Cap 59: ~Adiós, amor mío I~

1 0 0
                                        

"SUHAILA"

1 de febrero de 2011

La cabeza me va a estallar. ¡Han matado a la hija de Lizzeth! ¡El Bulldog y su pandilla la han matado! Es muy fuerte. Estoy en shock. No soy consciente de lo que acaba de pasar. Esto es terrible. No se puede aguantar más esta situación. ¡Van a acabar con nosotras! Estoy rabiosa, enfadada, triste… Sobre todo porque he tenido que dejar sola a Lizzeth en el baño, llorando por la pérdida de su hija, por tener que volver al trabajo. Ahora mismo se debe sentir más sola que nunca y yo tendría que estar a su lado apoyándola, no follando con un cliente. Cómo sabía que el Obispo tenía otros planes para mí… Qué desgraciado. No me deja ni un respiro. No puedo pensar en otra cosa que no sea en ella. No me quiero imaginar cómo estaría yo si hubieran matado a mi hija. ¿Y si también la matan a ella? ¿Me llegará a mí también una carta mañana con esa fotografía? ¡No! ¡No! ¡No! Nadie va a matar a Zaida, ¡nadie! No lo voy a permitir. Si la matasen me volvería completamente loca y pagaría con la misma moneda a quién lo hubiera hecho. Lo tengo clarísimo. Ella es mi vida y sin su existencia nada tiene sentido. 
   
—Oye, ¿me estás escuchando? —me pregunta el cliente—. Parece que no estás atenta a lo que estamos haciendo. Voy a tener que poner una queja. Baja y chúpamela ahora mismo. 
   
«¡Claro que no caballero, claro que no le estoy escuchando ni estoy atenta a tu maldito rabo! ¡Acaban de asesinar a la hija de mi mejor amiga y no sé si van a matar a la mía también!» Me encantaría decirle todo esto a la cara y largarme con Lizzeth, pero tengo que acatar las normas. Qué cansada estoy de callarme siempre, ¡coño!
   
—Perdone, señor, no volverá a ocurrir. —Deslizo mi boca por su abdomen y acerco la lengua a su pene. Está erecto. Comienzo a chupárselo y me lo meto hasta el fondo de la garganta, provocando una ligera arcada. Afortunadamente, no sale nada. Podría haberle vomitado encima. Meneo las manos en todas las direcciones posibles, cada vez con más intensidad. Solo pienso en terminar cuanto antes para ver de nuevo a Lizzeth. No veo nada más allá de los pelos rizados que tengo frente a mis ojos. Tengo que pensar. ¿Qué puedo hacer para salvar a Zaida? ¡Necesito volver a saber de ella y asegurarme que estará bien! No puedo ponerla en peligro. El cliente se mueve unos milímetros a la izquierda sacando su pene de mi boca y, sin previo aviso, se corre en mi cara. Era justo lo que necesitaba en estos momentos. El día no puede ir a peor… 
   
Por culpa de este gilipollas, ahora me toca limpiar la corrida que me ha acabado cayendo por la minifalda. El próximo cliente no puede verme con la ropa manchada y la cara hecha un asco. Subo a la habitación, cojo un nuevo modelito y voy de nuevo al baño. Aprovecho la ocasión para ver a Lizzeth y poder hablar con ella. ¿Seguirá allí? Cuando entro no puedo evitar gritar. 
   
—¡AAAAAAAAAAAAHHHHHHHHHHHHHHHHH! —Ya Allah, Ya Allah. Esto no es real. Esto no es real. 
   
La ropa se me cae de las manos. Me quedo inmóvil, paralizada, contemplando este escenario tan aterrador. Lizzeth está colgada de una cuerda que le oprime el cuello. ¡Joder! Tengo que darme prisa. Tengo que soltarla, pero en cuanto le toco la cara comprendo que ya es demasiado tarde. Está helada y no respira.

~ Una Más ~ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora