Notas de Autora (2)

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¡¡Segunda parte.!!

"JENNIFER BERNAL":

Otro tema que quiero tratar es el del tráfico sexual, que, aunque no se relaciona directamente con lo anterior, si lo piensas, el destino de las mujeres es el mismo, la única diferencia radica en si la explota un solo hombre o todos los clientes de un burdel. Hace unos años vi un documental sobre la trata de personas de National Geographic y escuché a una víctima decir unas palabras que se me clavaron en el alma: «la prostitución nunca será un oficio como otro cualquiera porque nadie te respeta» y así, en ese mismo documental, Rocío Nieto, fundadora y presidenta de Asociación para la Prevención, Reinserción y Atención a la Mujer Prostituida (APRAMP) añadía que «la prostitución no es el oficio más antiguo del mundo, porque no es trabajo ni es nada. El trabajo más antiguo es la esclavitud, la demanda, el cliente que demanda. Si hay prostitución es porque hay demanda». En 2018, la Organización Internacional del Trabajo (OIT) afirmaba que veintidós millones de personas eran víctimas de la trata en todo el planeta, de las cuales menos del 10% fueron identificadas. Basándonos en datos ofrecidos por Radio Televisión Española (RTVE), un tercio de las víctimas de trata son menores y en torno al 70% corresponden a mujeres y niñas, frente a un 30% de hombres y niños. Según el último estudio realizado por Naciones Unidas, el 39% de los varones españoles ha pagado en alguna ocasión por mantener relaciones sexuales. España se sitúa así en el primer país de Europa y el tercero del mundo con más demanda de prostitución, seguido de Suiza, con un 19%, Austria (15%), Países Bajos (14%) y Suecia (13%). Si hablamos a nivel mundial, a España solo le adelantan Puerto Rico, con un 61% y Tailandia, con un 71%. Un dato realmente impactante es que España cuenta con más de 1500 prostíbulos; sin embargo, hay que tener en cuenta que dentro de estas cifras no se han contabilizado los pisos de prostitución, al que pocas personas tienen acceso y de los que no se sabe prácticamente nada. Otras cifras igualmente escandalosas son los cinco millones de euros que mueve diariamente este negocio. A pesar de ello, en 2017 solo se abrieron 103 causas judiciales por este motivo, según la Fiscalía General del Estado. A veces, aún teniendo indicios más que suficientes, casi un 48% de las investigaciones acaban siendo archivadas. Este es uno de los delitos más frecuentes del mundo, conocido por ser de los que mayor cantidad de dinero genera, unos 32.000 millones de dólares al año.

Cuando muchos clientes conocen las situaciones en las que viven las mujeres con las que mantienen relaciones sexuales piensan: «¿cómo van a estar obligadas si sonríen?». Caballero, tengo la respuesta para usted: ¡no tienen otra opción! O sonríen al cliente o cuando terminen su trabajo el proxeneta se encargará de darles un buen merecido. Los clientes no son conscientes de que eso es solo un disfraz que se ponen para aparentar, una treta para que no les peguen por detrás. Esta práctica es una violación de los derechos humanos. La mujer, como desde hace muchos años, sigue siendo una mercancía con la que comerciar, un producto, un objeto cuya vida no tiene valor, una subasta para los más ricos. Mabel Lozano explica en su libro El Proxeneta, el cual os recomiendo encarecidamente, que «al convertirlas en objetos, las deshumanizas y así la carga emocional no hace daño al traficante». Estos mismos son los que eligen a mujeres vulnerables, sin estudios, con necesidades y escasa información sobre el mundo real, para violarlas, torturarlas, privarlas de alimentos, humillarlas, drogarlas…, porque no tienen poder de decisión, ni elección, ni otra escapatoria. Son presas fáciles. De hecho, son sus propios países las que las venden, sus parejas, sus amigos, incluso sus familias. Rusia, Ucrania, Rumanía, Lituania, Ecuador, Brasil, Uruguay, Nigeria, Ghana, Sierra Leona y Guinea son algunos de los países que se sitúan en el top del ranking de tráfico sexual. Las mandan a España para que tengan mayores oportunidades y facilidades para arreglar sus papeles, las engañan diciéndoles que tienen un trabajo para ellas, pero la realidad es que cuando llegan se dan cuenta de que las han vendido y que ya no hay vuelta atrás. Hay una deuda que tienen que pagar, y se tienen que prostituir para ello, pero el dinero nunca acaba en sus manos, ni la deuda se termina. Algo que descubrí en el proceso de documentación de esta novela y que me dejó muy impactada es que, en la actualidad, se puede comprar a una esclava por una cantidad de entre 200 y 1000 dólares en Asia, 2000 y 8000 en Europa y obtener una rentabilidad de más de 1000% al año. Como ves, los gastos de adquisición son muy bajos, casi insignificantes, en comparación con el dinero que luego ganan por ellas. La manera más eficaz de aumentar beneficios es reducir los costes. Cuanto más barato es el sexo, más gente lo comprará. Lo que significa que ellas cada vez tienen que trabajar con más hombres para que los proxenetas ganen más dinero. Estas mujeres están desprotegidas en todo momento desde que llegan a España, y cuando buscan ayuda están perdidas. Acudir a la policía, a veces, no es una opción, ya que en muchos países ellos mismos utilizan este servicio. Los policías corruptos aceptan sobornos para que los clubes sigan funcionando, cambian sus recorridos al patrullar si saben que hay esclavas en la calle o avisan a los propietarios si conocen alguna investigación en curso. En ocasiones, los jueces también están sobornados, de modo que nadie protege sus derechos. Si tienen un poco de suerte y consiguen salir vivas de ese infierno, sus vidas nunca volverán a ser igual. Tienen miedo de encontrarse de nuevo con los traficantes, no se atreven a salir solas de casa ni a buscar trabajo, porque creen que en cualquier momento volverán a por ellas y las devolverán al burdel.

Estos son algunos de los datos que he conseguido recopilar, pero te aseguro que hay muchos más. Te invito a que sigas indagando, viendo documentales, leyendo libros… Lo que quieras. Como has podido comprobar, estamos ante tres problemas globales muy graves. En dos de ellos, el sexo es un deber, un servicio que deben ofrecer sin importar el momento y a disposición siempre de otra persona, ya sea su marido o cualquier otro hombre. Tú, que estás leyendo esto, ¿te imaginas tener que vivir así? Nadie, absolutamente nadie, debería ser obligado a vivir de esa manera. ¿Hasta cuándo vamos a esperar para penalizar estos actos? ¿Hasta cuándo? Con este libro pretendo visibilizar lo que no se ve o nadie quiere ver. Si no se habla de esto, la sociedad no se va a dar cuenta de todo lo que hay detrás. Lo que no se ve, no existe y si no existe, ¿cómo vas a pensar en una solución? Ni siquiera piensas en ello. En tu día a día jamás se te va a venir a la cabeza la explotación de mujeres y niñas o la venta de seres humanos. Si miras hacia otro lado, también te conviertes en culpable y cómplice de la situación. Lo puedo decir más alto, pero no más claro: ¡BASTA DE ROBAR VIDAS!

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