Habían cambiado una vez más de ecosistema, ahora encontrándose en una montaña cubierta de nieve. Draco afirmaba que el final de su travesía, que incluía enfrentamientos con demonios y dioses del caos, se encontraba en la cima de esta montaña.
Cada miembro del grupo avanzaba a su propio ritmo, como si no hubieran perdido más de un millón de soldados en las batallas previas.
- (¿Cómo pueden mantener tanta calma después de todo lo que ha sucedido?) - se preguntaba Shirou mientras observaba a los demás.
Los orkos, por supuesto, se encontraban en su elemento, disfrutando de la lucha y el caos.
Lisa parecía estar acostumbrada a situaciones como estas, como si fuera una rutina para ella.
Draco, siendo un marine espacial con más de 150 años de experiencia, estaba completamente capacitado para manejar tales desafíos.
Y luego estaba Yarrick.
Shirou se acercó a Yarrick, quien estaba montado en su peculiar tanque. Sin embargo, Yarrick parecía no prestarle mucha atención.
- Dime, hereje, ¿qué es lo que quieres? - preguntó Yarrick sin prestarle verdadera atención a Shirou.
- Bueno, es que me preguntaba... jeje, ¿cómo es que aún no te has retirado? No es por insultarte ni nada, pero es una pregunta que tengo - dijo Shirou con una risa nerviosa mientras se rascaba la mejilla.
Yarrick siguió con su semblante imperturbable, como si las palabras de Shirou apenas hubieran resonado en él.
- Mira, chico, no es muy tarde para que sostenga esta pistola, así que mientras mi voluntad me dicte que luche, seguiré haciéndolo - dijo Yarrick, sin darle muchas vueltas al asunto.
- Bueno, tiene sentido, pero... no entiendo cómo es posible que en las otras ocasiones casi muera mientras que tú salgas casi intacto, sin recibir casi ningún rasguño. Es como si tuvieras algo a tu favor - dijo Shirou, con duda evidente en su voz.
En ambos enfrentamientos anteriores, Yarrick salió ileso, mientras que Shirou resultó con todos los huesos rotos y plagado de enfermedades de todo tipo.
Cansado de oír las preguntas de Shirou, Yarrick apuntó su arma hacia él.
- Mira, niño, no es algo que te importe realmente, y sinceramente, ya deberías estar muerto. Solo diré que tengo mejor suerte que tú - decía Yarrick, mientras jalaba el gatillo.
Shirou logró esquivar el disparo, pero vio cómo la bala impactaba en un demonio que estaba detrás de él. Esto dejó a Shirou intrigado, pero su atención cambió cuando del cielo comenzaron a surgir auroras.
Estas luces parecían formar un puente entre sí, y Shirou podía sentir que era una especie de energía disforme. Era un espectáculo asombroso digno de admirar.
Sin embargo, no todo era positivo.
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LA ESPADA DEL EMPERADOR
RandomUn chico con unos ideales de héroe luego de un gran viaje reencarna en un nuevo mundo desconocido con peligros desconocidos y aliados por venir Será la esperanza del imperio y simplemente será una espada más enterrada en los sueños y esperanzas de...