"SUHAILA"
9 de junio de 2010
¿Hoy es miércoles? Ya no sé situarme. Me cuesta avanzar. He perdido completamente la noción del tiempo. Cuando llegué aquí me prometí llevar la cuenta y, aunque al principio pareciera fácil, al cabo de varios meses todo empezó a complicarse. Los días se me mezclaban, no sabía si los había contado o no. Algunos parecían que tenían cincuenta horas y otros tan solo veinticuatro. Al pasar por la recepción me fijo en la pared, como si mi cabeza fuera buscando una respuesta, y consigo ver un calendario en el fondo del mostrador. Es junio. Junio de 2010. Eso significa que… llevo aquí dentro… ¡casi dos años y medio! ¡Qué barbaridad! Cuánto tiempo.
Mi hija ya tiene más de seis años. ¡Qué mayor! Lo que daría por volver a ver a mi princesa. Todos los días me pregunto dónde estará. Si al menos pudiera saber que está bien, me quedaría más tranquila. Cuando nos volvamos a encontrar y sea mayor me gustaría poder contarle por todo lo que estoy teniendo que pasar en el club. Estoy segura de que ella me entenderá y no me considerará una puta. Han sucedido tantas cosas en este tiempo que tendría historias que contar durante mil vidas. He conocido a clientes de todo tipo: empoderados que me ataban al cabecero de la cama, babosos a los que he tenido que mear encima para que disfrutaran del placer de oler mi orina, empresarios cuya fantasía era que les masturbase con los pies…, pero no siempre son malas experiencias. A veces vienen hombres que buscan que les pegue, y he de reconocer que es bastante satisfactorio ser por una vez la que da y no la que recibe. También vienen algunos que solo quieren compañía y charlar un rato. Esos son los que más me gustan, porque persiguen un beneficio como todos, pero sin hacer daño a nadie. Lo único que anhelan es no sentirse solos. Les entiendo. Desafortunadamente, yo también lo he sufrido en mis propias carnes y sé que la soledad es muy mala compañera. No se la deseo a nadie. Te puede llegar a hundir tanto que incluso estando rodeada de gente tienes la sensación de estar aislada del mundo, pero pronto todo esto quedará atrás. Lizzeth y yo estamos pensando en la manera de escapar de esta jaula. Cualquier opción nos sirve. Solo queremos ser libres de una vez por todas y encontrar a nuestras hijas. Este lugar nos acabará volviendo locas —o lo que es peor, matando— si no salimos pronto de aquí. Llevamos semanas trazando un plan, pero aún no nos sentimos preparadas para hacerlo. ¿Y si sale mal? Tenemos que estar 100% seguras de que puede funcionar. Nos falta atar algunos cabos sueltos y todo saldrá según lo hemos imaginado. Podemos hacerlo. Confío en nosotras. Somos unas mujeres fuertes. En estos últimos meses he creado una conexión especial con Lizzeth. Es la hermana que nunca he tenido. La amiga que siempre he deseado. Siento un extraño vínculo cuando hablo con ella, como si la conociera de toda la vida y quisiera tenerla a mi lado eternamente. Hemos hecho tantos planes juntas para cuando salgamos de aquí…, pero, sin duda, el que más ilusión me hace es que, cuando nos reencontremos con nuestras niñas, viviremos todas juntas. Nada me haría más feliz…
Hoy me toca hacer un trío con un chico joven que frecuenta mucho el club y una compañera que se llama Lulú. A él le he visto un par de veces en la barra tomándose una copa mientras charlaba con ella. Creo que se llevan muy bien. La verdad es que yo no he tenido el placer de conocerla. Somos muchas chicas aquí dentro y cada vez llegan más. Es imposible relacionarse con todas. Además, tampoco tenemos tiempo de conocernos. Cada una hace su trabajo y luego se va a dormir. Y así día tras día. Con las únicas que podemos realmente mantener más contacto es con nuestras compañeras de habitación. Sin embargo, sé quién es Lulú por los rumores de que intentó escapar hace unas cuantas semanas, pero la pillaron en mitad del campo y la trajeron de vuelta. O eso es lo que me ha contado Lizzeth. Yo no me había enterado de nada hasta que ella me dio la noticia. También he oído alguna vez que todos los tíos dicen que es buenísima en la cama. Pues no sé qué pretende encontrar en mí el chavalito joven, pero yo no voy a estar a su nivel ni de lejos… Bah. No me importa lo que piense. A estas alturas solo quiero su dinero y que se marche. Desde que lo tuve que hacer con tres chicos a la vez, ya no me asustan los grupos. Quién me iba a decir a mí que acabaría chupándosela a varios al mismo tiempo. Madre de mi vida, ¡me siento tan guarra cuando pienso en ello…! En fin. Me voy pitando a la habitación donde hemos quedado para hacer el trío.
Cuando abro la puerta ya me están esperando. Bueno, no está mal el trabajo de hoy. Una chica guapa y un chico guapo. Ambos jóvenes. Hasta me apetece y todo. «Pero, ¿y este pensamiento, Suhaila? No es propio de ti», me pregunto. ¿Me estaré volviendo una puta de verdad? No. Jamás. Mi trabajo no me define como mujer. Simplemente prefiero trabajar con ellos, que son jóvenes y guapos, que con un viejo verde y feo. Eso es todo. La cara del chico es de completa felicidad, tanto que, sin habernos desnudado, él ya está empalmado. Lulú se desviste primero y acto seguido soy yo quien se quita la ropa. Es algo a lo que no termino de acostumbrarme aún, por mucho tiempo que lleve aquí. Me da pudor verme desnuda. Para mí es faltarle el respeto a Allah y ser impura. Cuando estamos a punto de empezar tocan dos veces la puerta. ¿Quién será? ¡Está totalmente prohibido molestar cuando estamos con un cliente! Como se entere el Bulldog…
—Siento las molestias. —Si antes lo miento…—. Lulú… Tu padre ha muerto. Nos lo acaban de comunicar. —¡NO ME JODAS!
Esto no puede estar pasando. ¡Se ha muerto el padre de Lulú! No me lo puedo creer. La miro a los ojos, que están empapados en lágrimas, sin saber muy bien cómo actuar. Cae de rodillas y lo único que repite sin cesar es que ha sido por su culpa. El cliente no da crédito a lo que está viviendo. ¡Bienvenido a esta casa de desgraciadas! Esto solo es la punta del iceberg de todo lo que pasa aquí dentro, hijo mío. Se viste lo más rápido que puede. Yo también lo hago. Esta situación es demasiado incómoda, cuanto ni más para estar completamente desnuda. La tensión se palpa en el silencio del ambiente. A Lulú le falta el aire y se echa las manos a la cabeza sin creer lo que acaba de suceder.—Por favor, acompáñame. Hoy no hace falta que trabajes. —El Bulldog se la lleva en brazos. Está completamente destrozada.
Me pone triste verla así. Sé lo que es pasar por eso, y a partir de ahora su vida nunca será igual. Recuerdo cuando vivían mamá y Hassan. Fue la etapa más feliz de mi vida, pero creo que todo pasa por algo, y si se fueron fue porque no podían ver que iba a acabar aquí. Es mejor que no hayan tenido que pasar por el sufrimiento de no saber dónde estoy ni qué están haciendo conmigo.
—Mejor vengo otro día —me dice el chico recogiendo sus cosas.
Sí, creo que no es el mejor momento para hacer nada. Al menos es consciente. Otra persona seguro que me habría pedido que le follara yo. Me quedo sentada en la cama, pensando qué hacer y viendo cómo el cliente abandona la habitación. ¿Y ahora qué? ¿No trabajo hoy? Salgo del club y, por el pasillo de las habitaciones de las chicas, me encuentro a Lizzeth. Viene corriendo sofocada. ¿Qué ocurre?
—¡Te estaba buscando! —exclama—. ¡Han sido ellos!
—¿Que han sido quiénes? —No entiendo nada—. ¿Qué quieres decirme, Lizzeth? —le pregunto.
—¡Los proxenetas! ¡Han sido ellos! ¡Han sido ellos quienes han matado al padre de Lulú! —me cuenta en voz baja, pero enfatizando cada palabra. Está desquiciada. Los ojos se le van a salir de las órbitas.
—¿Qué dices, Lizzeth? ¿Quién te ha contado eso? —le vuelvo a preguntar. No puede ser verdad… No serían capaz de hacer algo así, ¿no?
—Contrataron a un sicario en Guatemala, que es donde vivía el padre de Lulú, para que se lo cargara… —¿Qué? Me tapo la boca con la mano. ¡Esto es muy fuerte!—. ¿Te acuerdas cuando te conté que Lulú había intentado escaparse, pero que la pillaron por los alrededores? ¡Pues no se lo han pensado dos veces y le han dado un escarmiento!
¡NO ME LO PUEDO CREER! Estoy alucinando… ¿Cómo pueden ser tan hijos de puta? Estos tíos no están bien de la cabeza. ¡Están completamente locos! Tenemos que salir de aquí… ¡YA!
—¡Suhaila! Reacciona, tía… —Da dos palmadas delante de mi cara.
—Sí, sí, perdón… Es que estoy en shock.
—Suhaila… —Me mira.
—Dime.
—Vamos a tener que pasar toda la vida encerradas aquí dentro, hasta que nos fallen las fuerzas y muramos… —Se le escapa una lágrima.
—¿Por qué piensas eso, Lizzeth? No digas tonterías. Nosotras no tenemos nada que ver con todo esto.
—¿Ah no? ¿No te has dado cuenta todavía o qué? ¡SI NOS PILLAN MATARÁN A NUESTRAS HIJAS! Estos tíos no se andan con rodeos. Saben perfectamente de dónde venimos y a dónde tienen que acudir si nos escapamos de aquí. Conocen a toda nuestra familia, tienen fotografías de ellos y la información que necesitan para matar a quien les plazca. No podemos escaparnos, Suhaila… ¡No podemos!
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~ Una Más ~
FantascienzaSamira, es la madre de tres hijos, embarazada de un cuarto y casada con un hombre egoísta y ruin, que solo la ve como objeto de placer y servidumbre. Pese a su juventud y las ganas de ver crecer a sus hijos, una enfermedad arrolladora atacará repent...