La Mansión Malfoy 2

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Draco:

—¡Tenemos a Malfoy!—gritó una silueta que le apuntaba con la varita.

Draco sujetaba fuertemente la mano de Nora, trató de ocultarla lo más que podía con su cuerpo. El miedo recorrió cada parte de él cuando se dio cuenta de que ellos se acercarían y la verían.

Se dio la vuelta para mirarla, pero se sorprendió cuando no vio nada. Entonces miró su mano, que aún tenía la forma de estar sujetando a alguien.

—Sigo aquí—susurró la voz de Nora—. No tengo idea de qué hice o qué hechizo lancé...

Antes de que Draco pudiera responder, un hombre habló:

—¡Sujétenlos!

Draco miró alrededor y vio a Hermione y Ron con el horror reflejado en sus rostros, dirigió su mirada a Harry y se sorprendió al ver que tenía la cara completamente deformada. Al parecer Hermione había lanzado un hechizo.

Cuando vio al hombre acercándose, Draco susurró rápidamente:

—Nora huye, yo te encontraré—Entonces soltó su mano.—Lo prometo.

Fue lo último que dijo antes de que unas manos lo agarraran con rudeza y lo tiraran al suelo y, antes de que pudiera defenderse, alguien le registró los bolsillos y le quitó su varita. De manera brusca lo pusieron de pie y comenzaron a guiarlo hacia afuera, él echó una última mirada hacia atrás, para asegurarse de que en realidad, Nora se había desvanecido.

—¡Tengan cuidado con Malfoy!—dijo una voz gastada y rasposa, como si se hubiera pasado todo el día gritando—. Por desgracia, sus padres lo quieren vivo.

Entonces escuchó gritar a Ron y a Hermione.

—¡Suéltela! —gritó Ron.

Y de inmediato se oyó el sonido de un puñetazo; Ron gruñó de dolor y Hermione chilló:

—¡No! ¡Déjenlo! ¡Déjenlo!

—A tu novio le va a pasar algo mucho peor si está en mi lista —le advirtió aquella voz ronca, horriblemente familiar—. Vaya muchacha tan deliciosa... Qué maravilla... Me encanta la piel tan suave...

A Draco se le revolvió el estómago. Había reconocido la voz: era la de Fenrir Greyback, el hombre lobo al que permitían llevar la túnica de los mortífagos a cambio de sus feroces servicios.

—Es bueno verte de nuevo, Malfoy —dijo con burla—. Tus padres han estado tan preocupados, tan pero tan preocupados—Greyback caminaba a su alrededor—. La última vez que hablé con ellos hasta parecían dispuestos a perdonar tu traición...

Escuchó la risa de las demás personas alrededor.

—Debiste haber escuchado a tu madre implorar por el perdón de su hijo. Desde que se enteró estuvo dispuesta a entregar su vida por la tuya...

Más risas.

—Una lástima que una madre se desgaste tanto por un hijo que reniega de su familia... —A Draco le latía el corazón tan fuerte que hasta dolía. La lágrimas amenazaban con caer por su rostro, pero de ninguna forma dejaría que Fenrir Greyback las viera—. Puede que hasta el señor Tenebroso esté dispuesto a perdonarte—susurró en su oído produciendo un escalofrío—, pero yo no...

Antes de que pudiera reaccionar recibió un golpe en la cara y cayó al suelo. Un débil pitido comenzó a sonar en su cabeza, poco a poco sus ojos comenzaron a cerrarse. Draco luchaba con todas sus fuerzas por mantenerlos abiertos, pero era una batalla pérdida, lo último que escuchó antes de que el pitido se hiciera más fuerte fue:

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