"SUHAILA"
30 de diciembre de 2004
Si algo he aprendido en mi corta pero intensa vida es que cuando menos lo esperas todo cambia. Te ves envuelta en un nuevo camino, a veces lleno de rosas y otras cargado de espinas. Desde que murieron los pilares fundamentales de mi vida y mi padre me forzó a mantener relaciones sexuales con él, todo dió un giro para siempre. Comencé a dejar atrás, casi sin darme cuenta, la dulce niña que era, mostrándome reacia a todo y sin nunca tener ganas de vivir, para convertirme en la mujer con la que se acostaba siempre que le venía en gana. Mi dignidad por los suelos. La autoestima más abajo aún. Ni a mi peor enemigo le deseo ese sentimiento de que tu vida no valga nada. Creo que esto será algo que siempre llevaré a cuestas. Por más que intente aparentar que no pasa nada, los monstruos nunca pararán de danzar a sus anchas en mi interior. Nunca lograré recomponerme. Nunca más conseguiré vivir como aquella niña inocente que un día fui. Me entristece pensar que toda mi infancia quedó olvidada hace mucho tiempo, reducida a tan solo un renglón, sin posibilidad de volver a vivirla. Es imposible no tener pesadillas por las noches y recordar todos y cada uno de los días lo que me hizo durante años, pero la llegada de Zaida ha revolucionado por completo mi vida. Ella me ha dado la alegría que necesitaba. Me ha devuelto las fuerzas para seguir luchando. Su sonrisa dibuja otra en mi cara, le saca el sol al cielo y paraliza el mundo con sus carcajadas. Lo único que deseo ahora es conseguir para Zaida la vida que yo no he podido tener. No quiero que su padre la viole. No quiero que le pegue. No quiero que nadie le haga daño. Y para eso necesita a unos padres unidos, que se quieran, se respeten y se valoren. Si ella crece bajo esos valores, todo saldrá bien. Estoy convencida de que solo así podremos ser una familia feliz. La familia que Zaida merece tener. Últimamente, Rayhan y yo estamos un poco distantes. Él tiene mucho trabajo en la policía y siempre regresa muy tarde a casa. Ya apenas me cuenta cómo ha ido su día porque no tenemos tiempo para hablar y el único momento que podemos estar juntos yo nunca quiero hacer el amor. Me sigue costando acostumbrarme a esta situación. Soy muy desconfiada por culpa de Farid y se me hace complicado abrirme ante un hombre. Pero tengo que hacerlo. Sé que debo dar un paso más allá. Por Zaida. Por Rayhan. Por mí. Por tener la familia perfecta. No todo el mundo es tan malo como me han hecho creer. No todos los hombres son como Farid. Rayhan me está demostrando que me quiere de verdad. Él siempre será mi marido y, cuanto antes sea consciente de ello, mejor será. Es el hombre que sostiene a esta familia, el que se preocupa por su hija, el que hace que nunca le falte de nada, y yo no lo estoy valorando. Tengo que entregarme más a él.
Camino en dirección a la cocina. Voy a prepararle el postre que tanto le gusta. Saco los ingredientes de un pequeño armario que tenemos en la pared y comienzo a mezclarlos. En un par de horas llegará a casa. Para entonces, estará más que listo. Lo dejo cocinándose y mientras me arreglo un poco. Quiero estar guapa para él. Siempre voy destartalada y no me cuido lo suficiente. Me gustaría que me mirara con los mismos ojos que el día que nos casamos. Recuerdo que brillaban más de lo normal y no tenían otro objetivo que clavarse en los míos. Desde la boda no he vuelto a arreglarme, y creo que mi cuerpo me lo pide tras el embarazo. He perdido algunos kilos que me sobraban después del parto y ahora vuelvo a sentirme bien conmigo misma. Accedo al baño para coger un pequeño neceser en el que tengo las pinturas que me regaló Delila y elijo una sombra color marrón para iluminar mi mirada. Me lavo los dientes y seguidamente me aplico un pintalabios natural. Cuando me miro al espejo me siento igual de ridícula que aquella primera vez. Nunca entenderé por qué a los hombres les atraen las mujeres pintadas así. Pero, bueno, todo sea por Rayhan. «¡Suhaila, creo que el vestuario no es el adecuado!», me digo. He descuidado por completo mi imagen. De hombros para arriba estoy lista, pero el vestido sucio de estar limpiando todo el día no acompaña con la cita de esta noche. Me río por dentro. Abro el armario y elijo una túnica azul marino con los detalles del pecho y las mangas en dorado, a conjunto con el hiyab.
Como dicen, año nuevo, vida nueva. 2005 será nuestro año. Ahora solo queda esperar a Rayhan. Esta noche será él el rey de la casa.
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~ Una Más ~
Ciencia FicciónSamira, es la madre de tres hijos, embarazada de un cuarto y casada con un hombre egoísta y ruin, que solo la ve como objeto de placer y servidumbre. Pese a su juventud y las ganas de ver crecer a sus hijos, una enfermedad arrolladora atacará repent...