Quinto Año

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Nora:

Desde el momento en el que terminó el anterior curso, Nora y Harry habían estado encerrados en Grimmauld Place, vigilados las veinticuatro horas del día por los miembros de la Órden de Fénix, que lo conformaban todos los magos y brujas que apoyaban a Dumbledore y estaban dispuestos a luchar contra Voldemort, se les había prohibido comunicarse y habían cerrado todas las entradas a la casa, no querían que absolutamente nadie a excepción de las personas en quien Dumbledore más confiaba supieran de su paradero.

Después de la muerte de Cedric, Harry había intentado darles a sus padres el dinero del premio que había ganado por el Torneo de los Tres Magos, estos lo habían rechazado y le habían dado las gracias por traer el cuerpo de su hijo, así que se los había regalado a Fred y George Weasley.

Nora estaba ansiosa, hoy llegarían a la casa Black los Weasley y Hermione, aunque estuviera constantemente vigilada por Tonks, quien le había caído muy bien, extrañaba a sus amigos.

Nora y Harry estaban sentados en la sala esperando a que la puerta de abriera.

—¡Ron!—dijo Harry, yendo a saludarlo.

—¡Hermione!—dijo Nora que corría y abrazaba fuertemente a su amiga.

El señor y la señora Weasley, entraron y abrazaron a Harry y Nora, después seguía Ginny, que en opinión de Nora estaba más hermosa que nunca, y luego saludaron a George y a Fred.

Nora sintió un pequeñísimo hormigueo cuando abrazó a este último.

Harry, Nora, Ron, Hermione, Fred, George y Ginny subieron a la habitación de Harry, para hablar más en privado.

—¡Snape! —saltó Ron—. ¿Está aquí?

—Sí —contestó Nora, que cerró la puerta con cuidado y se sentó en la cama; Fred y Ginny la siguieron—. Ha venido a dar parte. Es confidencial.

—¡Imbécil! —exclamó Fred sin darse cuenta.

—Ahora está en nuestro bando —le recordó Hermione en tono reprobatorio.

—Eso no significa que no sea un imbécil. Basta con ver cómo nos mira —opinó Ron, soltando un bufido.

—A Bill tampoco le cae bien —intervino Ginny, como si eso zanjara el asunto.

—¿Bill también está aquí? —preguntó Nora. No lo habían visto en la casa—. ¿No estaba trabajando en Egipto?

—Solicitó un puesto de oficinista para poder volver a casa y colaborar con la Orden —aclaró Fred—. Dice que echa de menos las tumbas, pero —compuso una sonrisita de suficiencia— esto tiene sus compensaciones.

—¿Qué quieres decir?

—¿Te acuerdas de Fleur Delacour? —dijo George—. Ha aceptado un empleo en Gringotts para «pegfeccionag» su inglés...

—Y Bill le ha dado un montón de clases particulares —añadió Fred con tono burlón.

—Charlie también ha entrado en la Orden —prosiguió George—, pero todavía está en Rumania. Dumbledore quiere que entren en la Orden todos los magos extranjeros que sea posible, y Charlie intenta captarlos en sus días libres.

—¿Eso no podía hacerlo Percy? —preguntó Harry.

La ultima noticia que tenían del tercero de los hermanos Weasley era que trabajaba en el Departamento de Cooperación Mágica Internacional del Ministerio de La Magia.

Al oír las palabras de Harry, los Weasley y Hermione intercambiaron miradas cómplices y llenas de misterio.

—Pase lo que pase, no mencionen a Percy delante de mis padres —advirtió Ron a Harry y Nora con voz tensa.

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