acto 3 sangre para el dios de la sangre

471 60 19
                                    

Shirou estaba en proceso de curar sus heridas tras la intensa batalla, en la que las balas de la disformidad habían alterado su capacidad de regeneración. Sin embargo, un escalofrío recorrió su espalda, alertándole de una nueva amenaza.

Al salir de la base, presenció un panorama desolador: a lo lejos se extendió una marea de fuego que arrasaba todo a su paso. Un incendio voraz que avanzaba rapidamente en direccion a su posicion.

Los orkos también sintieron el peligro y se lanzaron al ataque contra este nuevo enemigo, pero ni siquiera el poderío de los orkos probablemente frenará la embestida. Shirou demostró con horror cómo más de 10 mil orkos fueron consumidos por las llamas mientras la amenaza se acercaba implacablemente.

Shirou intentó anunciar a los Salamandras, pero al llegar a su posición, notó que ya estaban en formación. Sin embargo, el capitán de los Salamandras tenía una expresión de preocupación en su rostro.

-Shirou, ¿qué haces parado ahí? ¡Idiota, prepárate para la batalla! - exclamó el capitán de los marines espaciales, sosteniendo su martillo con furia.

-Es otra oleada de marines traidores - sugirió Shirou rápidamente.

-No es tan sencillo. Parece que nos hemos topado con una muy mala suerte esta vez - admitió el capitán de los Salamandras, mirando con preocupación el próximo enfrentamiento.

-Pero, ¿quién es? - preguntó Shirou con intriga.

-Es uno de los máximos traidores que ha conocido la humanidad. El campeón de uno de los primarcas traidores y un sirviente de los demonios con una furia descomunal... Es Karn el Traidor - declaró el marine espacial, preparándose para el inminente combate contra este formidable enemigo.

Shirou se volvió para ver y disminuyó a un espacio marino mucho más alto de lo normal, teniendo una armadura roja y con unos penetrantes ojos de color esmeralda. Uno de sus brazos estaba expuesto, y emanaba un aura amenazante.

-¡Malditos! ¿Cómo se atreven a detener la pelea solo por un poco de nieve? - rugió Karn, visiblemente enfurecido por la interrupción.

Los Salamandras abrieron fuego contra Karn, pero el traidor avanzaba sin temor. Cargó hacia ellos con una enorme hacha motosierra en mano, ya pesar de la superioridad numérica de los Salamandras, Karn los masacró con su destreza y ferocidad.

-Tú, Salamandra, tienes el atrevimiento de enfrentarme - exclamó Karn, señalando con su hacha al capitán de los Salamandras en desafío.

El capitán Salamandra se preparó y cargó valientemente contra Karn. Sin embargo, el impacto de su martillo contra el traidor fue bloqueado con una instalación aterradora. Karn respondió con un poderoso puñetazo limpio que envió al Salamandra retrocediendo con fuerza.

A pesar de la velocidad del Salamandra para recuperarse, Karn no mostró impaciencia y se abalanzó sobre él. Lo tacleó y lo estrelló brutalmente contra una gran roca cercana. Aunque el Salamandra reparare recuperarse, fue recibido con otro golpe devastador que lo envió rodando por una pequeña pendiente.

A pesar de sus esfuerzos, el Salamandra no pudo asestar un golpe efectivo contra Karn. Sus ataques fueron bloqueados con desprecio o no causaron el daño esperado ante la imponente figura del traidor.

Las cuchillas del hacha de Karn perforaron el pecho de la Salamandra, pero este cambió apartarse un tiempo antes de que su factor de regeneración lo sanara. Karn soltó una risa burlona mientras levantaba su hacha, preparado para el golpe final.

LA ESPADA DEL EMPERADOR Donde viven las historias. Descúbrelo ahora