Cabeza de Puerco

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Nora:

—Toma —dijo Nora a Harry con inquietud mientras le acercaba un pequeño cuenco lleno de un líquido amarillo—, pon la mano en remojo, es una solución de tentáculos de murtlap pasteurizados y escabechados. Te irá bien.

Harry metió la mano, dolorida y sangrante, en el cuenco. Crookshanks fue hacia Hermione y se enroscó alrededor de sus piernas maullando fuerte; luego saltó a su regazo y se quedó acurrucado.

—Gracias —dijo Harry, acariciando a Crookshanks detrás de las orejas con la mano izquierda.

—Sigo pensando que deberías quejarte de esto —afirmó Ron en voz baja.

—No —contestó Harry cansinamente.

—La profesora McGonagall se pondría furiosa si supiera...

—Sí, lo más probable —admitió Harry—. Pero ¿cuánto crees que tardaría Umbridge en aprobar otro decreto diciendo que cualquier profesor que se queje de la Suma Inquisidora será inmediatamente despedido?

Ron despegó los labios para responder, pero no articuló ningún sonido, y al cabo de un momento volvió a cerrarlos, derrotado.

—Esa mujer es repugnante —afirmó Hermione con un susurro—. Repugnante. Cuando has entrado estaba diciéndole a Ron... que tenemos que tomar cartas en el asunto.

— Yo propongo que la envenenemos —sugirió Ron con gravedad.

—Te apoyo, he estado leyendo sobre venenos...—dijo Nora mirando los libros en su mochila.

—No, en serio... Tendríamos que decir algo sobre lo mala profesora que es y sobre el hecho de que con ella no vamos a aprender nada de Defensa —propuso Hermione.

—Pero ¿qué quieres que hagamos? —le preguntó Ron con un bostezo—. Es demasiado tarde, ¿no? Ya le han dado el empleo, y ahora no se va a marchar. De eso se encargará Fudge.

—Bueno —aventuró Hermione—, se me ha ocurrido... —Miró con cierto nerviosismo a Harry y Nora y prosiguió—: Se me ha ocurrido que a lo mejor ha llegado el momento... de que actuemos por nuestra cuenta.

—¿De que actuemos por nuestra cuenta? —repitió recelosamente Harry, que todavía tenía la mano metida en la solución de tentáculos de murtlap.

—Me refiero a... aprender Defensa Contra las Artes Oscuras nosotros solos—aclaró Hermione.

—¿Pretendes hacernos trabajar aún más? ¿No te das cuenta de que Harry y yo volvemos a tener los deberes atrasados y sólo llevamos dos semanas de curso?

—Pero ¡esto es mucho más importante que los deberes! —protestó Hermione.

Harry, Nora y Ron la miraron con los ojos desorbitados.

—¡No sabía que en el universo hubiera algo más importante que los deberes! —exclamó Ron.

—No seas tonto, claro que lo hay —replicó Hermione, y Nora percibió atemorizada que de pronto la cara de su amiga denotaba aquel tipo de fervor que el PEDDO le solía inspirar—. Se trata de prepararnos, como dijo Nora en la primera clase de Umbridge, para lo que nos espera fuera del colegio. Se trata de asegurarnos de que verdaderamente sepamos defendernos. Si no aprendemos nada durante un año...

—No podremos hacer gran cosa nosotros solos —repuso Ron con desánimo—. Sí, podemos buscar embrujos en la biblioteca e intentar practicarlos, supongo...

—No, estoy de acuerdo contigo: ya hemos superado esa etapa en la que sólo podíamos aprender cosas en los libros —dijo Hermione—. Necesitamos un profesor, un profesor de verdad que nos enseñe a usar los hechizos y nos corrija si los hacemos mal.

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