Cap 12: ~A punto de morir~

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"FARID"

9 de febrero de 2003

¡El maldito niño de mierda está vivo! Joder, joder, ¡JODER! Podía haberse muerto y habríamos acabado con las preocupaciones de una puta vez. Me va a traer problemas hasta el final de sus días. No tenía suficiente con todo lo de Karim como para preocuparme ahora también de un niño que no debería haber nacido. Solo ha traído desgracias a nuestra familia desde que apareció. He pasado toda la noche sin apenas poder dormir, porque Hassan no paraba de llorar y había muchísimo ruido en casa. Suhaila de aquí para allá en busca de medicamentos y paños de agua fría; Jamil tomándole la temperatura cada veinte minutos… Qué infierno de noche. A ver cuándo entienden que la oscuridad es sinónimo de descanso. Así que no he tenido más remedio que levantarme temprano, ponerme el turbante y salir a tomar el aire fresco mientras veía amanecer. Era imposible seguir en esa casa. Parece que está maldita y que todo lo malo sucede allí. Tras una mañana de tés y qat con Alí y Faruq me he acordado de que tengo una cita con Karim. Con tanto alboroto no recordaba que hoy habíamos quedado para conversar con detenimiento del matrimonio de nuestros hijos. Ahora tendré que explicarle todo lo que ha pasado en las últimas horas. Buffff. Menudas ganas. 
   
—Buenas tardes, Karim. Ha pasado algo. Tenemos que hablar de la boda —le digo un poco descontento con la situación que estamos teniendo que vivir. 
   
—¡Farid! Bienvenido a casa, siéntate, que Najwa está preparando té. —Me invita a entrar en el recibidor de su casa—. Hoy hace un día estupendo, ¿verdad? No podíamos haber elegido mejor fecha —me dice. 
   
Lleva razón. Con lo bajas que eran ayer las temperaturas y el buen tiempo que hace ahora. Parece que estamos en otra estación distinta. El cielo está completamente despejado, no hay ninguna nube. Es como si tuviéramos el mar por encima de nosotros. En Saná casi nunca suele llover, pero los días de atrás ha habido un par de lluvias y estábamos deseando que saliera de nuevo el sol. No podemos vivir sin calor. Para nosotros es el pan de cada día.

Cuando desaparece unas cuantas horas ya lo echamos de menos. Dejamos atrás la puerta principal y nos dirigimos al salón. A pesar de ser amigos desde hace tanto tiempo solo he venido un par de veces a la casa de Karim, pero siempre que paso por el hall me quedo impresionado con lo lujosa que es. Predominan los altos techos, el color rojizo y algunos detalles en dorado que hacen el espacio más acogedor. Karim es un apasionado de la decoración árabe, igual que lo era su difunta esposa, Nour. Su casa siempre ha sido como un museo que todos quieren visitar, aunque tan solo unos pocos tenemos el placer de deleitarnos con su belleza. Es tan enorme que tienes la sensación de estar en una película en todo momento. Karim me enseña su nueva adquisición: un cuadro de dos metros que ha colocado en la entrada del salón, donde se puede ver una imagen de los ojos de su mujer a gran escala, con unas letras grabadas en árabe que significan «el amor de mi vida». Qué romántico, qué asco. ¿Y este se hace llamar hombre? Aunque he de reconocer que esos ojos atraerían a cualquiera. Accedemos al salón y justo Najwa nos avisa de que el té está listo para servir. Es hora de hablar de la boda. 
   
—Cuéntame, Farid —me dice Karim mientras prueba un sorbo de té para comprobar si le falta azúcar. 
   
—Ayer creía que Hassan se moría. Por un momento pensé que todo había acabado y que no sobreviviría, menos mal que al final volvió a respirar. —Me hago la víctima, como si de verdad me importara. 
   
—¿Cómo? ¿Qué ha pasado? —Se preocupa—. No sabía que estaba tan mal. Era consciente de que estabais pasando momentos muy duros por su enfermedad, pero no tenía ni la menor idea de que pudiera llegar a ser tan grave. ¿Por qué no me has contado nada antes? Podría haberte ayudado todo este tiempo. —Me encantaría contarle que yo a ese malnacido no lo quiero como hijo, pero cierro el pico. 
   
—Hasta hace unos días todo iba bien, nada fuera de lo normal, pero ayer sufrió una parada cardiorrespiratoria. Menos mal que nuestro médico, Jamil, llegó a tiempo y consiguió reanimarlo. Se encuentra estable, según nos ha informado, pero no sabemos cuánto pueden durar estos momentos de paz. Hassan ahora mismo está vivo, pero mañana a lo mejor no lo está. Nos ha advertido que le queda poco tiempo de vida. No sabemos si será una semana, un mes… pero me temo que el final está cerca. —Finjo intranquilidad. 
   
—Siento muchísimo por todo lo que estás pasando. Si necesitas cualquier cosa sabes que puedes contar conmigo —me ofrece su ayuda. 
   
Genial. Era justo lo que quería escuchar. Mis falsas muestras de interés y cariño hacia Hassan han funcionado. He conseguido apenarle ante una situación tan terrible como es perder un hijo. Él cree que me importa porque es un varón, pero para mí Hassan es basura humana, si es que le podemos llamar humano. En más de una ocasión he intentado acabar con él, pero me ha sido imposible porque, desde que nació, Suhaila siempre ha permanecido a su lado. Si no llega a ser por eso, Hassan no existiría a día de hoy. Estaría junto a su querida madre. En el cementerio. Ahora solo falta convencer a Karim para retrasar la boda.
   
—Justo eso quería, tu ayuda. —Cojo confianza—. Daría lo que fuera por pasar los últimos momentos junto a mi hijo y disfrutar de él los días que le quedan. Ya sabes que Suhaila es la encargada de cuidarlo y me gustaría que la boda se hiciera cuando todo esto haya terminado. 
   
—Claro, Farid, no te preocupes. Es normal que quieras estar con Hassan. Rayhan ya sabe que se casará con Suhaila. No le importa cuándo, no tiene prisa. Tan solo quiere casarse con ella. Le comunicaré todo lo que está sucediendo y seguro que lo entenderá. Es comprensible tu decisión, yo como padre haría lo mismo por mi hijo —me cuenta. 
   
—Muchas gracias, Karim. Te lo agradezco de corazón. —Le abrazo. 
    Tras un sorbo de té viene la pregunta estrella. 
   
—¿Sabe ya Suhaila que va a casarse? ¿Le has comentado algo? —pregunta con recelo. 
   
—Aún no le he podido decir nada. Justo ayer iba a hablar con ella cuando llegué a casa, pero no pude porque pasó lo de Hassan. En cuanto se normalicen las cosas, tengo que tener una conversación de padre a hija como las de toda la vida —le explico. 
   
Nos reímos al unísono. Decido pasar un par de horas más junto a Karim, donde la conversación transcurre entre el qat, la política y la boda. Los tés son el plato principal de la tarde. Justa cantidad de azúcar y agua y la espuma empieza a brotar por sí misma. Me encuentro en un estado de liberación, de independencia, de felicidad… Hassan va a morirse. Cuánto tiempo llevo esperando este momento. Quiero que llegue ya, que todo se acabe y Suhaila se case con Rayhan. Todo lo que siempre he querido está a punto de cumplirse y me siento eufórico. Cuando llegue a casa hablaré con Suhaila. Debe saber que va a casarse. No le hará ninguna gracia esta noticia, pero yo estaré feliz de ver la cara que se le queda.

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