"BULLDOG"
1 de febrero de 2011
¡Esto es un completo desastre! Tengo la oficina llena de papeles que no sirven absolutamente para nada. Debería dejar que un día de estos entrase la de la limpieza e hiciera un poco de criba, porque al final me voy a tener que salir yo para que quepan tantas cosas. A pesar del desorden, estoy contento. Esta mañana he recibido varias llamadas para confirmar la llegada de tres nuevas chicas. Vendrán el próximo martes. Todas son sudamericanas. Una de ellas viene de Panamá. Es la primera que traemos desde allí. Ahora ya sabemos que es fiable el tráfico y las negociaciones con ese país. Poco a poco vamos ampliando el negocio. Las otras dos chicas son de Colombia y Venezuela. De esta última nos han advertido que es muy joven y que la cuidemos. ¡Claro que la cuidaremos, hombre! ¡Aquí todas nuestras chicas están más que cuidadas! ¡Qué idiotas son, joder! La gente con la que tengo que trabajar es muy incompetente, de verdad. Me echo una copita de licor de hierbas para aliviar la tensión y enciendo un puro para acompañarla. El negocio está creciendo a una velocidad que no esperábamos. Quizá este sea el momento de ampliar el club. Cada día llegan más y más chicas para trabajar. Tenemos que buscar la manera de sacarlas a todas de aquí y llevarlas a una nueva casa, pero para ello necesitamos tiempo y recursos. ¡Y precisamente ahora no vamos sobrados de ninguno de los dos! Hemos invertido mucho dinero en estas tres sudacas, y no hemos encontrado una nueva finca que se adapte a nuestras necesidades. Aunque bueno, siempre cabe la posibilidad de llevarnos algunas a Valencia. En el otro club que tenemos hay mucho más espacio que en este. Incluso hay un terreno en el que a las malas podemos construir otro edificio anexo. Tengo que hablar con Jota, él es el que lleva todo el tema de ese club. Le pego una calada al puro, y el humo que desprende nubla por completo la habitación. No sé cómo lo vamos a hacer, pero hay que encontrar otro lugar más grande. Esto está subiendo como la espuma. Jamás imaginé que ganaríamos tanto dinero con las putas. ¡Nos estamos haciendo de oro! Guau, qué pasada. No puedo evitar sonreír. Todo está saliendo de puta madre, no puede ir mejor. Mañana hablaré con los chicos de todas las opcio… La puerta se abre de repente. Me doy la vuelta y es Suhaila.
—¿Qué coño haces tú aquí? —le pregunto cabreado—. Jamás vuelvas a entrar en mi despacho, y mucho menos sin llamar a la puerta.
—P… o… r… f… a… v… o … r… —Está sofocada—. Por… favor… —repite—. Tie… nes… que… ver… es… to…
¿Qué quiere que vea? ¡Esta tía está mal de la cabeza!
—Tienes… que… venir… al baño, por… favor —insiste de nuevo—. Es Lizzeth…
¿Lizzeth? ¿Qué ha pasado con Lizzeth? Salgo corriendo hacia los baños y al llegar encuentro algo que no esperaba. El cuerpo de Lizzeth está colgado de una soga que tiene atada al cuello. No es posible. ¡Lizzeth se ha ahorcado! No. No. No… Esto no puede estar ocurriendo. Se me había pasado por la cabeza la posibilidad de que lo hiciera, pero no pensé que sería tan rápido. ¡Tenía otros planes para ella! La he visto hace unas cuantas horas saliendo de su habitación y ¡ahora está muerta! ¿Y qué vamos a hacer con el cadáver? Las cosas empiezan a complicarse. Observo su cuerpo sin vida suspendido en el aire. Bajo mi mirada hasta sus piernas viendo como se mecen ligeramente debido a la corriente que entra por la ventana. Me fijo en el suelo. El sobre abierto, junto con la carta y la fotografía, complementan la escena. Suhaila me mira, con los dedos entre los labios y sin poder dejar de llorar. Me agacho y recojo la foto de Jaineba. Lo único que quería era que Lizzeth fuera solo para mí y me quisiera tanto como la quería yo a ella.
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~ Una Más ~
Science FictionSamira, es la madre de tres hijos, embarazada de un cuarto y casada con un hombre egoísta y ruin, que solo la ve como objeto de placer y servidumbre. Pese a su juventud y las ganas de ver crecer a sus hijos, una enfermedad arrolladora atacará repent...