gusto poder ayudar —dijo Ágatha con una sonrisa —. De seguro estaremos allí.
Edgard sonrió en respuesta y se fue de nuevo a sus tareas, prometiendo volver más tarde. El médico ya estaba abriendo su maletín y seleccionando los instrumentos que iba a utilizar.
Ágatha cerró la puerta y se sentó en la silla, observando cómo trabajaba el médico. Este tomó un estetoscopio y se puso a escuchar la respiración y los latidos de la chica. Luego observó sus pupilas y le palpó los ganglios. Por último, tomó su temperatura.
—Esta muchachita está casi recuperada. Ya no tiene fiebre, su corazón marcha bien, no hay señales de ninguna infección y parece que no hay agua en sus pulmones. Es toda una luchadora —comentó mirando a su paciente con dulzura. Luego posó su vista en la mujer—. Tendrá que estar atenta porque va a despertar en cualquier momento.
Dicho esto, guardó todo en su maletín y se retiró. Ágatha se sentó a los pies de la cama y masajeó su estómago al escuchar que hacía ruidos.
—Me parece que alguien tiene hambre —dijo para sí, soltando una risita —. Espero que Amanda venga pronto a reemplazarme así voy a desayunar.
II
Un haz de luz solar se coló por la ventana, dando de lleno en la cara de James. Se despertó y abrió sus ojos, pero los volvió a cerrar porque la luz lo cegaba. Tapó la cara con sus manos y se sentó de golpe. Cuando recuperó la visión, hizo a un lado las sábanas y se puso una camiseta sin mangas. Completó su vestimenta con una camisa, un chaleco y unos pantalones azul oscuro. Se puso los zapatos y rodeó su cuello con una bufanda, puesto que la temperatura era baja por las mañanas. Estaba por irse al comedor a desayunar, pero se detuvo y tocó la puerta de Grethel. Al esperar tanto tiempo, pensó que ya se había ido. Se vio tentado a golpear la puerta de la chica desconocida, aunque combatió el impulso y se quedó en el lugar. Grethel abrió la puerta y miró al joven con cara de dormida. Lo revisó de arriba abajo sin siquiera decir hola. Tenía el pelo desarreglado y restos de lagañas en los ojos.
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La Isla de los Cristales
AventureA finales del siglo XIX, un grupo de académicos es sorprendido por una misión atípica: tendrán que dejar sus cómodos trabajos en la universidad para explorar una isla lejana y desconocida. Sin embargo, desde el principio tienen sospechas de que no t...