acto 4 armas contra shirou

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Shirou entró en la zona de batalla, sus dos pistolas en mano, listo para enfrentarse a los Ángeles de la Muerte que estaban enfrascados en una lucha contra los orkos. Al notar la presencia de Shirou, los ángeles se volvieron hacia él y comenzaron a dispararle con precisión mortal.

Con agilidad sobrenatural, Shirou se movió entre las balas, esquivando cada proyectil que se dirigía hacia él. A medida que avanzaba, disparó sus pistolas con precisión letal, derribando a varios de los ángeles. La batalla estaba en pleno apogeo, y Shirou sabía que no podía permitirse ningún error.

En un movimiento rápido, Shirou chocó su espada con la de un espacio marino. El impacto resonó a través del aire mientras ambos luchaban por la ventaja. El marine modificó hacer un corte en el pecho de Shirou, haciendo que la sangre brotara de la herida. Shirou retrocedió, aprovechando la distancia para lanzar una salva de espadas explosivas hacia los marines, eliminando a varios de ellos al instante.

A pesar de que eran humanos, los marines espaciales poseían una fuerza y ​​habilidades comparables a las de los servants. Shirou sabía que debía ser cauteloso en su enfrentamiento con ellos. Recordó el poderoso guerrero Karn, cuyas capacidades podrían rivalizar con las de cualquier sirviente en la Guerra del Santo Grial.

Utilizando sus espadas explosivas, Shirou infligió un daño significativo, pero notó cómo los marines evadían sus ataques con agilidad. Decidiendo cambiar de estrategia, Shirou se acercó a uno de los marines y chocó su espada motosierra contra la del marine. En medio del choque, el marine realizó un rápido ataque hacia el rostro de Shirou, quien lo esquivó por un pelo. En respuesta, Shirou penetró la armadura del marine con su espada, infligiendo una herida en el pecho.

Sorprendentemente, el marino parecía apenas afectado por la herida. Retiró la espada de su cuerpo y continuó luchando con una determinación feroz. Shirou descubrió asombrado cómo el marine continuaba combatiendo a pesar de haber atravesado su pecho.

La intensidad de la batalla aumentaba, y en medio del caos, Shirou sintió un impacto en su hombro. Una bala le logró, provocó un dolor punzante. Sin embargo, en lugar de detenerlo, esto solo aumentó su determinación. Shirou apretó los dientes y siguió luchando su objetivo claro en medio del fragor de la batalla.

El disparo que Shirou recibió le causó un dolor familiar, como si reviviera una experiencia pasada. Eran balas disformes, y ese tipo de dolor lo había sentido antes. El marino que le disparó por la espalda le infligió cinco disparos más, descubriendo un dolor agudo y penetrante en su cuerpo.

Pero la tormenta apenas comenzaba. Granadas de gas fueron arrojadas cerca de Shirou, y aunque parecían no afectar a los marines espaciales, para él fue un tormento insoportable. Cada centímetro de su cuerpo parecía arder en un dolor agonizante. Su agonía se manifestaba en sangre que brotaba de sus ojos, enrojeciéndolos por la sangre que se filtraba.

En medio de su sufrimiento, Shirou sintió un fuerte golpe en la cabeza. Un marine lo había pisoteado, y lo levantó del pelo con mano firme. En su otra mano sostenía una granada de gas, que estaba a punto de ser colocada directamente en la cara de Shirou.

Las palabras del marine resonaron en sus oídos mientras el terror y el dolor se entrelazaban. Esa arma había sido creada para destruir todo rastro de su ADN y poder. Shirou estaba atrapado, su regeneración y sus circuitos mágicos no eran necesarios para enfrentar esa amenaza.

El gas que se filtraba de la granada parecía corroer su ser, y el dolor intenso se centró en sus circuitos mágicos, como si estuvieran siendo desgarrados uno por uno. Shirou comprendió la gravedad de la situación: sus circuitos mágicos estaban siendo destruidos, su conexión con la magia estaba siendo borrada.

A pesar del tormento y la devastación que enfrentó, una chispa de determinación ardió en su interior. Si no fuera por la cantidad de circuitos mágicos que poseía y su capacidad de regeneración, se enfrentaría a su fin en ese momento. La importancia de sus circuitos mágicos se volvía más clara que nunca mientras luchaba por resistir la destrucción de su ser.

La granada en cuestión tenía el potencial de aniquilar a un cuarto lleno de magos, sin importar la cantidad de circuitos mágicos o el poder mágico que poseyeran. Era una amenaza temible incluso para un Caster, dejándolo completamente inutilizado. Era una creación que el mismo asesino de magos se sentiría orgulloso de haber ideado.

Y ahora, esa arma se volvio una amenaza para Shirou. La granada había hecho estragos en sus circuitos mágicos, dejándolo incapaz de usar su magia y desactivando Avalon, que ya no podía regenerarlo. Además, las balas disformes que lo lograron antes complicaban aún más su situación.

Los marines espaciales no mostraron piedad. Pateaban a Shirou en el suelo mientras otro marino se unía a la paliza. Los golpes eran dolorosos y debilitantes, y Shirou estaba exhausto y herido. Los marines dispararon balas normales de sus bólteres hacia él, viendo cómo su capacidad de regeneración se detenía. La combinacion del gas y las heridas estaba surtiendo efecto.

Mientras los marines discutían sobre matar a Shirou, otro marine de mayor envergadura se interpuso en su camino, bloqueando su acceso a él.

-Te encontré - declaró el marino con una voz profunda y amenazante.

LA ESPADA DEL EMPERADOR Donde viven las historias. Descúbrelo ahora