La sala de estrategia estaba llena de anticipación mientras Shirou Emiya daba las últimas instrucciones para la próxima misión. El licenciado, un hombre con años de experiencia en la política y el espionaje, escuchaba atentamente.
- ¿Y ahora qué, Shirou? -preguntó el licenciado mientras miraba los hologramas de las naves en preparación.
- Bueno, lo siguiente es así -respondió Shirou con determinación-. Vox, parece que ya conoces a Yarrick, así que irás con nosotros. Los tres orkos, necesitaremos sus cabezas unidas para esto. Ramses, prepárate con tus mekas; llevarás a tus mejores tiradores de larga distancia y a los mejores mekas disponibles. Kiken y Zoru, ustedes también están en la lista.
Una vez que las instrucciones se hicieron claras, cada facción comenzó a prepararse. Los orkos, en su típico estilo bullicioso, se apresuraron a abordar sus naves, cada una de ellas repleta con un millón de orkos ansiosos por la batalla.
Ramses, por otro lado, supervisó la preparación de su nave Tau, asegurándose de que sus mejores tiradores estuvieran listos y sus mekas en perfecto estado. Con mil hombres bajo su mando, estaban listos para marcar la diferencia.
Por parte de los humanos, la presencia era más modesta. Un pequeño grupo de Ogretes y algunos soldados formaban parte de la misión, todos a bordo de la nave de los Inquisidores.
Sin embargo, notoriamente ausentes estaban los Eldars. Nadie de su raza mostró interés en unirse a la misión.
En la habitación de su hija, Shirou se preparaba para la misión mientras Shidou, su hija, lo observaba con preocupación. Ella tenía preguntas que necesitaba hacer.
- Papi, ¿te puedo hacer una pregunta? - preguntó con timidez.
Shirou, sintiendo la tristeza en la voz de su hija, se acercó y la miró con ternura.
- Claro que puedes, querida. ¿Cuál es tu pregunta? - respondió con cariño mientras continuaba alistándose.
- ¿Por qué peleas? ¿Por qué tienes que irte y dejarme sola por semanas? ¿No puede ir alguien más? - cuestionó la niña, preocupada.
Shirou suspiró mientras trataba de encontrar las palabras adecuadas para explicarle.
- Es mi deber, Shidou. Tengo que representar a nuestro planeta y pelear por él, por todos los que viven aquí. Tal vez un día no sea necesario que yo siga peleando, pero hasta que ese día llegue, seguiré enfrentando conflictos estúpidos. Te quiero mucho, mi hija - dijo Shirou, inclinándose para darle un beso en la frente antes de que ella finalmente pudiera conciliar el sueño.
Mientras tanto, en otro lugar, Lisa y Kienessa tenían una tensa conversación.
- ¡No es no, Kienessa! - exclamó Lisa, firmemente decidida.
Kienessa estaba visiblemente enojada y frustrada por la decisión de Lisa.
- ¿Por qué no? ¿Por qué siempre me tengo que quedar aquí? ¿Nunca puedo pelear? Soy una soldado, sabes - expresó Kienessa enojada hacia Lisa.
Lisa, sin embargo, tenía sus razones y estaba decidida a explicarlas.
- Son órdenes de Shirou. Además, aún no estás lista. Sigues siendo inexperta en el arte de la guerra. - Lisa reprendió a Kienessa, tratando de hacerle entender.
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LA ESPADA DEL EMPERADOR
RandomUn chico con unos ideales de héroe luego de un gran viaje reencarna en un nuevo mundo desconocido con peligros desconocidos y aliados por venir Será la esperanza del imperio y simplemente será una espada más enterrada en los sueños y esperanzas de...