Cap 19: ~Vuelta al trabajo~

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"RAYHAN"

2 de febrero de 2004

Hace tan solo unas semanas que nació Zaida y llenó nuestra casa de alegría. Ser padre es el mejor regalo que me ha podido hacer Suhaila. Siempre había querido casarme con una bella mujer, tener hijos y formar una familia. Ahora tengo todo esto y me siento muy afortunado, pero estas últimas semanas están siendo bastante duras porque no encuentro trabajo y el dinero se está agotando. Zaida necesita mucho más de lo que pensábamos. El otro día vino el padre de Suhaila por primera vez a nuestra casa desde que nos casamos para ver a su nieta. Se deshacía en amores con ella y eso fue algo que me sorprendió. Le recordaba de otra manera y, después de tanto tiempo sin verlo, parecía hasta otro hombre. Siempre he considerado a Farid una persona soberbia, prepotente y engreída, en cambio su forma de ser y actuar ahora habían cambiado. Se mostraba más sereno, más pausado, más calmado y hasta me escuchaba mientras hablaba. Nunca antes había visto a Farid comportarse así. Aquel día se quedó a comer y estuvimos un rato charlando mientras Suhaila preparaba la comida. Hablamos de mi padre, de Suhaila y la niña, pero, sobre todo, hablamos de trabajo. 
   
—¿Por qué no te vienes conmigo a trabajar en el cuerpo de policía? Creo que puedo conseguirte algo por allí. Déjame que pregunte y te digo en cuanto sepa cualquier cosa. —¿Mi suegro me estaba ofreciendo trabajo? Esto era algo inaudito. 
   
Ahí quedó la conversación. Esta mañana, cuando aún dormían las dos mujeres de la casa, me ha llamado para que me pasase por la oficina. «Te he conseguido un trabajo, Rayhan. Te espero por aquí en una hora», me ha dicho colgando el teléfono, pero cuando le he contado la noticia a Suhaila no le ha gustado demasiado. 
   
—¿Vas a trabajar con mi padre? ¿En serio? ¿Después de no venir a ver a su nieta el día que nació? Rayhan… no me gustaría que te relacionases con él. Es muy influyente y tú eres una persona maravillosa. Estar cerca de él solo te perjudicará. —¿Y si lleva razón?

—Sé que no te gusta, Suhaila. Para mí tampoco es plato de buen gusto tener que trabajar con tu padre. Ya sabes lo que opino de él —le digo. 
   
—Pero, ¿no hay otra alternativa? ¿De verdad que no hay otra opción? ¿Ya hemos agotado todas las posibilidades? Sabes por todo lo que me ha hecho pasar en los últimos años, no entiendo cómo quieres trabajar ahora con él —responde alterada. 
   
—No es que quiera, es que tampoco tengo más opciones. Es eso o no trabajar. ¿Tú qué harías? ¿Dejarías que tu hija se muriese de hambre? Zaida necesita cada día más cosas y nosotros casi no tenemos dinero para comer. Llevo meses buscando trabajo y lo único que he encontrado hasta ahora es esto. ¡El dinero se nos acaba! No puedo dejar pasar la oportunidad de meterme dentro del cuerpo policial. Allí ganan bastante y no les suele faltar el trabajo. —Tengo que convencerla de que es una buena idea—. Además, ¡no tengo por qué ver a Farid! Cada uno irá a lo suyo y solucionado. Yo trabajaré, después volveré a casa y todos felices. 
   
—De verdad que no me fío nada de las palabras de mi padre. ¿Y si luego es mentira y solo te quiere utilizar? —Desconfía. 
   
—Bueno, vamos a hacer una cosa; yo voy a ir ahora a la oficina a ver qué me cuenta y qué trabajo es exactamente, y luego valoramos qué hacemos. ¿Qué te parece? —le consulto. Su opinión también es importante para mí—. Aunque también te voy a decir una cosa: creo que tu padre está cambiando. El otro día estaba muy tranquilo, cuidando de Zaida y queriendo estar con ella en todo momento. Sabes que nunca ha sido así. 
   
—¿Tú crees? No sé qué pensar. —Duda—. De todos modos, ten cuidado y en cuanto salgas de la oficina ven a casa y me cuentas. —Asiento con la cabeza. Suhaila cada día se preocupa más por mí. Desde que tuvimos a la niña está más receptiva conmigo y eso me gusta mucho. 
   
Quedan algo menos de veinte minutos para ver a Farid, así que me calzo y me dirijo hacia las oficinas de la policía. Por el camino me fumo un cigarro y cuando estoy casi llegando vislumbro a lo lejos que está esperándome en la puerta. 
   
—Pasa por aquí. —Me guía por un pasillo de luz tenue, hasta llegar a un mini despacho iluminado por una lámpara de color ocre, de la que cuelgan algunas telarañas. 
   
El espacio no es el más adecuado para una reunión de trabajo, pero tampoco me puedo poner exquisito. Me siento en una silla que Farid me tiene preparada y va directo al grano. 
   
—Desde ahora en adelante lo que hablemos en esta sala, se queda en esta sala. ¿De acuerdo? —Su semblante cambia. 
   
Asiento sin rechistar.
   
—Quiero que vendas armas para mí. —¿Cómo?

Me quedo de piedra. ¿Qué me está contando de unas armas? ¿Desde cuando Farid está metido en esto? 
   
—No le vas a contar nada a nadie, y si lo haces enviaré a mis hombres para que maten a Suhaila y a tu hija. —Se me corta la respiración—. Tu padre se dedicaba a esto y tenía el dominio absoluto de todo, pero ahora sus clientes son míos. —Hace varias muecas con la cara simulando una media sonrisa—. Creo que deberías saber que tu padre no era tan bueno como tú te imaginabas. Mucha gente ha muerto debido a las armas que él ha vendido. Conmigo no va eso de aparentar ser buena persona y hacer creer al resto que soy un héroe. Prefiero que me odien y no se acerquen a mí, así no descubrirán a lo que realmente me dedico. ¿De dónde crees que sacaba tu padre el dinero para tener esa casa que ahora es tuya? —No respondo—. Te he llamado porque necesito urgentemente a una persona de confianza para que transporte las armas desde Saná hasta la frontera con Arabia Saudí sin ser sospechoso. Te daré un buen coche y un sueldo más que merecido. Sé que suena arriesgado, y lo es, pero tú solo tienes que llevar la mercancía, dejársela a un civil del que más tarde te desvelaré su nombre y recoger el dinero que te proporcionará en el acto. Eres el candidato perfecto para hacer esto. Joven, inteligente, sin rasgos violentos y, lo más importante, tu historial no está manchado. Irás una vez cada dos semanas hasta la frontera y el resto de días te quedarás aquí con nosotros. Prepararás los pedidos y ayudarás en lo que necesitemos. A Suhaila le dirás que trabajas aquí en la comisaría con nosotros. No te preocupes por mentirle a tu querida mujer, todos lo hemos tenido que hacer alguna vez para sobrevivir. Y recuerda: no debes levantar sospechas, así que ándate con ojo para no mentir más de la cuenta. 
   
Me quedo en shock con su discurso. No soy capaz ni siquiera de contestarle. ¿Es cierto todo lo que me ha contado de mi padre? ¿Se lo habrá inventado para que acepte este trabajo? Si de verdad hacía esas cosas no puedo creer que no me contara nunca nada. ¡Éramos uña y carne! Siempre hablábamos de lo que le preocupaba y compartía conmigo hasta los más íntimos detalles. Esto es realmente fuerte, no puede ser verdad. No puedo asimilar tanta información de golpe. ¡ADEMÁS ME HA CHANTAJEADO! ¡Maldito Farid! ¡Ya Allah!, ¿hasta dónde es capaz de llegar este hombre? Me está usando para no pringarse él las manos y encima me amenaza con matar a mi familia. ¿Pero qué cojones es esto? Lo único que me apetece en estos momentos es partirle la cara a este cabronazo. Sin embargo, me levanto de la silla y me voy sin decir nada. 
   
—¡Chh! —me chista a mis espaldas desde su sillón—. ¿Qué me dices entonces? ¿Aceptas o vas a permitir que tu hija se muera de hambre? —justo dice las mismas palabras que le he dicho a Suhaila hace tan solo una hora.

Sabe hurgar en la llaga para encontrar lo que más daño puede hacerte. Trago saliva antes de contestar y, sin pensarlo mucho, le doy la respuesta que quiere recibir. 
   
—Trabajaré contigo.

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