El regreso de T

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Nora:

Nora se despertó con los brazos de Draco sujetando firmemente su cintura, anoche se había dormido esperando que a que él volviera de darle clases de Oclumancia a Harry.

Se dio la vuelta para mirarlo de frente y comenzó a darle besos por todo el rostro para despertarlo.

—Es la mejor idea para despertarme que se te ha ocurrido—dijo Draco aún con los ojos cerrados.

—No pienso parar hasta que abras los ojos—dijo Nora entre besos.

—Si te das cuenta de que así no voy a querer abrirlos nunca, ¿verdad?

—Pues entonces paro—dijo Nora con una sonrisa.

—Ni se te ocurra—dijo Draco al tiempo que los abría y se acercaba a ella para darle un beso en la boca.

—Buenos días—dijo Nora después de un rato.

—Buenos días, amor.

—¿Cómo estuvieron las lecciones de Oclumancia?—preguntó Nora, pasando su mano por la mejilla de Draco

—Bastante bien, Harry consiguió bloquear su mente, a partir de ahora es sólo práctica, después lo hará hasta de manera inconsciente—explicó Draco.

—Eso es muy bueno—dijo Nora y Draco se le quedó viendo con una expresión un tanto extraña—. ¿Qué pasa?—preguntó.

—Harry tardó un tiempo para bloquear sus recuerdos, así que pude ver algunos—dijo Draco—. Nunca me dijiste que los dejaban sin comer.

Nora comprendió que Draco se refería a sus tíos.

—Sí, bueno, no es algo que me guste recordar—le explicó Nora.

—Parecían unas personas muy desagradables...

—Lo eran—dijo Nora, un poco incómoda—. Es decir, nos acogieron y todo, pero no lo hicieron de la mejor manera, ni de una decente... De todas formas, ya quedó en el pasado y no vale la pena recordarlo.

Draco asintió, preocupado y se acercó para darle un beso en la frente.

Se levantaron y se dirigieron a la cocina. Encontraron a Hermione ahí. Kreacher estaba sirviéndole café y bollos calientes, y ella tenía esa expresión de desquiciada que Nora asociaba con el repaso previo a los exámenes. 

—Túnicas —murmuró la chica saludándolos con un gesto de la cabeza, y siguió revolviendo en su bolsito de cuentas—, poción multijugos, capa invisible, detonadores trampa (deberíais llevar un par cada uno, por si acaso), pastillas vomitivas, turrón sangra narices, orejas extensibles... 

En ese momento entraron Harry y Ron. Engulleron el desayuno y subieron sin entretenerse. Kreacher se despidió de ellos con cortesía y prometió preparar un pastel de carne y riñones para cuando volvieran. 

—Este elfo se hace querer —dijo Ron con afecto—. Y pensar que antes soñaba con cortarle la cabeza y colgarla en la pared. 

Salieron al escalón de la puerta principal con muchísimo cuidado, porque había un par de mortífagos con caras soñolientas observando la casa desde el otro extremo de la neblinosa plaza.

 Tras unos momentos de oscuridad y sensación de asfixia, Nora se encontró en el diminuto callejón donde habían previsto llevar a cabo la primera fase del plan. El callejón todavía estaba desierto (sólo se veían un par de cubos de basura), pues los primeros empleados del ministerio no solían aparecer hasta las ocho en punto, como muy pronto. 

—Muy bien —dijo Hermione consultando la hora—. Tendría que llegar dentro de unos cinco minutos. Cuando la haya aturdido...

—Ya lo sabemos, Hermione —resopló Ron—. ¿Y no teníamos que abrir la puerta antes de que ella llegara? 

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