Di media vuelta para irme hasta que una voz me detuvo.
—¿Betty Cooper?— Habló Cora, acercándose a mi y mirándome con los ojos abiertos como platos. Fijó su mirada en mi vientre, específicamente.
Me giré a mirarla y le sonreí como pude. —Cora... ¿Como estas?—
—Bien... ¿Y tu? Veo que has estado bastante ocupada— Admitió, mirándome de arriba a abajo. —Veo que es cierto. ¿Se puede saber quién es el papá?—
¿A ti que te importa quien sea el papá?
—Jughead— Respondí, con mi mejor sonrisa presumida. —Voy a tener un hijo de Jughead—
Vi que Cora seguía mirándome de arriba a abajo de una manera muy extraña. Era como si le doliera lo que yo le dije y eso me hizo sentir un poco mal.
—Felicidades Betty— Me felicitó ella, con una sonrisa que definitivamente es fingida. —Pero... ¿Ustedes son pareja?—
Esa pregunta me dolió. Lo que me confundía es que habíamos hecho todo lo que las parejas hacen, pero no lo éramos. De ninguna manera.
—Cora— La llamó Jughead, mirándola a ella y luego a mi, después de salir de su oficina. —Fue un placer hablar contigo, pero quisiera estar a solas con la mamá de mi hijo—
Cora asintió y se despidió de nosotros dos con una sonrisa para luego desaparecer por los pasillos. No se si es cosa mía, pero hasta parecía que a ella le había dolido saber que Jughead y yo íbamos a tener un hijo juntos.
Gracias a ella sufrí mucho en el pasado, pero sigue siendo una buena chica y no le deseo ni a ella ni a nadie todo lo que sufrí.
—Betty— Me llamó Jughead, dando unos pasos más cerca de mi, mirándome fijamente. —Antes de que pienses cosas malas sobre...
—No— Lo interrumpí. —Yo no estaba pensando nada malo— Le dije, enojada.
—Pero... pareces enojada y yo...
—Está bien, si, estoy enojada— Admití, mirándolo fijamente. —¿Pero sabes por que lo estoy?—
—No... no logro adivinarlo. ¿Lo de Cora?— Me preguntó.
—¡Que no es por Cora!— Aclaré y me tranquilicé. —Cora no tiene nada que ver. Es una buena chica. Lo que me molesta es que a estas alturas de nuestras vidas no sabemos qué somos—
Él me miró y alzó una ceja. —¿Que no sabemos qué somos?—
—Por favor... siempre te haces el tonto. Nos hemos besado, me has presentado a tu familia, tenemos un perro, tuvimos sexo y ahora vamos a tener un bebé. Es una mitad tuya y mitad mío. Prácticamente vives conmigo y sigues diciendo que somos amigos. ¿Los amigos hacen todo eso? Me dijiste que me amas y yo siento lo mismo. Sabes perfectamente que te amo desde que éramos chicos y no sabes lo mucho que me lastima que sigas diciendo que somos amigos y ya— Reclamé, con las lágrimas bajando por mis mejillas una vez más.
Él permaneció en silencio por un momento y solo me miró. —¿Entonces escuchaste mi conversación con Cora hace unos minutos?—
—Eso no viene al caso— Me defendí.
—Pero... ¿No crees que estas haciendo mucho drama?— Me preguntó.
La ira subió a mi cabeza y no me dejaba pensar. —Olvídalo. Vete al carajo— Le dije y di la vuelta para irme.
—Betty, no— Me dijo, tomándome de la mano con cuidado.
—Suéltame y no te molestaremos más. Solo quería mostrarte lo inquieto que estaba tu hijo— Le dije y me solté de su agarre.
—Betty, ven aquí— Exigió, alcanzándome y parándose frente a mi, bloqueando mi camino.
—¿Que quieres? Acabas de decir que hago mucho drama— Se lo eché en cara, limpiándome las lágrimas.
Él tomó mi rostro entre sus manos y me besó. Me besó de manera dulce y delicada, pero yo no iba a ceder tan fácilmente.
—¿Que crees que estás haciendo?— Le pregunté cuando me separé del beso. —¿Crees que así me olvidaré de lo que pasó?—
—No— Aceptó, tomando mis manos y mirándome. —Pero quiero que en este momento seas mi novia—
Esas palabras fueron muy repentinas. Yo no le respondí y solo lo miré por un momento. Él no apartó su mirada de mi y parecía que me lo pedía de verdad.
—Pero... ¿De verdad quieres que sea tu novia o solo me lo pides para que yo deje de exigirte?— Le pregunté para asegurarme.
—Betty... de verdad quiero que seas mi novia. Te amo, Betty. En estos últimos meses, a pesar de todo el asunto del bebé, me he dado cuenta de que no sales de mi cabeza, no puedo estar un segundo lejos de ti y de solo pensar en que algo pueda pasarte me vuelve loco. Además... amo tanto a ese hijo que llevas dentro que hasta me da miedo. Me aterra pensar en el mundo tan peligroso que deberá enfrentar un niño indefenso. Quiero estar a tu lado Betty— Confesó, posando una mano en mi mejilla.
—¿Por que tienes que ser tan cursi?— Le pregunté, besándolo.
Nos volvimos a besar y nuestras lenguas buscaban juntarse desesperadamente. Podría hacer esto todo el día y no me cansaría. El sujetaba mi rostro mientras me besaba y mis manos estaban sobre sus hombros. Nos separamos por la falta de oxígeno.
—¿Entonces eso es un si?— Me preguntó Jughead, dejando pequeños besos por todo mi rostro, haciéndome reír.
—Si... si— Acepté, volviendo a besarlo.
Él me correspondió y luego ambos nos devolvimos a nuestras oficinas. Terminamos nuestras labores y nos juntamos fuera del edificio para irnos a casa.
En el camino no hablábamos, pero íbamos intercambiando sonrisas y miradas. Todo lo que quise se estaba haciendo realidad, pero no en el orden que yo quería.
El orden no importaba.
Llegamos a casa y desde que entramos y cerramos la puerta, nos besamos otra vez, pero ese beso ya estaba un poco caliente.
Me separé de él y lo miré a los ojos. —Oye... vamos a la habitación— Le pedí.
—¿A que?— Me preguntó, mirándome con una ceja alzada.
—A mostrarte algo— Contesté.
Así fue como lo convencí de subir conmigo a la habitación. Cuando llegamos, lo volví a besar. Él me siguió el beso, pero luego se separó.
—Ya se como terminará esto— Me dijo. —¿Segura que quieres y puedes...? Ya sabes—
—Claro que si— Aseguré, volviendo a besarlo. No había nada que deseara más que estar con mi novio.
Así es... mi novio. Por primera vez en la vida puedo llamar novio al que me gusta.
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