—Y precisamente por eso, en este lugar, esta noche, voy a dar un paso que cambiará mi vida y también la tuya— Aseguró, apretando levemente mi mano mientras me miraba fijamente.
Lo miré con la esperanza de que dijera lo que mis oídos querían escuchar y la ilusión se encendió dentro de mi.
Por fin lo hará. No lo presiones Betty.
El solo me miró hasta que se puso nervioso, bajando la mirada. —¿Sabes que? Tengo algo que decirte... pero será cuando tengamos el estómago lleno— Tomó el menú.
—¿Que?— Pregunté. La ilusión se esfumó de mi. —Pero... ¿Por que no lo haces ahora?—
—Prometo que te lo diré cuando cenemos— Prometió, dándome el menú. —¿Tu que quieres?—
Suspiré y decidí hacer lo que Jughead quiere. Espero que cumpla con su palabra, aunque siempre lo hace. Pedimos algo rico del menú y terminamos de cenar sin hablar mucho. Hasta parecía que él estaba evadiendo lo que me tenía que decir.
—¿Que quieres para tomar?— Me preguntó Jug, tras haber terminado de cenar.
—Un vino estaría bien... pero también quisiera que me dijeras lo que me tienes que decir— Le pedí.
Él suspiró, bajando la mirada. —De acuerdo... de acuerdo. Cuando llegue el vino—
—No. Ahora, Jug— Exigí, con firmeza.
—Prometo que te diré cuando estemos tomando el vino. Quiero que sea... especial— Me dijo.
Rodé los ojos y yo misma llamé al mesero, pero no vi ningún mesero por ningún lado y eso hizo que mi enojo y disgusto aumentaran.
— Tranquila. Yo investigaré qué está pasando y traeré ese vino como sea— Aseguró el, poniéndose de pie y sonriéndome mientras se iba.
—¡Mejor apúrate para que me digas lo que me tienes que decir!— Le grité, pero él ya se había esfumado.
¿Que carajos me tiene que decir y por qué lo pone tan nervioso? ¿Por que le cuesta tanto? Yo no muerdo para que me tema y no me gustan los rodeos.
—¿Betty?— Me llamó una voz conocida, detrás de mi.
Me giré a mirarlo y sonreí al ver quien era. —Chuck...—
—Por Dios Betty... cuanto tiempo— Admitió Chuck, acercándose un poco más a mi, con una deslumbrante sonrisa.
—Si... bastante— Admití, con una sonrisa. —¿Como has estado? Veo que te va muy bien como chef en este gran restaurante—
–Si... bastante bien. Oye... y tu... te felicito por tener una empresa tan exitosa— Me felicitó.
—Lo se... gracias. Ahora las extendimos a otros países y nos va cada vez mejor. Pero Jughead y yo tenemos un trato. La familia nunca dejará de ser lo más importante— Le informé. Esa promesa la hicimos desde que nuestro niño aún era bebé.
—Así debe ser. Tu y Jughead tienen un hijo hermoso. Siempre veo las fotos que pones en las redes sociales— Aseguró Chuck, con una sonrisa.
—Erick lo es todo para nosotros— Contesté. Solo puedo sonreír al recordar a mi hermoso niño.
Él bajó la mirada y sonrió. —Cora y yo llevamos un tiempo juntos y... pronto voy a saber lo que es tener a un pedacito tuyo corriendo por la casa—
Mis ojos se abrieron como platos y lo miré. —¿Serás papá?— Le pregunté.
Él asintió, muy orgulloso. —Nos enteramos hace poco, Betty—
—¡Por Dios! ¡Felicidades!— Lo felicité, poniéndome de pie para abrazar a mi buen amigo.
—Betty... aquí está el...— Habló Jughead, deteniéndose en seco al verme abrazar a mi amigo.
Nos separamos del abrazo y yo lo miré. —Jug... mira a quien encontré—
—Hola Jughead— Lo saludó, con una sonrisa.
—Hola viejo— Respondió Jughead, fingiendo una sonrisa mientras dejaba la botella de vino sobre la mesa. —¿Que hay?—
—Él será padre, Juggie— Informé. Yo estaba muy feliz por mi amigo.
Él abrió los ojos como platos y sonrió levemente. —¿Tu y Cora? Felicitaciones amigo— Lo felicitó.
—Gracias a los dos. Debo seguir trabajando para terminar temprano. Como tú dijiste, Betty, la familia nunca deja de ser lo más importante. Hasta pronto— Se despidió y se fue.
Me despedí de él con un gesto con la mano. Él es un buen hombre y Cora es una gran chica. Los dos funcionaron muy bien juntos y ahora tendrán su propia familia.
Eso me hace feliz.
Volví a sentarme junto a Jughead y él abrió la botella de vino y llenó mi copa y la suya para empezar a tomar, pero él no decía ni una palabra. Se mantenía callado y serio.
—Juggie... ¿Que me querías decir?— Le pregunté mientras me tomaba un trago y lo miraba.
Él no me respondió y solo se llevó un trago de vino a la boca. Un largo trago. Creo que conozco esa expresión.
—Juggie— Lo llamé, poniendo mi mano sobre la de él, por encima de la mesa. —¿Que sucede?—
—No lo se. Pregúntale a tu buen amigo, Betty— Contestó de mala gana, llevándose otro gran trago a la boca.
Suspiré, ya cansada. Esto no es más que una estúpida escena de celos. —¿Acaso estas celoso?—
—No lo se. Tal vez tu amigo sepa responderte eso— Me dijo, sin mirarme.
—Jughead, ya basta— Exigí, poniéndome de pie. —No puedo creer que de verdad estés montando esta escena de celos. Chuck es y seguirá siendo mi amigo. Ademas... está con Cora, están muy felices y hasta tendrán un hijo. Y estoy muy feliz por el—
—Muy bien, Betty. Excelente— Me felicitó irónicamente, poniéndose de pie también. —¿Sabes que? Me parece que aún hay algún tipo de chispa en ustedes—
—¿Cual chispa?— Le pregunté. Esto ya empezaba a enojarme. —Admito que yo le gustaba, pero él a mi nunca me gustó. Nunca hubo ni habrá nada. ¿Por que desconfías de mi?—
—No desconfío de ti, Betty. Solo cuido lo que me pertenece y no confío en él— Confesó, mirándome fijamente.
—¿Lo que te pertenece? ¿Estás hablando enserio?— Le pregunté, soltando una risa irónica.
—Claro, porque tu eres mi novia y la mamá de mi hijo— Aclaró, enojado.
Lo miré fijamente y con enojo. —Yo ya quiero irme a casa, por favor—
—Claro, esto ya no es divertido— Me dijo, dándome la espalda. —Vámonos Betty—
Lo seguí. De mala gana, pero lo seguí. Fuimos al auto, cada quien por su lado.
Claro que me enojé. Me enojé por sus escenas de celos intensas sin razón y por tratarme como una propiedad, un objeto que le pertenece.
A la mierda todo.
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