acto 6 El trato inesperado

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Shirou se sintió aliviado de que la Eldar hubiera aceptado su oferta, aunque notó la reacción de sorpresa y confusión por parte de su propio grupo y de los Eldar.

- Acaso un Eldar aceptó... ¿un trato con un humano? - exclamó Kinessa, claramente perpleja por la situación.

- Sí, es como si estuviera viendo un milagro. Esto es totalmente inesperado - agregó Vox, sin poder comprender del todo lo que estaba sucediendo.

Lisa, por su parte, se mantenía en silencio, observando la situación con atención.

Los Eldar también estaban en un estado de desconcierto, tratando de procesar la inusual decisión de su compañera.

El Eldar de cabello blanco se bajó de su meca y corrió en dirección a la Eldar y Shirou, expresando su desaprobación con vehemencia.

- ¡Kiken, qué demonios estás pensando! ¿Hacer trato con este sucio Mon Kai? - exclamó, su voz llena de desconfianza y disgusto. A pesar de su apariencia delgada, su imponente altura de 1,95 metros lo hacía destacar.

La Eldar llamada Kiken intentó defender su elección ante su compañero.

- Por favor, Kitai, hay que tener fe en los humanos. No todos son malos, y además, él no nos atacó. Creo que debemos darle una oportunidad - argumentó Kiken, tratando de convencer a su compañero.

Finalmente, Kitai, aunque en desacuerdo, cedió a la opinión de Kiken, lo que llevó a que los Eldar bajaran sus armas y comenzaran a seguir a Shirou.

Al llegar a la ciudad, los Eldar quedaron sorprendidos al ver la comunidad de Orkos, humanos y Taus coexistiendo en armonía.

- No puedo creer que esos bárbaros Orkos estén en acuerdo con los Mon Kai, y encima con esa cara de pez - comentó Kitai, asombrado por lo que veía a su alrededor.

Mientras Kiken se mostraba emocionada y hacía preguntas a Shirou sobre cómo surgió la idea de hacer tratos con ellos, Kitai mantenía una actitud desconfiada y recelosa.

Después de un tiempo, los tres llegaron a una habitación donde pudieran hablar en privado. En ese espacio, Shirou se sentó en un trono que había sido construido por los Orkos, preparándose para escuchar lo que los Eldar tenían que decir.

- Entonces, ¿qué es lo que querían discutir? - preguntó Shirou, buscando comprender la razón detrás de su reunión.

Kiken comenzó a hablar sobre su situación, pero fue interrumpida por Kitai, quien expresó su desacuerdo con la idea de quedarse en el planeta.

- No podemos hacerlo, Comandante. No solo porque no debemos hacer tratos con estos seres, sino también porque nos convertiríamos en un blanco fácil para ellos - argumentó Kitai, intentando presentar una perspectiva más realista y cautelosa.

Kiken, por su parte, quedó en silencio ante el comentario de Kitai, reconociendo en su interior que él tenía razón. Quedarse en un solo lugar sería peligroso y vulnerable.

En ese momento, Shirou decidió intervenir, ofreciendo su ayuda y la de su ejército.

- Podemos ayudarlos - declaró Shirou, levantándose de su asiento para llamar la atención de ambos Eldar -. Mi pueblo y yo no tenemos problemas en brindarles ayuda, siempre y cuando valoren positivamente nuestra civilización y estén dispuestos a quedarse el tiempo necesario. Créanme, he enfrentado situaciones difíciles y sobrevivido a lo peor. Pueden contar con mi ejército.

Esta declaración dejó a Kitai asombrado. Un humano estaba dispuesto a arriesgar su propia vida y la de su ejército por seres que normalmente despreciaban a la humanidad. Kiken también quedó impactada por la oferta de ayuda, sin embargo, aún tenía dudas y temores.

- Entiendo tu oferta, Shirou, pero no podemos ignorar la historia que existe entre nuestros pueblos. La confianza no es algo que se pueda ganar tan fácilmente. Y como bien mencionó Kitai, estamos en un territorio desconocido y vulnerable - expresó Kiken, tratando de equilibrar su emoción con la cautela.

Shirou asintió, reconociendo la validez de sus preocupaciones.

- Lo entiendo, Kiken. Sé que no es algo que se pueda resolver de la noche a la mañana, pero quiero demostrar que no todos los humanos son enemigos. Si están dispuestos a dar una oportunidad, yo también lo estoy - respondió Shirou con sinceridad.
Mientras Kiken expresaba su agradecimiento abrazando a Shirou repetidamente, este se sentía un tanto incómodo por la efusividad de la reacción. Kitai, por otro lado, reaccionó de manera mucho más intensa, liberando un poder psíquico que emanaba de sus ojos y desencadenando un estallido de energía.

Este suceso marcó un punto de inflexión para los Eldar, quienes, gracias a la recomendación de Kiken, comenzaron a confiar en Shirou. Kitai, a regañadientes, se convirtió en el segundo al mando del imperio de Shirou, aunque él realmente no quería asumir ese papel. Sin embargo, Kiken lo instó a hacerlo y, finalmente, aceptó.

Para celebrar la nueva alianza, Shirou organizó un banquete especial para los Eldar, a pesar de que inicialmente se mostraron reacios a comer. Sin embargo, la admiración de Kiken por el sabor de la comida de Shirou animó al resto a probar también, lo que resultó en una grata sorpresa para ellos.

Los Eldar, que habían tenido una opinión despectiva de los humanos, comenzaron a cuestionar sus prejuicios después de probar la comida de Shirou. Aunque seguían siendo cautelosos, comenzaron a verlo de manera un poco más positiva.

En medio de todo esto, la relación entre Kiken y Shirou comenzó a mejorar gradualmente. Pasaron tiempo juntos, compartieron historias y experiencias, lo que llevó a que se consideraran amigos. Kiken también encontró afinidad con Shidou, la "hija" de Shirou, lo que contribuyó aún más a la mejora de sus relaciones.

Por otro lado, Kitai seguía manteniendo su resentimiento hacia Shirou, aunque no podía evitar preguntarse algo en medio de este nuevo panorama. La pregunta surgió en su mente, un dilema que lo atormentaba mientras observaba el desarrollo de los eventos en este extraño mundo.
   Aunque

Una duda la cual shirou tenía respecto a los eldars

Y esa pregunta se la haría a kiken

Y esa pregunta se la haría a kiken

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( Imagen de kiken )

( Apariencia de kitai obviamente sin las serpientes remplazandolas con un pelo blanco largo )

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