Cuando faltaba poco para el amanecer, Puali los hizo detenerse frente a una hondonada. En el fondo se destacaba una enorme abertura en la roca, llena de árboles a sus costados. Se trataba de la Gruta Mayor, y el nativo decidió parar allí para descansar e investigar el lugar. Luego de atar los kakapos a un conjunto de árboles, ingresaron en la caverna. Esta tenía una entrada similar a la gruta donde fueron Angus y los demás, pero cuatro veces mayor. Una serie de túneles la conectaba con otras galerías, algunas más pequeñas y otras más grandes, pero lo más impresionante era la galería principal. Estaba dispuesta en bajada, con unas estalactitas y estalagmitas del grosor de troncos, y entre ellas algunos restos de cristales rotos. No encontraron ninguno grande en buen estado, lo mismo que les había pasado a Edgard e Ikaia.
—Este lugar ser hermoso antes —se lamentó Puali mientras acariciaba la carcasa de un cristal gigante.
—Se nota que han arrasado con todo. Qué horror —observó James.
— ¿Para qué querrían vender todo ese líquido? ¿Cómo arma? —preguntó Grethel, que estaba algunos metros detrás.
—Posiblemente. Le encontrarían mil y una aplicaciones para la guerra. Ya escuchaste lo que nos contaron del poder que tiene. Será muy codiciado si sale a la luz —respondió James.
—Miren, ¡aquí hay algunos intactos! —exclamó Margaret, que estaba en cuclillas en un rincón. En seguida sus amigos acudieron a ver.
Se arremolinaron junto a ella y vieron en el suelo unos pocos cristales pequeños, iguales a los que había en la entrada de la otra gruta.
—Fantástico —expresó James, agachándose y tomando un puñado. Luego de observarlos con atención se los guardó en el bolsillo.
— ¿Estos sirven? —preguntó Grethel, bastante recelosa de tocar los cristales.
—Tienen el líquido, aunque según Angus su duración es menor a la de los cristales grandes —respondió Margaret, poniéndose de pie—. Si les hubiesen sido útiles a los kozuga, se los habrían llevado.
Luego de darle un rodeo a las cavernas sin encontrar nada interesante, salieron para comer algo. El cielo comenzaba a encenderse de rosado y naranja, y los animales de la selva empezaban el día haciendo una diversidad de ruidos. James se quedó mirando con interés a un gran lagarto que estaba esperando el sol sobre una roca. En su mayoría era verde grisáceo oscuro, pero tenía algunas pintitas rojas y amarillas en el lomo. Su cabeza poseía una cresta mediana y puntiaguda, que iba descendiendo hasta llegar a la cola como si fuese una cadena de montes. Grethel también vio al animal, y quiso darle algo de comer. Su forma no fue la adecuada, ya que tomó un plátano y se lo arrojó, dándole en la cabeza. El lagarto huyó despavorido, dejando un surco con la cola en los lugares donde había tierra.
— ¿Qué hiciste? ¡Lo estaba observando! —espetó James, irritado.
—Lo siento, quería compartirle mi comida. No medí bien la fuerza — respondió Grethel, sin un gramo de culpa.
—Ni siquiera sabes qué es lo que come —siguió reprendiéndola.
—Lo que sí supe es que se comió bien mi golpe —dijo la chica riéndose.
James tomó aire y meneó la cabeza, tratando de olvidarse del asunto. Se concentró en comer su escueto desayuno, compuesto de un plátano, un poco de pan y agua de coco.
Minutos después retomaron la marcha, con el sol dándoles de frente. Aún les faltaban un par de horas para llegar a destino.
II
—La verdad, es la primera vez que no se me ocurre nada —dijo Edgard, muy preocupado. Estaba parado en la entrada de su tienda, afilando su cuchillo.
![](https://img.wattpad.com/cover/314457176-288-k85121.jpg)
ESTÁS LEYENDO
La Isla de los Cristales
مغامرةA finales del siglo XIX, un grupo de académicos es sorprendido por una misión atípica: tendrán que dejar sus cómodos trabajos en la universidad para explorar una isla lejana y desconocida. Sin embargo, desde el principio tienen sospechas de que no t...