Pureza de sangre

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Nora:

Dos visitas a la oficina del director en lo que va el año escolar, y es octubre. Genial.

Lockhart se adelantó algo asustado.

—Mi despacho es el más próximo, director, nada más subir las escaleras. Puede disponer de él.

—Gracias, Gilderoy —respondió Dumbledore.

Cuando entraron en el oscuro despacho de Lockhart, hubo gran revuelo en las paredes; Nora se dio cuenta de que algunas de las fotos de Lockhart se escondían de la vista, porque llevaban los rulos puestos. El Lockhart de carne y hueso encendió las velas de su mesa y se apartó. Dumbledore dejó a la Señora Norris sobre la pulida superficie y se puso a examinarla. Nora, Harry, Ron y Hermione intercambiaron tensas miradas y, echando una ojeada a los demás, se sentaron fuera de la zona iluminada por las velas.

Dumbledore acercó la punta de su nariz larga y ganchuda a una distancia de apenas dos centímetros de la piel de la Señora Norris. Examinó el cuerpo de cerca con sus lentes de media luna, dándole golpecitos y reconociéndolo con sus largos dedos. La profesora McGonagall estaba casi tan inclinada como él, con los ojos entornados. Snape estaba muy cerca detrás de ellos, con una expresión peculiar, como si estuviera haciendo grandes esfuerzos para no sonreír. Y Lockhart rondaba alrededor del grupo, haciendo sugerencias.

—Puede concluirse que fue un hechizo lo que le produjo la muerte..., quizá la Tortura Metamórfica. He visto muchas veces sus efectos. Es una pena que no me encontrara allí, porque conozco el contrahechizo que la habría salvado.

Con cada comentario que lanzaba Lockhart, Filch sollozaba. Nora se puso tensa, si el profesor Dumbledore le creía a Filch iban a expulsar a Harry y ella se tendría que irse con él, porque de ninguna manera abandonaría a su hermano y dejaría que volviera solo con los Dursley.

Finalmente, Dumbledore se incorporó.

—No está muerta, Argus —dijo con cautela.

—¿Que no está muerta? —preguntó Filch entre sollozos, mirando por entre los dedos a la Señora Norris—. ¿Y por qué está rígida?

—La han petrificado —explicó Dumbledore.

—Ah, ya me parecía a mí... —dijo Lockhart.

—Pero no podría decir como...

—¡Pregúntele! —chilló Filch, volviendo a Harry su cara con manchas y llena de lágrimas.

Instintivamente Nora puso su mano delante de su hermano. No iba a dejar que Filch le hiciera algo.

—Ningún estudiante de segundo curso podría haber hecho esto —dijo Dumbledore con firmeza—. Es magia negra muy avanzada.

—¡Lo hizo él! —saltó Filch, y su hinchado rostro enrojeció—. ¡Ya ha visto lo que escribió en el muro! Él encontró... en la conserjería... Sabe que soy, que soy un... —Filch hacía unos gestos horribles—. ¡Sabe que soy un squib! —concluyó.

—¡No he tocado a la Señora Norris! —dijo Harry con voz potente, Nora supo que su hermano estaba sintiéndose incómodo al notar que todos lo miraban, incluyendo los Lockhart que había en las paredes.

— Y ni siquiera sabemos lo que es un squib —repuso Nora.

—¡Mentira! —gruñó Filch—. ¡Él vio la carta de Embrujorrápido!

Nora ya sabía de lo que Filch estaba hablando, Harry le había contado que cuando volvía del entrenamiento días antes, había manchado el pasillo con barro y Filch iba a castigarlo, por suerte Nick Casi decapitado había intervenido y lo había salvado, así fue como consiguieron la invitación para el cumpleaños de muerte y es la razón por la que no estaban en la cena de Halloween.

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