Shirou yacía en el suelo, sangrando y exhausto, mientras observaba a Bruz de pie frente a él. Los orkos en el campo de batalla se detuvieron en su lugar, observando la escena con curiosidad y respeto por lo que habían presenciado.
Shirou luchaba por ponerse de pie, apoyándose en una rodilla temblorosa. La voz de Bruz rompió el silencio, ahora en un tono más relajado y amigable.
-¿Como te llamas? - preguntó Bruz, mirando a Shirou con una sonrisa burlona. - Soy Bruz, el kaudillo. Pero puedes llamarme... amigo. -
Shirou parpadeó, un tanto desconcertado por la repentina amigabilidad de Bruz. Sus pensamientos se agolparon en su mente mientras intentaba procesar la situación.
- Bruz, Shiruo... no sé a qué te refieres - respondió Shirou con sinceridad, todavía tratando de entender el giro de los acontecimientos.
Bruz rió, como si hubiera hecho una broma ingeniosa que solo él entendiera.
- ¡Ah, no importa! - exclamó Bruz, dando una palmada en el hombro de Shirou de manera amistosa. - ¡Voy a decirles a los chicos que estarán bajo tus órdenes! -
Shirou miró a su alrededor mientras los orkos asentían y aceptaban la nueva autoridad que Bruz les estaba otorgando. Aunque aún estaba confundido, comenzaba a darse cuenta de que las cosas estaban cambiando.
Entonces, en medio de la confusión, la fatiga lo venció y Shirou se desplomó, cayendo en un profundo sueño.
Horas después, Shirou despertó en lo que parecía ser una cama improvisada en una especie de refugio orko. Se incorporó, sintiéndose un poco aturdido, y miró a su alrededor. shioru salio a caminar
Shirou demostró a los dos orkos que se acercaban, el licenciado y otro orko llamado Barri. El licenciado tenía un aspecto más tradicional, mientras que Barri parecía tener una fascinación por la tecnología, como se podía notar por su ojo robótico y su entusiasmo palpable.
- ¡Jefe, jefe! ¡Mire lo que hemos creado! - exclamó Barri, casi saltando de emoción.
El licenciado se aclaró la garganta y presentó con más calma los nuevos mechas improvisados armados con garras y lanzallamas.
- Estos son nuestros prototipos de mechas, jefe. Aunque puedan parecer toscos, tienen potencial en el campo de batalla. - explicó el licenciado.
Shirou resultarán los mecanismos con interés, notando el estilo casero en su construcción y los materiales utilizados. Era evidente que el licenciado y Barri estaban poniendo su ingenio a trabajar con lo que tenían a su disposición.
- Interesante, chicos. Definitivamente pueden tener un impacto en el campo de batalla. - comentó Shirou, asintiendo en aprobación.
Fue entonces cuando Barri tomó la palabra, su entusiasmo contagiando a todos en la habitación.
-¡Estos no son nada comparados con lo que podríamos lograr si tuviéramos acceso a tecnología real! Imagine, jefe, ¡mechas controladas a distancia, armas avanzadas, vehículos mejorados! - exclamó Barri, su voz llena de emoción.
El licenciado suspiró, como si estuviera acostumbrado a las exageraciones de Barri.
- No se emocione tanto, Barri. Sabes que nuestras posibilidades son limitadas con los recursos que tenemos. - comentó el licenciado, aunque no pudo ocultar una sonrisa.
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LA ESPADA DEL EMPERADOR
RandomUn chico con unos ideales de héroe luego de un gran viaje reencarna en un nuevo mundo desconocido con peligros desconocidos y aliados por venir Será la esperanza del imperio y simplemente será una espada más enterrada en los sueños y esperanzas de...