"SUHAILA"
7 de julio de 2007
Los días transcurren entre la monotonía y el silencio. Rayhan sale todas las mañanas de casa a la misma hora y regresa cuando ya ha anochecido. Intento evitarle a toda costa, pero a veces lo encuentro entre las sombras, en la oscuridad del pasillo. Siento que le estoy traicionando. Estoy siendo una mala mujer, viéndome con otro hombre a sus espaldas y ocultándoselo con la mirada. No puedo permitirme ni el más mínimo error. Si descubre que estoy viéndome con Jamil, mientras él no está en casa, será su momento perfecto para acabar conmigo y ahora no puedo marcharme de este mundo. Mi hija me necesita y mi obligación es buscar un lugar seguro para ella. Tengo que alejarla de su padre y su abuelo y llevarla donde nunca puedan encontrarla. Es la única manera de que no le hagan daño. Están llamando a la puerta. El miedo me atrapa, se apodera de mí y siento un nudo constante en la garganta que me ahoga. Cada vez que Rayhan vuelve a casa me pongo muy nerviosa, pero tres golpes suaves me aseguran que es Jamil y no él. Es el código que tenemos para saber que somos nosotros. Aunque ya se hayan terminado las curas y yo esté totalmente recuperada, Jamil sigue viniendo todos los días para ver cómo me encuentro y, ya de paso, darme un poco de amor. Cada vez estoy más a gusto a su lado. Si paso unas horas sin verle, me muero porque llegue el siguiente para poder besarle. Me siento como nunca antes y creo que esto es estar enamorada, pero sigo teniendo mis dudas. No le dejo ni siquiera cerrar la puerta y le asalto con una pregunta que me lleva días rondando por la cabeza.
—¿Cómo lo vamos a hacer? —le pregunto.
—¿Cómo vamos a hacer el qué? —responde.
—¿Qué va a ser? La huida, Jamil, la huida —le aclaro impaciente. No entiendo cómo puede estar tan tranquilo. Sé que su seguridad para actuar no es la mía, pero yo estoy atacada de nervios. ¿Y si todo sale mal? No es tan extraño que suceda—. Yo no puedo salir de Yemen sin mi marido y mucho menos sin su consentimiento.—No te preocupes por eso. Justo el otro día se me ocurrió el plan perfecto para que todo salga bien. Yo me haré pasar por tu marido y podremos salir de aquí sin problemas. De hecho, venía a contarte una buena noticia —me dice—. Tengo un amigo que trabaja en la policía y puede hacernos documentos falsos. Haremos creer que somos marido y mujer y cuando se den cuenta del error ya estaremos muy lejos. No podrán hacernos nada.
Me parece un buen plan, pero… hay algo que no ha tenido en cuenta.
—Jamil, eso es muy arriesgado. Rayhan trabaja en la policía. Si por casualidad llega a ver esos documentos o conoce a quien los hace… —Estoy asustada—. No, no podemos hacerlo así…
—Suhaila, también había pensado en eso. De verdad, confía en mí. Mi amigo no conoce a Rayhan, te lo aseguro. Como comprenderás, él no hace esas cosas delante de todo el mundo. Tiene un despacho oculto en su casa para no llamar la atención. ¿Tú crees que esto se puede hacer así como así? Lleva mucho tiempo, créeme. Hay que tener mucho cuidado. —¿Cómo sabe todas estas cosas? Qué inteligente es.
Me quedo más tranquila al escuchar el plan que tiene Jamil. Además, yo carezco de documentación que me identifique. Mi padre nunca quiso que apareciera en el registro, y con Rayhan nunca he hablado de este tema. Si nadie me conoce ni sabe quién soy será más fácil hacerme pasar por otra persona. Jamil me nota preocupada. Acerca sus manos a mi cara y me besa delicadamente la mejilla.
—Me voy a encargar de que todo salga bien. Mañana mismo empezaré a tramitar la documentación y sacaré los billetes para poder volar a España lo antes posible. Tengo que informarme bien sobre a qué ciudad vamos a ir, si necesitamos visados y de qué puedo trabajar allí. Tú solo encárgate de no decir nada a nadie. Ni siquiera a mi madre. No podemos dejar cabos sueltos y que nos descubran antes de tiempo. El tema de papeleo déjamelo a mí, y empieza a ser consciente de que dentro de muy poco tiempo este ya no será tu hogar. —No me creo lo que vamos a hacer.
—Tengo mucho miedo, Jamil. Nunca antes he salido de Yemen y me aterra lo que pueda pasar cuando nos marchemos.
—Tienes que ser fuerte, mi amor. —Me tiembla todo el cuerpo—. La vida no te lo ha puesto nada fácil hasta ahora, pero todo va a cambiar en cuanto salgamos de Yemen. Tengo ganas de empezar una nueva etapa junto a ti lejos de aquí, sin nadie que nos juzgue y sin tantas prohibiciones. Estoy convencido de que esto va a marcar un antes y un después en nuestras vidas, pero para que todo salga bien tienes que hacerme caso y mostrar normalidad delante de todas las personas que conoces, sobre todo de tu marido.
De repente, caigo en la cuenta de los costes que supone viajar fuera de Saná.—¿Y el dinero? Yo no tengo dinero para pagar todo esto. —Sigo dudosa del plan.
—Suhaila… —Se pone serio—. Te lo he dicho mil veces. No te preocupes por nada, ¿de acuerdo? Por favor, déjame hacer las cosas a mi manera. Está todo pensado. Llevo muchos años trabajando como médico y tengo dinero ahorrado. Con eso podemos permitirnos comprar los billetes de avión y pasar unos cuantos meses en España —me comenta.
Me sabe mal que lo pague él y gaste sus ahorros en esto, pero todo se me olvida cuando me besa. El roce con sus labios es diferente a los días anteriores. Ahora son más tiernos. Más calientes. Más verdaderos. Creo que me estoy empezando a enamorar profundamente de Jamil. ¿Por qué Farid eligió a Rayhan para ser mi marido y no a él? ¡Es él quien quiero que esté en mi vida! Los besos se terminan. Hasta mañana no habrá más. Jamil se tiene que marchar. Cierro las puertas de la casa y el silencio me acompaña. Todo esto es una imprudencia. Estoy aterrorizada, pero a la vez siento más adrenalina de la que nunca he experimentado. Supongo que este es el final y el principio de una nueva vida.

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~ Una Más ~
Science FictionSamira, es la madre de tres hijos, embarazada de un cuarto y casada con un hombre egoísta y ruin, que solo la ve como objeto de placer y servidumbre. Pese a su juventud y las ganas de ver crecer a sus hijos, una enfermedad arrolladora atacará repent...