Mi padre se enterará de esto #2

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Nora:

—Ese temperamento tuyo...—dijo la profesora McGonagall desde su escritorio, miraba a Nora a través de sus lentes.

Nora estaba en la oficina de la que ahora era la nueva directora de Hogwarts, estaba sentada en un mini banquito contando semillas de calabaza de un enorme tarro. Como ningún alumno podía estar sin supervisión no le habían dado un castigo habitual, ahora tenía que estar todo el día pegada a la profesora McGonagall.

—No me arrepiento—dijo Nora, que iba por la semilla doscientos cincuenta— ¿Cómo se atreve Malfoy a decir eso de Hermione? es decir, lo dijo como si no fuera una persona. Pues está equivocado, los muggles son seres humanos al igual que los magos y no debería importar si tienes sangre limpia o no.

—Te pareces tanto a tu madre—dijo la McGonagall con una pequeñísima sonrisa—, ella también luchaba por lo que creía correcto y defendía a los que se quedaban callados... Fue una excelente bruja.

Las lágrimas de Nora amenazaban con caer, pensó en como sería sido su vida si tuviera a su madre...

—Pero por favor, Nora—continuó la profesora—, tienes que aprender a controlarte, puedes hacerte escuchar sin arrojarles calderos a tus compañeros y faltar el respeto a los profesores.

—Lo intentaré—dijo Nora con una pequeña sonrisa.

La profesora McGonagall levantó una ceja.

—Lo hare—dijo esta vez y ambas sonrieron.



Nora volvió a la sala común junto con la profesora a las seis de la tarde. Aquellos días, la sala común de Gryffindor estaba siempre abarrotada, porque a partir de las seis, los de Gryffindor no tenían otro lugar adonde ir. También tenían mucho de que hablar, así que la sala no se vaciaba hasta pasada la medianoche.

Nora estaba buscando a Harry y a Ron, cuando se cruzó con Dean Thomas.

—Eres muy valiente Nora—dijo Dean con una sonrisa.

—¿Por qué?—preguntó Nora sin entender.

—Tirarle un caldero a Malfoy y gritarle a Snape... Nadie nunca se hubiera atrevido.

Nora sonrió un poco, no pensaba que fuera valiente para nada.

—Um, gracias Dean.

Pasó por su lado y estaba caminando por la sala común, pensando que en realidad, no había hablado mucho con Dean Thomas... Dean... D...

Se dio la vuelta y vio que él aún estaba parado mirándola.

—Dean—dijo Nora, volviendo a acercarse—, de casualidad, ¿me enviaste rosas por San Valentín?

Las mejillas de Dean se tiñeron de rosa.

—Eh... yo... puede—se pasó una mano por el cabello nervioso—, sí... sí lo hice ¿te gustaron?

—Sí, eran muy hermosas—contestó Nora—, te lo agradezco, pero ¿por qué?

—Yo... bueno... tú...

Nora sonrió un poco ante el nerviosismo de Dean.

—Es decir...—continuó Dean—, bueno, me pareces linda, Nora.

Nora no supo que responder, respiró un momento y no sintió su corazón acelerarse... no como cuando veía a Fred...

Justo en ese momento entraron Fred, George, Ginny y Ron Weasley y Harry iba con ellos. En ese momento su corazón dio un pequeño salto.

Dean siguió la dirección de su mirada y dijo:

—Bueno, me gustaría ser tu amigo ¿puedo serlo?

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