acto 2 nuevas costumbres aprendidas

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Shirou enfrentó un desafío importante: lograr que los orkos y los humanos convivieran en armonía. Al principio, la situación era tensa. Los orkos, por su naturaleza agresiva, se burlaban de los humanos, y estos últimos respondían con malas palabras. A pesar de los esfuerzos de Shirou, la diferencia en sus culturas y comportamientos parecía insuperable.

Sin embargo, Shirou comprendió que, en lugar de forzar la convivencia total, lo mejor sería establecer un equilibrio y respetar sus diferencias. Los humanos tenían su propia colonia separada de los orkos, lo que les proporcionaba un espacio seguro. La comida era suficiente, en parte gracias a la habilidad culinaria de Shirou, quien cocinaba la carne de los garrapatos de manera deliciosa para los humanos. Además, había un lago cercano para obtener agua, lo que beneficiaba tanto a los humanos como a los orkos.

Aunque los humanos no estaban resentidos con Shirou, la relación con los orkos era tensa. Los orkos eran bruscos, y aunque respetaban la autoridad de Shirou, los humanos seguían siendo cautos.

Shirou recibió un gesto inesperado de los orkos: le construyeron una torre hecha de chatarra, una especie de refugio personal con una habitación y una oficina. Aunque todo era rudimentario, Shirou apreció el gesto como un signo de respeto y gratitud.pero aun la relacion de los orkos y humanos era seria a s que decidio buscar algo de ayuda 

Shirou se acercó a Vox, líder del grupo de rebeldes humanos, para discutir la situación entre los humanos y los orkos. Sabía que Vox tenía una perspectiva única y podría ofrecer ideas valiosas sobre cómo abordar el problema. Encontraron un rincón tranquilo en medio de la ciudad orkoide y comenzaron a conversar.

"Vox, has estado observando cómo los humanos y los orkos interactúan entre sí. A pesar de nuestros esfuerzos, todavía parece que hay una brecha considerable entre ellos. Los orkos siguen siendo despectivos con los humanos, y los humanos, aunque no lo admitan abiertamente, todavía sienten una profunda desconfianza hacia los orkos."

Vox asintió, comprendiendo la preocupación de Shirou. "Sí, es cierto. Los orkos y los humanos tienen historias y culturas muy diferentes. Los orkos son conocidos por su agresividad y su amor por la lucha, mientras que los humanos tienen una mentalidad más estructurada y civilizada. Estas diferencias pueden generar malentendidos y tensiones."

Shirou continuó, "Exactamente, Vox. Aunque hemos logrado algunos progresos, siento que aún hay mucho por hacer para lograr una verdadera convivencia. No quiero que esta unión entre orkos y humanos sea solo superficial. Quiero que realmente se comprendan y respeten mutuamente."

Vox cruzó los brazos, pensativo. "Tienes razón, Shirou. Pero cambiar la percepción y la mentalidad arraigada de décadas no será fácil. Sin embargo, creo que hay algo que podría ayudar a acelerar el proceso. ¿Qué tal si organizamos un evento, una especie de celebración o actividad en la que tanto orkos como humanos puedan participar juntos? Algo que les permita compartir experiencias y conocerse de manera más informal."

Shirou se iluminó ante la idea. "Eso podría funcionar. Una celebración que muestre tanto las tradiciones orkas como las humanas, algo que les permita apreciar las similitudes y diferencias en un ambiente relajado. Podría ser una excelente oportunidad para romper el hielo y fomentar la interacción entre ellos."

Vox sonrió. "Exacto, y no tiene que ser algo grandioso. Puede ser un evento sencillo, pero significativo. Algo que les haga ver que no son tan diferentes como creen."

Shirou asintió con entusiasmo. "Voy a trabajar en eso. Creo que podríamos hacer que los líderes orkos y humanos se unan en la organización de este evento. Así demostramos que estamos trabajando juntos para superar nuestras diferencias."

Vox asintió con aprobación. "Esa es una excelente idea, Shirou. Además, también podríamos usar a los niños como un ejemplo de unidad. Organizar actividades para ellos, donde los orkos y los humanos participen juntos, podría tener un impacto profundo en cómo se ven mutuamente."

Shirou sonrió, agradecido por la perspicacia de Vox. "Gracias, Vox. Tu visión y tu apoyo son invaluables. Creo que estamos en el camino correcto para construir una relación más sólida entre orkos y humanos."

A pesar de los esfuerzos de Shirou, la relación entre los dos grupos parecía estar en un punto muerto, hasta que ocurrió un incidente que cambió la dinámica por completo. Un orko trabajaba en su taller cuando un grupo de niños lo golpeó accidentalmente con un triciclo que Shirou les había hecho. Los niños estaban asustados, pero en lugar de enfadarse, el orko respondió de manera sorprendente: en lugar de regañarlos, pintó el triciclo de rojo y lo mejoró.

Cuando los padres de los niños, preocupados, fueron a buscar al orko con la ayuda de Shirou, se sorprendieron al encontrar al orko en el triciclo, listo para saltar una rampa que había construido. Los niños estaban emocionados y animaban al orko. Esta interacción, llena de risas y diversión, fue un punto de quiebre. Los orkos comenzaron a ver a los humanos como divertidos y los humanos comenzaron a ver a los orkos con una nueva perspectiva, considerándolos como seres con la mentalidad de niños y deseando protegerlos.

Este incidente marcó un cambio significativo en la relación entre humanos y orkos. Comenzaron a interactuar más y a ayudarse mutuamente. Los orkos veían a los humanos como seres dignos de protección, mientras que los humanos valoraban la inocencia y la perspectiva única de los orkos. Aunque estos cambios eran positivos, Shirou sabía que todavía había obstáculos que superar para lograr una convivencia plena y duradera entre ambos grupos.


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