El ladrón

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Draco:

No podía permitir que Nora se quedara sola con Theodore, no sólo porque ella no conociera el lugar y podrían descubrirla, sino porque la misión que le habían asignado a él era matarla, al parecer habían perdonado a su padre, pero estaba más que claro que no desperdiciarían una oportunidad para volver a ser los favoritos de Voldemort.

—Debo admitir que lo que hicieron con Dirk Cresswell fue asombroso muchachos—estaba diciendo Callicus con un tono que delataba envidia, pero se estaba esforzando por esconderlo—. El señor Tenebroso también se ha enterado y está complacido con su servicio...

Draco ni siquiera escuchaba lo que Callicus estaba diciendo, lo único que le importaba era encontrar a Nora. Miró a Harry, quién también estaba inquieto.

No podían perder mas tiempo, la poción dejaría de hacer efecto dentro de unos minutos, así que le hizo una seña hacia Callicus y Harry asintió.

Draco miró alrededor, el pasillo por el que estaban avanzando estaba desierto.

—Aunque me hubiera gustado que me lo comunicaran antes de actuar por su cuenta, no puedo culparlos, yo también querría salir beneficiado ante el señor Oscuro...

Draco no pudo aguantar más, sacó su varita y apuntó a Callicus, este ni siquiera se dio cuenta cuando murmuró:

—Desmaius.

Callicus Nott cayó como un saco de papas.

—Es muy pequeño como para pesar tanto—dijo Harry mientras ambos se agachaban para recogerlo y esconderlo dentro del primer armario vacío que encontraron.

—Vamos—dijo Draco un tanto desesperado—. Nora puede estar en peligro...

—¿Peligro?—preguntó Harry frunciendo el ceño—. No creo que Theodore sea...

—Theodore Nott tiene la orden específica de matar a Nora, si la descubre...

—¿Por qué yo no sabía esto?—pregunto Harry con pánico en la voz.

—No es momento de explicaciones—dijo Draco y ambos casi corrieron hacia el ascensor, subieron en cuanto se abrió, cuando estuvo a punto de cerrarse encontraron a Ron, quien no los reconoció, pero tenía un aspecto nervioso.

—Bu... buenos días —les dijo tartamudeando cuando se pusieron de nuevo en marcha. 

—¡Ron, somos nosotros!

—¡Chicos! Vaya, ya no me acordaba de su aspecto. ¿Dónde están Hermione y Nora? 

—Hermione ha tenido que bajar a la sala del tribunal con Umbridge. No ha podido negarse, y...—estaba diciendo Harry. Pero, antes de que terminara la frase, el ascensor volvió a pararse y, tras abrirse las puertas, subió el señor Weasley acompañado por una anciana bruja rubia, de cabello tan cardado que parecía un hormiguero. 

—... Entiendo tu punto de vista, Wakanda, pero me temo que no puedo prestarme a... —El señor Weasley se interrumpió al ver a Harry y Draco, a quienes les resultó muy extraño que los mirara con tanto desprecio. El ascensor reanudó el descenso—. ¡Ah, hola, Reg! —saludó Weasley volviéndose al oír el goteo de la túnica de Ron—. ¿No era hoy cuando interrogaban a tu esposa? Oye, ¿qué te ha pasado? ¿Por qué vas tan mojado? 

—Verás, en el despacho de Yaxley llueve —contestó Ron mirando fijamente el hombro de su padre; Draco estaba seguro de que Ron temía que lo reconociera si se miraban a los ojos—. No he podido arreglarlo, así que me han enviado con mi esposa directamente. 

—Sí, es cierto, últimamente llueve en muchos despachos —repuso el señor Weasley—. ¿Lo has intentado con un meteoloembrujo recanto? A Bletchley le funcionó. 

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