Cap 14: ~Matrimonio~

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"SUHAILA"

10 de febrero de 2003

El mundo se me cae encima y mis manos no dan abasto para sujetarlo. «Dentro de dos semanas te casas». Las palabras de Farid retumban en mi cabeza, produciéndome escalofríos y pesadillas aún estando despierta. Solo tengo diez años, ¿cómo me voy a casar ya? Es demasiado precipitado. ¡No puede ser tan pronto! Sabía que mi padre querría proponerme en matrimonio mientras fuera joven, pero creía que iba a ser más tarde. Justo ahora es lo que menos esperaba. Hassan acaba de fallecer y lo único que piensa es en la boda y en deshacerse también de mí. ¿Por qué? ¡Ya Allah! Estoy entrando en pánico. Ni siquiera sé cómo funciona un matrimonio. No recuerdo como se trataban mis padres antes de que mamá muriera. Era muy pequeña. ¿Qué se supone que tengo que hacer cuando me case? ¿Y quién va a ser mi marido? Lo único que me ha contado es que es un tal Rayhan, el hijo de un amigo suyo, que tiene unos treinta años. No tengo ni idea de quién es. No le conozco ni le he visto nunca antes, pero ¡con esa edad podría ser mi padre! Yo no quiero casarme con un hombre tan mayor. Pero no es lo único que me preocupa. ¿Cómo voy a casarme con alguien que no conozco? El matrimonio es para toda la vida. ¿Y si no le quiero y tengo que estar con él hasta que me muera porque es mi marido? Me estoy agobiando. ¿Tendré a mis hijos con ese hombre? No quiero ni imaginarlo. ¿Por qué me obliga a hacer algo así? ¿Y qué pasa si me opongo? ¿Se casarán todas las mujeres con el hombre que elige su padre para ellas? Me aterra la idea. No puedo dejar de pensar en si realmente esto es malo o bueno. No sé diferenciar. No sé qué es lo correcto ni cómo debo sentirme. ¿Alegre porque me voy de esta casa o aterrada por casarme con diez años con un hombre mayor que yo? Esta situación me resulta extraña y muy difícil de asimilar. Si me voy con ese hombre significará alejarme del maltratador de mi padre, no verle nunca más o al menos no todos los días. Pensar en esa opción es justo lo que me hace feliz, lo que me da alas hacia otra parte que no sea el cementerio. Estando con Rayhan no podrá volver a tocarme, ni a abusar de mí, ni pegarme. Dejaré de ser suya a costa de pertenecer a otro hombre. Si esto sucede, Farid ya no podrá hacer nada conmigo. Pero ¿y si Rayhan es igual? ¿Y si él también intenta violarme? ¿Se comportarán todos los hombres como Farid y seguiré recibiendo palizas? «No creo que todos sean así. Mira Jamil, es un hombre maravilloso», me respondo automáticamente. Intento pensar con claridad y analizar los pros y contras, pero cuánto más lo hago más oscuro veo todo. Jamil es el hombre que toda mujer desearía tener. Amable, apuesto, respetuoso, fuerte, con un buen trabajo… No entiendo por qué aún no está casado. Ojalá hubiera sido él mi padre y mi futuro marido se parezca, aunque sea un poco, pero tengo que aprender que no todo el mundo es tan bueno como él. Es increíble lo mucho que ha cuidado de mí todos estos años. Y de mamá y Hassan. Siempre le voy a estar agradecida. Quizá debería preguntarle su opinión sobre este matrimonio, aunque a lo mejor ni siquiera sabe aún que me voy a casar. ¿Cómo se tomará la noticia cuando se entere? Supongo que en algún momento Farid se lo contará y le invitará a la boda. La boda. Llegan de nuevo decenas de preguntas sin respuesta. ¿Cómo será? ¿Dónde? ¿Qué día exactamente? ¿Quiénes vendrán? Nunca he ido a ninguna y no tengo ni la menor idea de qué se hace en una boda. ¿Será algo así como una celebración donde se come mucho y se habla aún más? Tendré que esperar unas semanas para descubrirlo. 
   
Escucho la última llamada al rezo. ¡Oh, no! ¡Tengo que empezar a hacer la cena! He pasado todo el día sola en mi habitación y no me he dado cuenta de la hora que era. Los niños han estado con unos amigos jugando en la calle y Farid no sé dónde estará, pero esta mañana, después de la noticia, salió y aún no ha regresado. Pongo a calentar el agua para hervir el arroz y, cuando salgo al pasillo con el mantel en la mano para preparar la mesa, veo a Abdul y Jael sofocados tras haber ganado un partido de fútbol. Entran a casa corriendo y dando saltos de alegría. Me quedo mirándolos desde la puerta de la cocina y pienso: ¿algún día seré tan feliz como ellos?

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