Dejemos el odio a un lado

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Nota: Este capítulo contiene una escena un poquito subidita de tono cuando comienza la parte de Nora, pueden esperar al siguiente, si quieren ;)

Draco:

—¡Mi mejor amigo el prefecto!—dijo Blaise anunciándolo a los cuatro vientos.

—Shhh no lo digas tan alto—dijo Draco sonriendo.

—¿Perdón, qué? No escucho nada de lo que dices. ¡Silencio todos! Mi mejor amigo ¡el prefecto! tiene que contarme algo—dijo Blaise mientras caminaban hacia su compartimiento.

—No es para tanto.

—¿Qué no es para tanto? ¿Rubio, acaso no te das cuenta de las posibilidades?—dijo Blaise sentándose.

—¿Qué posibilidades? Si siempre te sales con la tuya—lo picó Draco.

—¿Perdóname? Pero mi apellido es Zabini, no Malfoy.

Draco volteó los ojos.

—Te veo luego, tengo que ir al compartimiento de los prefectos.

—Ya me imaginaba que se te iba a subir a la cabeza, ya no te juntas con los mortales, ¿no?—gritó Blaise, mientras Draco caminaba por el pasillo del tren.

Draco entró al primer vagón y buscó con la mirada. Estaban los dos prefectos de Hufflepuff; Ernie Macmillan y Hannah Abbott, Ravenclawn; Anthony Goldstein y Padma Patil, y luego vio a Pansy Parkinson. Tuvo que sentarse a su lado. Se quedó mirando hacia la puerta.

—No va a venir, no la seleccionaron para ser prefecta—dijo Pansy con cierto tono de burla.

—No estoy esperando a nadie—dijo Draco.

—Por favor, ¿me dirás que no esperabas encontrarla aquí? ¿que no pasaste todo el verano esperando a que llegara este día para verla?—ahora ya no había burla en la voz de Pansy, sino cierta hostilidad.

—Yo no espero a nadie, Pansy —dijo Draco con un tono seco.



El clima seguía sin definirse mientras el tren avanzaba hacia el norte. La lluvia salpicaba las ventanillas con desgana, y de vez en cuando el sol hacía una débil aparición antes de que las nubes volvieran a taparlo.

Por fin el tren empezó a aminorar la marcha y oyeron el habitual alboroto por el pasillo, pues todos se pusieron en pie para recoger su equipaje y a sus mascotas, listos para apearse. Como Pansy y Draco tenían que supervisar que hubiera orden, volvieron a salir del compartimento.

Draco, Blaise, Crabbe y Goyle se subieron al mismo carruaje.

El vestíbulo resplandecía con la luz de las antorchas, y en él resonaban los pasos de los alumnos que caminaban por el suelo de losas de piedra hacia las puertas que había a la derecha, las cuales conducían al Gran Comedor donde iba a celebrarse el banquete de bienvenida.

Los alumnos fueron sentándose a las cuatro largas mesas del Gran Comedor, que pertenecían a cada una de las casas del colegio, bajo un techo negro sin estrellas, idéntico al cielo que podía verse a través de las altas ventanas. Las velas que flotaban en el aire, sobre las mesas, iluminaban a los plateados fantasmas que había desperdigados por el comedor, así como los rostros de los alumnos, que hablaban con entusiasmo intercambiando noticias del verano, saludando a gritos a los amigos de otras casas y examinándose los recientes cortes de pelo y las nuevas túnicas.

Draco se dijo que sólo estaba revisando que todo estuviera en orden, pero lo cierto es que algo muy dentro de él estaba buscando a Nora. Miró a la mesa de Gryffindor como cinco veces en dos minutos, pero no había señales de ella.

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