"FARID"
3 de febrero de 2003
Mil. Dos mil. Tres mil. Uf. Por más cálculos que hago, las cuentas no salen. Solo tengo sesenta mil riales. ¡Eso es la mitad de lo que le debo a Karim! He tenido que sacar billetes hasta de debajo de las piedras y, aún así, es insuficiente. Hoy es el último día de pago y me ha sido imposible conseguir más dinero, pero tengo un trato que le puede interesar bastante. Llevo varios días pensando en ello y creo que es lo mejor, tanto para él, como para mí. Espero que acepte la propuesta, porque sino iré directo al hoyo. Termino de prepararme, sin olvidar la jambiya por lo que pueda pasar, y salgo de casa con el dinero escondido debajo de la ropa para que nadie sospeche ni pueda ser visto. Conforme están las cosas últimamente, si alguien sabe que debajo de la túnica llevo sesenta mil riales, son capaces de pegarme navajazos hasta llevarse el último billete. Camino rápido por las calles de Saná, sin mirar a la gente a los ojos ni deteniéndome a hablar con nadie. Me acerco a la gasolinera donde quedamos siempre y allí lo encuentro, esperándome a lo lejos. Hoy ha llegado más pronto aún. Se nota que está angustiado por no conseguir el dinero. Karim es un hombre muy cuadriculado. Todo tiene que ser cómo, cuándo y dónde él quiera. Está acostumbrado a conseguir siempre lo que se propone y cuando las cosas no salen bien se transforma en otra persona totalmente distinta. Hay una larga fila de coches pasando a toda velocidad por la carretera que nos separa. Cuando la calzada se despeja, cruzo casi corriendo hasta llegar a la gasolinera y Karim me dirige automáticamente a la parte trasera.
—¿Has traído el dinero? —me pregunta.
—Sí, aquí lo tienes, pero tengo que hablar contigo sobre un asunto que te puede interesar. —Le tiendo en la mano el fajo de billetes naranjas, azules y marrones.
Su enfado va creciendo a medida que termina de contarlos.
—Farid, ¡aquí solo hay sesenta mil riales! ¡Me debes ciento veinte mil! —Se enfurece.
—Lo sé, lo sé. Tranquilo. Vamos a hablar, siéntate aquí. —Le guío hasta el bordillo.Si algo me caracteriza es mi poder de convicción. Mi padre me enseñó que si quiero conseguir que una persona haga lo que yo quiero, he de llevarlo por el camino que a mí más me convenga convenciéndole de que es lo mejor para él.
—El ex militar ha muerto y no podrá pagarme el dinero que me debe. —Por fin me atrevo a confesárselo—. Siento no habértelo dicho el otro día, te vi tan enfadado que no me atreví. Estos sesenta mil riales que te he dado ahora los tenía ahorrados por si había algún imprevisto. —Miento—. No puedo conseguir el dinero que falta ahora mismo, pero he pensado en colarme en su casa esta noche e intentar buscar dónde están las armas para volver a venderlas. Saldríamos ganando, porque tendríamos los seis mil rieles y todas las armas en nuestro poder. Vivía solo, así que no creo que suponga mucho problema entrar. Nadie se dará cuenta, estoy seguro —sugiero.
—¡Eso no me vale, joder! —Que hombre tan exigente. No se conforma con nada—. ¿A ti te parece esto normal? Sabes todo el aprecio que te tengo, pero me estás obligando a matarte, Farid. ¿Es lo que quieres? Estoy siendo demasiado bueno contigo. Si fueras otro ya llevarías enterrado varias semanas. ¡Esto no puede ser! ¡NO PUEDE SER! —alza la voz y da vueltas en círculo. Está claro que no quiere matarme, pero no le estoy dejando otra elección. Soy consciente de ello.Sabía que no se iba a conformar con volver a buscar las armas, así que hay que aplicar el plan B. Lo he estado estudiando a fondo durante los últimos días y es perfecto.
—Está bien, está bien —digo calmando la situación—. Tengo algo mucho mejor. A esto no me puedes decir que no. —Me mira extrañado—. ¿Qué tal si te doy a mi hija a cambio de esos sesenta mil riales que te debo?
Se queda sorprendido e inmóvil.
—¿Cómo que me das a tu hija? No te entiendo, Farid. —Se extraña.
—Tu hijo Rayhan siempre ha sentido una tremenda debilidad por Suhaila, ¿no es cierto? ¿Te acuerdas cuando era más pequeña y me comentabas que te había dicho que le encantaba su cuerpo y su mirada tentadora? —pregunto.
—Sí, claro, de hecho, muchas veces pasa por tu casa para ver si la ve. Él sigue claramente enamorado de ella, aunque me lo niegue cada vez que le intento sonsacar información sobre su vida.
Perfecto. Todo está saliendo como esperaba.
—¿Aceptarías que mi hija se casara con Rayhan a cambio de la deuda?
Mi pregunta le deja aturdido. Tengo que seguir dándole razones para convencerle.
—Piensa que si tú quisieras casar a tu hijo con Suhaila tendrías que pagarme por ella. Ahora es el momento y la ocasión perfecta para hacerlo. Tú no me pagas nada y nos olvidamos de la deuda. Ambos salimos ganando.
Veo que no termina de entender lo que le estoy queriendo decir.
—Si no lo hacemos ahora quizá llegue otro hombre que me ofrezca más por ella y Rayhan ya no podrá estar nunca con Suhaila. —Lo pongo al límite.
—¡Joder, Farid! Es muy buena oferta, pero tengo que pensarlo. —Por fin se pronuncia—. Debería valorar los pros y contras de esta decisión. No es nada fácil para mí.
—Me lo tienes que decir ahora. —Si dejo que se lo piense más, cabe la posibilidad de que me diga que no—. No podemos seguir perdiendo el tiempo con nuestras reuniones. Tú tienes mucho que hacer y yo también, así que lo mejor será que dejemos cerrado esto cuanto antes —le meto presión de nuevo.
—Pero, ¿me lo estás diciendo en serio? Es que aún no me creo que me quieras dar a tu hija así como así.
—No te la estoy regalando. Es un cambio por el dinero que te debo. Yo me quedo sin deudas contigo y tú y Rayhan pasáis a ser los dueños de Suhaila. Creo que es un trueque justo.
Si todo sale bien Rayhan se casará con Suhaila y ella será una boca menos que alimentar en casa. Así solo trabajaré para mis hijos varones y nunca más para ninguna mujer. Además, me ahorraré la deuda y acabar muerto en cualquier cuneta. ¿Qué más se puede pedir? Miro a Karim. La indecisión le está matando. Sé perfectamente lo que está pensando, nos conocemos desde hace muchos años y, a veces, solo con mirarle puedo adivinar lo que se le pasa por la cabeza. Para él es el plan perfecto, haría feliz a su hijo Rayhan y conseguiría a mi hija, pero lo que no le termina de convencer es el dinero que le debo. Es mucho dinero y ahora él precisamente no anda muy boyante. Sigo esperando a que me de una respuesta, pero no sale ninguna palabra por su boca.
—Entonces qué, Karim, ¿aceptas? —le pregunto fijamente.
El tiempo parece detenerse. No se escuchan coches pasar por la carretera. El sonido de los pájaros al piar ha desaparecido y las ruidosas puertas de la gasolinera se han quedado mudas.
—¡Sí, acepto! —dice después de unos segundos en silencio—. Lo he pensado y creo que tienes razón. El dinero a veces no lo es todo y yo por Rayhan haría cualquier cosa. Además, lo que estaba ganando con estas armas iba destinado para su casamiento, así que perfecto ¿no?
Bien, joder, bien. Farid uno, Karim cero.
—¡Así me gusta, compañero! ¡Veo que nos vamos entendiendo como futuros consuegros!
Karim y yo nos abrazamos y en forma de agradecimiento le doy dos palmaditas en la espalda. Sabía que no iba a poder resistirse a esta oferta. Su hijo Rayhan es lo más importante para él y haría lo que fuera sin importar el precio a pagar.
—Vamos hablando más detenidamente. Estamos en contacto. —Me despido de Karim y me marcho de la gasolinera.
Me siento feliz y noto cómo una sonrisa pícara se cuela en mi boca. Ya he hecho con Suhaila lo que he querido durante mucho tiempo, ahora ya es un estorbo. Esta noche, cuando todos duerman, iré a la casa del ex militar y cogeré las armas que me pertenecen. Si consigo que me las compren de nuevo haber vendido a Suhaila me saldrá rentable. Tengo que recuperarlas como sea. Doblo la esquina y tan solo unos minutos me separan de la casa. Allí me esperan Alí y Faruq para otra de nuestras tardes de qat. Es lo único que necesito ahora mismo: un poco de esa hierba. O mucho, no lo sé. Karim me ha demostrado que para él no todo es el dinero, pero para mí sí. De hecho, es lo único que me importa. Ahora el que consigue lo que se propone soy yo y no voy a parar hasta tener lo que me pertenece.
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~ Una Más ~
Science FictionSamira, es la madre de tres hijos, embarazada de un cuarto y casada con un hombre egoísta y ruin, que solo la ve como objeto de placer y servidumbre. Pese a su juventud y las ganas de ver crecer a sus hijos, una enfermedad arrolladora atacará repent...