Cap 25: ~El significado de ser hombre~

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"RAYHAN"

12 de mayo de 2005

Si me hubieran dicho hace unos años que me iban a respetar tanto solo por cambiar de actitud con mi mujer, lo hubiera hecho mucho antes sin pensármelo dos veces. Desde que les conté a mis compañeros de trabajo, hace ya varios meses, que había dado el gran salto con Suhaila y que ahora era yo quien tomaba el mando en la relación, el mundo cambió para mí. Ahora me adoran, me tienen en un pedestal y ¡hasta me piden consejos sobre qué hacer con sus esposas! Soy como un rey para ellos. Gracias a esto he ganado confianza en mí mismo. Ya no soy el joven inseguro que iba a trabajar con miedo, al que le aterrorizaba la idea de ser menos que el resto. Sé que puedo conseguir todo lo que quiera y que nadie me va a parar. Me dirijo hacia el salón y cojo a Suhaila de la mano. La arrastro hasta el dormitorio y la desnudo como cada día.
   
—Este es mi regalo por todo lo que he trabajado esta semana. Me merezco este momento de paz y placer —le explico—. Yo hago todos los días muchas cosas por ti y no las valoras. Trabajo, mantengo a la familia y cuido de vosotras. Tú a cambio no haces nada. Así que lo único que te voy a pedir es que no grites. No quiero que los vecinos escuchen tus asquerosos lloriqueos de adolescente, que luego vienen preguntando qué ha pasado y me toca dar falsas explicaciones. ¿Entendido? —le dejo claro a Suhaila. 
   
Ni siquiera me mira a los ojos. Introduzco mi miembro en su vagina y empiezo a sentir el placer de la vida. Tras unos minutos en su interior, necesito más. Más. Y más. Y más. La pongo a cuatro patas y mi pene entra con dificultad en su ano. Está algo cerrado y Suhaila no puede reprimir soltar un gemido doloroso por su boca. La abofeteo. Me aprieta. Me gusta. Me excita. Me pone cachondo. Le agarro del pelo. Le toco las tetas y me corro en menos de dos minutos. Caigo rendido en la alfombra y dejo escapar un suspiro de alivio.
   
—Madre mía, estoy exhausto. Esto sí que sabes hacerlo bien, no como todo lo demás. Al menos sirves para algo. ¡Venga! ¡Ve a hacer la cena mientras yo me recupero! Y límpiate un poco, ¡que da asco verte!

Suhaila se marcha arrastrándose y sollozando lamentablemente. Como le gusta exagerar, de verdad. Qué débil es. Qué débiles son todas. Por estas cosas una mujer nunca le llegará a un hombre ni a la suela de los zapatos.

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