Cap 42: ~Caminos separados~

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"SUHAILA"

20 de enero de 2008

El corazón me va a estallar. Intento controlar las respiraciones por la boca, pero me ahogo. Me falta el aire. Estoy empapada en sudor y no puedo dejar de llorar. ¡Se han llevado a mi hija! No, no es posible. ¡Esto tiene que ser un sueño! No puede estar sucediendo de verdad. ¡Jamil nunca me traicionaría! ¿O sí? ¿Por qué está haciendo esto? Apenas puedo andar. Los hombres me insisten en que camine más rápido, que tenemos que subir al avión lo antes posible; sin embargo, mis piernas flaquean y soy incapaz de mantenerme en pie. Les pido pañuelos para quitarme los mocos y secarme las lágrimas. Se niegan y no me queda otra opción más que limpiarme con una parte del hiyab. Todo el mundo me mira con cara rara. ¡Pensarán que estoy loca! Querido Allah, ¡devuélveme a mi hija! Haré todo lo que me pidas, pero no dejes que le pase nada malo. ¡No puedo irme de aquí sin mi hija! ¡Me niego!
   
—¡QUIERO ESTAR CON ELLA! ¡NECESITO ABRAZARLA! ¡Devolvedme a mi hijaaaaa! Por favor…, soltadme… Dejad que me vaya —sigo gritando. Uno de ellos me pellizca en la espalda y me lanza una mirada asesina. El otro se me acerca al oído y me recuerda lo que le puede pasar a Zaida si no mantengo la boca cerrada. 
   
No tengo otra alternativa que callarme y seguir pensando en mi pequeña. ¡Solo tiene cuatro años! ¡Me necesita!. «¿Dónde está mi niña, Allah? ¿Dónde?», le pregunto. ¡Tiene que cenar! ¡Ya es su hora! ¡Esto no puede estar pasando, Allah! ¡No puedo subirme al avión sin saber dónde está mi hija! ¡No puedo irme a España sin despedirme de ella! ¡Necesito verla! 
   
Un empujón hacia las escaleras del avión me impide volver atrás. ¿Y si salgo corriendo? ¿Y si me mareo, caigo al suelo y cuando todos estén desprevenidos me levanto y me voy? Acto seguido pienso: ¡estoy loca! ¡Eso jamás funcionará! Esto está lleno de gente y si se me ocurre hacer alguna tontería estoy segura de que estos hombres cumplirán sus amenazas. No puedo hacer eso. El tiempo se agota y ya no hay vuelta atrás. Acabo de entrar en el avión y las azafatas me piden la documentación. Uno de ellos va delante de mí y él mismo se la proporciona. El otro se sitúa detrás. Supongo que no quieren que me escape. Miro hacia la puerta con lágrimas en los ojos, pero ya no consigo ver más allá de un barullo de cuerpos intentando entrar en el avión y encontrar su asiento. Tengo que avanzar hacia mi sitio y dejar pasar al resto. Lo hago resignada. Sin ganas de andar. Sin ánimos para continuar. Aquí estoy de nuevo. Unas horas más tarde subida en un avión similar al que me trajo aquí, pero esta vez sin mi hija. ¿Quién me iba a decir a mí que mi vida iba a cambiar tanto en apenas unas horas? No quiero ir a España ni a ningún lado sin mi hija. Quiero quedarme aquí con ella. Es lo único que tengo en el mundo. ¡NO PUEDEN ARREBATARMELA! ¿Y Jamil? ¿Cómo puede haberme traicionado así? ¡ESTABA ENAMORADA DE ÉL! ¿Y él de mí? ¿Estaba él enamorado realmente de mí o todo era una mentira para traerme hasta aquí? ¿Cómo he podido ser tan estúpida? ¡JODER! ¡Todo esto ha sido por mi culpa! ¿Por qué confié en este plan? ¡Tenía que haberle dicho que no desde el principio! ¡Tenía que haber confiado en mis dudas! Al menos ahora estaría en Saná, viviendo a base de golpes, sí, pero con mi hija al lado. ¿Dónde se han llevado a Zaida? No puedo dejar de pensar en dónde estará. ¿Y cuánto tiempo voy a pasar en España? ¿Cuándo volveré a verla? ¿Dónde se va a quedar ella mientras tanto? ¿Con Rayhan? ¿Con Jamil? ¿Con quién va a estar mi niña? Las preguntas se amontonan unas encima de otras. No sé qué pensar. La cabeza me da vueltas. Necesito respuestas. Quiero preguntarles tantas cosas…, pero ya me han advertido que no se me ocurriera hablar en el avión. Si lo hago, sé lo que pasará. Tengo miedo. Mucho miedo.

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