Shirou se encontraba exhausto, su cuerpo dolorido por la intensidad de los recientes ataques del Imperio. Durante los últimos seis meses, las agresiones habían aumentado considerablemente, y tanto él como los orkos se enfrentaban a una lucha incansable para proteger el nuevo imperio que habían establecido.
Dos aspectos llamaron la atención de Shirou en medio de todo el caos. Primero, notó un patrón entre los orkos: con cada batalla que sobrevivían, parecían crecer en tamaño. El caso más sorprendente era el de Bruz, cuya altura ahora alcanzaba los 9 metros, lo cual era un desarrollo inusual incluso para los orkos.
El segundo aspecto que inquietó a Shirou fue la impresionante rapidez con la que la población de orkos estaba aumentando. Según Vox, los orkos se reproducían a través de esporas que no solo fertilizaban el suelo, sino que también aceleraban su reproducción. Esta multiplicación resultó en un número asombroso de 100,000 orkos, una cifra que incluso Bruz consideraba modesta.
En el bando de los humanos, las campañas para recuperar prisioneros y habitantes habían dado sus frutos. Ahora contaban con una población de 15,000 humanos, que habían logrado cultivar alimentos gracias a la fertilización del suelo. Sin embargo, se avecinaba una campaña aún mayor: la destrucción de la colmena, el antiguo centro de opresión.
Shirou decidió esperar seis meses más para reunir un número mayor de orkos bajo su liderazgo. A sus 18 años, ya había acumulado 150,000 orkos listos para la batalla. El momento de atacar el corazón del Imperio había llegado, y así liberar a su mundo de la opresión.
Dividió a los orkos en dos grupos: uno destinado a destruir la colmena y otro para proteger la base. 50,000 orkos quedaron atrás, dispuestos a enfrentar las batallas que se presentaran. Mientras tanto, los otros 100,000 orkos avanzaban hacia la ciudad colmena.
El plan implicaba el uso de helicópteros improvisados para el transporte. Shirou se unió a los exploradores, que lideraban el ataque desde el aire. Junto a él estaban el Licenciado y el Comisario Barri, ambos listos para la acción. En tierra, Bruz lideraba el grupo de demolición.
Sin embargo, los planes se vieron interrumpidos cuando uno de los helicópteros fue derribado por una ráfaga de disparos provenientes de marines espaciales. El ataque tomó por sorpresa a los orkos, pero Shirou reaccionó rápidamente y comenzó a eliminar a los enemigos desde tierra firme.
Mientras ascendía con determinación, Shirou desataba una lluvia de flechas desde su arco, abatiendo a varios marines espaciales y abriendo su camino hacia la zona superior del edificio. Finalmente, llegó a una pequeña construcción donde aún quedaban supervivientes, asustados por su llegada repentina.
Con una voz serena, Shirou intentó calmarlos: - Tranquilos, no les haré daño. He venido a rescatar a los sobrevivientes, no tienen por qué temer. Si me siguen, les prometo una vida mejor.
Dentro del lugar, encontró a un total de 40 personas: 10 hombres, 16 niños y 16 mujeres. Sus palabras generaron dudas en el aire, pero poco a poco comenzaron a acceder a su propuesta. Una niña pequeña, con cabello blanco y un vestido blanco, se acercó con su oso de peluche en mano.
-Señor, ¿usted lo promete? - preguntó la niña con una mezcla de esperanza y cautela.
Shirou sonrió y respondió con sinceridad: - Lo prometo, pequeña.
La niña acarició su peluche y murmuró: - Ves, Teddy, vamos a salir de este lugar.
Sin embargo, la esperanza fue abruptamente interrumpida por un fuerte tirón que atrajo a Shirou hacia atrás. Un marine espacial, de rango superior, lo detuvo y disparó a sangre fría en el pecho. Shirou cayó herido, y el marine entró en la construcción sin mediar palabra.
Dentro, el marine comenzó a disparar indiscriminadamente, alegando que aceptar el trato de un hereje era un crimen contra el imperio. Los disparos resonaron en el interior y Shirou, a pesar de su herida, se impulsó para entrar y enfrentar la masacre.
El horror llenó su visión cuando vio que el número de sobrevivientes se redujo dramáticamente a 15: 5 niños, 5 mujeres y 10 hombres. Los supervivientes rogaban al marine espacial, sosteniendo a la niña con el peluche, que no los matara entre ellos. La niña, con determinación, extendió su osito de peluche como símbolo de rendición.
Pero la empatía fue ignorada por la obstinación del marine espacial, que golpeó brutalmente a la niña, dejándola herida y sangrando contra la pared. La ira ardía en el pecho de Shirou, y su voz resonó con furia:
-¿¡Qué estás haciendo!? ¿¡No se supone que eres un soldado que lucha por la humanidad!?
El marine, con arrogancia, reveló su verdadera lealtad: - No lucho por la humanidad, lucho por el emperador. Y esta gente merece morir; traicionaron al Imperio, aunque tú no lo entenderías.
La traición a los ideales y la brutalidad del marine espacial aturdieron a Shirou. ¿Eran estos los supuestos "salvadores de la humanidad"? ¿Era este el Imperio por el que luchaban?
apesar del caos y la violencia que acababa de presenciar, Shirou sintió la necesidad de disculparse con los supervivientes que aún estaban presentes en la construcción. Se acercó con cuidado, su rostro mostrando empatía y remordimiento por lo que habían vivido.
- Lamento mucho que hayan tenido que presenciar esta tragedia. No era mi intención que enfrentaran tal horror. Por favor, sepan que mi objetivo es rescatar a cuantos pueda y liberar a este mundo de la opresión. - sus palabras salieron con sinceridad y pesar.
Los supervivientes, aún en estado de shock, lo miraron con cautela y temor, pero sus palabras resonaron en sus corazones. A medida que Shirou hablaba, el llanto y el miedo comenzaron a ceder, reemplazados por una chispa de esperanza.
- Confíen en mí, los orkos que están luchando a mi lado no son lo que aparentan ser. Son luchadores valientes que han decidido unirse a mí en esta batalla contra la tiranía. - sus palabras resonaron con determinación mientras miraba a los rostros expectantes.
La niña de pelo blanco, que había sostenido a su oso de peluche con tanto cariño, caminó hacia Shirou con una mezcla de valentía y curiosidad en sus ojos. Extendió el oso hacia él con una sonrisa temblorosa.
- Señor, este oso ha sido mi compañero durante mucho tiempo. Quiero que lo tenga como un amuleto de suerte. Por favor, devuélvamelo cuando nos volvamos a encontrar. - su voz, aunque suave, llevaba un tono de determinación que conmovió a Shirou.
Él aceptó el oso con gratitud y respeto, asintiendo solemnemente. - Lo llevaré conmigo y lo cuidaré como un tesoro. Te prometo que lo devolveré cuando nos encontremos de nuevo.
La niña asintió con una sonrisa y volvió a abrazar a su oso, mientras los demás supervivientes comenzaban a asimilar las palabras de Shirou y a encontrar un atisbo de esperanza en medio de la oscuridad.
Después de un último vistazo lleno de determinación, Shirou se dio la vuelta y se encaminó hacia la puerta, listo para enfrentar lo que viniera. El oso de peluche colgaba de su cinturón, un recordatorio constante de la responsabilidad que llevaba y la promesa que había hecho
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LA ESPADA DEL EMPERADOR
RandomUn chico con unos ideales de héroe luego de un gran viaje reencarna en un nuevo mundo desconocido con peligros desconocidos y aliados por venir Será la esperanza del imperio y simplemente será una espada más enterrada en los sueños y esperanzas de...