Cap 24: ~Las escaleras~

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"SUHAILA"

31 de diciembre 2004

El frío del suelo se cuela por mis riñones. Abro los ojos y el escenario es distinto al de todas las mañanas. ¿Por qué he dormido en el suelo del baño? Me levanto con el cuerpo entumecido y las piernas agarrotadas de haber estado toda la noche en posición fetal. Me duele la cabeza y la parte derecha de la cara. Saliendo del baño me encuentro la puerta destrozada y recuerdo todo. Instantáneamente, me miro al espejo y veo que tengo media cara morada. Anoche Rayhan me pegó como nunca antes lo había hecho. Abusó de mí durante varias horas. Me forzó hasta hacerme temblar. No sé cuánto tiempo estuvo torturándome, pero sé que al final mis piernas fallaron y caí al suelo. Me dí de lleno en la cara y noté como si los huesos de mi rostro se rompieran por completo. Después de ese intenso dolor no recuerdo nada más. ¿Y Zaida? ¿Dónde está mi hija? 
   
—¡ZAIDA! ¡ZAIDA! —la llamo, pero no obtengo respuesta—. ¡ZAIDAAAAAA! ¡MI NIÑA! ¿Me escuchas? ¿Dónde estás? 
   
Recorro la casa entera. Está silenciosa, desértica. No encuentro a nadie. Parece que estoy sola. ¿Dónde está la niña? ¿Y Rayhan? Ayer, antes de que volviera del trabajo, Zaida estaba en el salón, pero no sé qué pasó después. No la he vuelto a ver. Rayhan tampoco está. ¿Y si se la ha llevado y no vuelvo a verla nunca más? Me desespero y el corazón me da un vuelco. Tengo que ir a buscarla. Cojo el hiyab, me lo pongo sobre la cabeza y salgo a la calle en dirección a ningún lugar. No puedo perder el tiempo, pero al salir, ahí está mi niña. En los brazos de Rayhan, con Delila al lado. Rompo a llorar al ver que Zaida está bien, que no le ha pasado nada malo. Vienen con bolsas en las manos. Intuyo que han ido a hacer la compra. Rayhan y Delila se han convertido en íntimos amigos desde la boda. Se llevan muy bien y ella está feliz de que esté conmigo un hombre que me cuida tan bien. O me cuidaba. Ahora ya no estoy tan segura de si Rayhan es quien aparenta ser delante del resto. Al final me ha demostrado que es como todos. Qué ilusa soy. No debería haber confiado nunca en él. Cuando Delila me ve llorando enseguida se acerca a mí. 
   
—¿Pero qué te ha pasado en la cara, Suhaila? —pregunta preocupada. 
   
¡MIERDA! No recordaba que tenía el moretón a la vista. Enseguida me tapo con el hiyab la parte amoratada y Rayhan coge el turno de palabra. 
   
—Ah, es verdad, Delila. ¡Se me ha olvidado contártelo antes! Ayer Suhaila se tropezó mientras bajaba las escaleras. Era de noche, estábamos a oscuras y acabó rodando hasta el piso de abajo. Al principio pensábamos que no había sido nada, porque tenía aparentemente la cara bastante bien, pero parece que esta noche se le ha hinchado y mira como la tiene ahora. —Los ojos con los que me mira Rayhan me angustian.
   
—Por dios, Suhaila. ¿Cómo te las apañaste para ser tan torpe? ¡Ay, qué chica! Bueno, no os preocupéis, que ahora mismo llamo a Jamil para que venga y te cure. ¡Tienes la cara que parece que te han pegado una paliza! —Ojalá pudiera contarle la verdad—. Id pasando a la casa. Suhaila tiene que descansar. Ahora paso yo más tarde a ver qué tal se encuentra. Voy a avisar rápidamente a mi hijo. 
   
Delila se queda en la calle y Rayhan me hace un amago para que pase dentro. No quiero entrar. No me quiero quedar a solas con él. No quiero que me hable, ni que me mire, ni que me toque. Solo quiero que me devuelva a mi hija. Le hago un gesto para que me deje aupar a Zaida, pero se la lleva. Delila me mira y un silbido me llama desde dentro. Obedezco y me meto en casa para no levantar sospechas. No dejo de pensar en lo que me ha hecho Rayhan. ¡Confiaba en él! Hasta había llegado a empezar a quererle, y lo único que ha hecho ha sido reírse de mí, tal y como lo hacía mi padre. Me ha humillado exactamente de la misma manera que él. Sabía que no sería buena idea que Rayhan se relacionase con ese maltratador. ¡Lo sabía! Es un manipulador, y Rayhan acabará siendo como él. ¿Cómo he podido dejarme engañar de nuevo? ¿Cómo he podido tropezar con la misma piedra? Se hace el silencio. Me intimida. Me fragmenta por dentro. Me parte en dos. ¿Hasta cuándo tendré que seguir sufriendo?

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