Cap 49: ~Desesperanza~

1 0 0
                                    

3 de agosto de 2008

—El tratamiento para vuestro hijo es carísimo. Estamos ante una enfermedad bastante rara, de la que aún no se han realizado muchos estudios, de modo que los pocos que han investigado cobran una verdadera fortuna por la medicación. Pensad que esto le pasa a 1 de cada… 
   
La interrumpo. 
   
—¿De cuánto dinero estamos hablando? —pregunto. 
   
—Necesitaréis solo para él unos seis mil euros al mes —nos dice la doctora. 
   
Esta era la peor noticia que podíamos recibir. El mundo se nos cae encima cuando escuchamos esa exorbitada cantidad. ¿Pero de dónde vamos a pagarlo? Yo gano unos dos mil euros al mes, pero Ana solo mil. Entre los dos juntamos la mitad de lo que se necesita para la cura y tenemos que pagar la hipoteca de la casa, los dos coches, la luz, el agua, el gas, la comida… Podríamos irnos a vivir a casa de mis padres, pero igualmente no tendríamos ni para empezar. Es imposible. Inviable. Otra opción es cambiar de trabajos… pero ¿dónde vamos a encontrar mejores de los que ya tenemos? Esto no nos puede estar pasando a nosotros… 
   
—¡No podemos pagar ese dinero, y menos mensualmente! —le dice mi mujer atacada. 
   
La conozco desde hace muchos años y sé que se está poniendo demasiado nerviosa. Entra en pánico cuando no sabe qué hacer y todo parece desmoronarse. 
   
—Tranquilízate, Ana, por favor. Seguro que hay una solución, ¿verdad, doctora? —intento calmarla. 
   
Nos mira sin muchas esperanzas. 
   
—Siento deciros que no hay otra solución. Sé que es un tratamiento caro, y soy perfectamente consciente de que no todo el mundo puede permitírselo, pero tengo que seros totalmente sincera y contaros las cosas tal cual son. No puedo mentiros en esto ni daros falsas ilusiones. La mejor oportunidad que tiene vuestro hijo es con este fármaco, pero las farmacéuticas se aprovechan de estas enfermedades e inflan los precios. Es muy injusto que no haya ningún tipo de ayudas para familias como la vuestra.
   
Sentimos un tremendo golpe de realidad, que hasta ahora había estado condicionado por la incertidumbre de lo que pasaría en esta consulta. Ana me mira con lágrimas en los ojos y las mías también empiezan a caer. Nuestro hijo se muere en nuestras narices y no podemos hacer nada para evitarlo.

~ Una Más ~ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora