Maleficio de las piernas unidas

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Se tocó el rostro para verificar que ella no estaba sonriendo, pero su reflejo sí que lo hacía, vaya que sí, nunca se había visto a ella misma tan feliz como lo veía ahora.

Sus latidos comenzaron a acelerarse y comenzó a fruncir más el ceño. Decidió levantar una mano y la niña frente a ella hizo lo mismo, pero en vez de unas cejas arrugadas tenía un brillo maravilloso en sus ojos verdes, sintió envidia porque era ella, pero a la vez no.

A su lado Harry estaba tan cerca del espejo que su nariz casi tocaba su reflejo.

—¿Mamá? —susurró—. ¿Papá?

—Pero, Harry, ¿qué dices?

Miró a su alrededor y no encontró a nadie, volvió a mirar a la niña sonriente y se dio cuenta de que Harry estaba frente al espejo, pero no se reflejaba. Estaba solo ella.

Nora tocó el hombro de su hermano y lo sacó de su ensoñación.

En eso, Harry con una gran sonrisa la tomaba por los hombros y le decía:

—¡Nora, nuestros padres! ¡Aquí! ¡Mira!

Y la puso frente a el espejo de nuevo.

Su corazón latía tan fuerte que parecía querer salirse de su pecho. Con toda la concentración del mundo miró en el reflejo y busco a los lados, pero solo estaba a su otra yo sonriente.

—No los veo, no hay nadie—dijo, ahora mirando a su hermano.

—Que si, que son ellos, ¿acaso no lo ves?

Nora se enojó más, pero no con su hermano, sino con ella misma, porque Harry podía ver a sus padres, pero ella no y se estaba frustrando. Volvió a mirar y la niña le dio un saludo y una sonrisa pícara.

—Aaasshhh

Harry la miraba confundido y le puso una mano en su espalda.

—Lo que veo es a nuestros padres y tú estás a mi lado.

—¿Por qué yo no puedo verlo?

Harry puso esa cara que ponía cuando pensaba mucho en algo, pero no parecía cerca de encontrar una respuesta.

Un ruido lejano los sacó de su ensoñación y acordaron volver a la torre Gryffindor por el momento.

—Nora, ¿qué es lo que ves... en el espejo?—susurró su hermano momentos antes de que cada uno regresara a su dormitorio.

Nora, que estaba ya de espaldas a él, tenía vergüenza de admitirlo, pero era su hermano y a él no podía ocultarle nada, así que lo dijo en un susurro, sin mirarlo a los ojos.

  —Me veo a mi misma.


Al día siguiente Harry le contaba a Ron lo que había visto. Ella no pudo evitar sentir un hueco en el estómago mientras lo escuchaba hablar de sus padres, del color de su cabello, de sus ojos, su sonrisa...

Se levantó y se fue a la biblioteca a buscar información.

Se pasó el resto del día leyendo sobre espejos mágicos, recordaba muy bien que no había entendido ni una de las palabras que tenía escritas en el marco, así que continuó con los que tenían una descripción similar.

Estaba anocheciendo, pero no podía evitar pensar en el tema, no era justo. Harry conocía el rostro de sus padres y ella... ella comenzó a sentir que le faltaba el aire... se sentía... perdida.

Cayó sobre sus rodillas hacia el suelo, con la espalda pegada al estante y las manos en la cabeza. Su oscuro cabello se había soltado de su trenza y ahora le caía sobre la frente.

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