acto 5 El templo del placer

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El número de soldados había disminuido considerablemente, quedando solo un pequeño escuadrón de 300 hombres, mientras que los Salamandras sumaban 50 de sus miembros. Los Orkos, por su parte, se encontraban en mayor número, con aproximadamente 30 mil de ellos.

Draco observaba el mapa de los portales demoníacos, indicando que ese era el lugar donde todo culminaría.

- Aquí es la señal. Aquí es donde todo llegará a su fin.- dijo Draco seriamente

Yarrick, siempre precavido, se preparaba para enfrentar lo que se avecinaba, cargando su arma con determinación.

- Prepárense para lo peor. En este lugar, encontrarán toda la depravación posible.- dijo yarrick en su torno habitual

Mientras tanto, Shirou se había recuperado en cierta medida de la experiencia traumática de las muertes repetidas y había llegado a una nueva perspectiva.

- Estoy bien, Lisa. He pasado por algo extraño, pero ya estoy bien. Tenemos que seguir adelante.- dijo shirou firmemente

Materializó una espada demoníaca, demostrando que estaba listo para enfrentar lo que se presentara. Los grupos se dividieron para explorar diferentes pasillos y rutas en ese extraño lugar.

Shirou se unió a los Orkos, acompañado por Bruz y Draco. Mientras avanzaban por los pasillos enigmáticos, notaron algo fuera de lo común: un cadáver en el suelo, que parecía haber sido dejado allí como una macabra señal.

Draco se aproximó al cadáver y al examinarlo con atención, su expresión cambió drásticamente.

- No puede ser... le arrancaron el pene  - dijo Draco señalando , indicando la parte del cuerpo que faltaba en el soldado

Shirou ya no sentía miedo como antes, pero la brutalidad de esa escena lo perturbó de alguna manera.

De repente, un gas de color púrpura comenzó a expandirse por el área, alertando a todos sobre su peligrosidad.

- ¡SHIROU, PONTE ESTO RÁPIDO! - exclamó Draco mientras arrojaba una máscara de gas a Shirou.

Shirou se puso la máscara sin dudarlo, observando cómo los Orkos parecían inmunes al efecto del gas. Sin embargo, la atención de todos se desvió hacia una presencia inusual.

Eran demonios, pero muy diferentes a los que habían encontrado antes. Tenían cuerpos de apariencia femenina, con vestimentas sugerentes pero retorcidas, lo cual contrastaba con su aspecto demoníaco. La extraña mezcla se desvanecía rápidamente cuando desplegaban sus tenazas de cangrejo, revelando su verdadera naturaleza.

- Estos demonios son... inusuales - murmuró shirou , observándolos con cautela.

La atmósfera se volvió tensa mientras se preparaban para enfrentar a estas criaturas desconocidas, cuya apariencia retorcida contradecía su naturaleza demoníaca.

( Imagen de referencia)

Eran las diablillas, los súcubos del Príncipe de la Lujuria, quienes emergieron para atacar. Rápidamente se abalanzaron sobre los Orkos, eliminándolos con brutalidad. Sin embargo, Bruz logró enfrentarlas con sus hachas, partiendo a varias en dos con movimientos precisos. Aun así, una de las diablillas logró infligirle un profundo corte en la espalda antes de caer.

Draco no se quedó atrás y usó su habilidad para controlar el fuego, quemando a los demonios mientras maldecía en voz alta.

- ¡Malditas bestias infernales! - exclamó Draco  desatando llamas ardientes en su camino.

Shirou, con la espada demoníaca que había materializado, generaba cortes psíquicos de gran poder. Estos cortes desgarraban a las diablillas en dos, dispersando su energía demoníaca en el aire.

Sin embargo, una figura aún más imponente apareció en medio del caos. Era un demonio quimérico, con una apariencia que combinaba la de un centauro y un minotauro, creando una imagen aterradora y poderosa.

( Imagen de referencia)

El diablo, una criatura infernal imponente, avanzó con ferocidad, destruyendo todo a su paso. Shirou reaccionó rápidamente, materializando múltiples espadas explosivas y lanzándolas contra la bestia. Las espadas impactaron en gran parte, pero la criatura seguía adelante sin detenerse.

Con un golpe de su cola, el demonio envió a Shirou estrellándose contra la pared. Apenas tuvo tiempo de reaccionar antes de que la bestia lo embistiera a través de la pared, atrapándolo en un agujero.

No dispuesto a rendirse, Shirou clavó su espada demoníaca en la cabeza del demonio y, usando su poder psíquico, generó llamas que comenzaron a devorar al monstruo. El fuego se extendió rápidamente, envolviendo al diablo en una tormenta de llamas que lo hacían retorcerse de dolor. Finalmente, Shirou logró cortarle la cabeza, poniendo fin a su amenaza.

La victoria no fue sin costo, ya que Shirou estaba cubierto de sangre y restos de la criatura. Sin embargo, al recogerse y mirar a su alrededor, notó un extraño toque en su espalda, algo que lo hizo sentir incómodo y alerta.

Vaya, eres tan fuerte, humano. - decía una diablilla apareciendo desde atrás y tocando el abdomen de Shirou con su mano.

Shirou estaba a punto de reaccionar, pero antes de que pudiera hacerlo, otra diablilla apareció delante de él.

- Sí, la forma en que mataste a esa bestia fue tan excitante. ¿No te gustaría matar algunas cosas más conmigo? - dijo el otro demonio femenino, acercando su pecho a la cara de Shirou y tocando su entrepierna con su mano humana.

Entre tanto, un demonio masculino con una forma musculosa se acercó por detrás de Shirou.

- Vaya, vaya, parece que alguien está bastante entusiasmado. Parece que mereces una pequeña recompensa. - susurró el demonio masculino mientras bajaba sus manos hacia la cintura de Shirou y lo presionaba contra él.

Shirou estaba desconcertado, nervioso y, en cierta medida, sorprendido por la situación. Aunque le había gustado la atención que recibió, sabía que estaba en una situación peligrosa.

Sin embargo, antes de que las cosas pudieran avanzar más, Draco llegó al rescate y asesinó a los demonios con su arma.

- ¡Shirou, qué demonios estabas haciendo! - exclamó Draco visiblemente molesto.

Shirou no supo cómo reaccionar ante la reprimenda de Draco. Por un lado, le había sorprendido el coqueteo de los demonios y su respuesta, pero también se sintió aliviado de haber sido salvado. Ahora, reflexionando sobre lo que ocurrió, se preguntaba cómo pudo haber llegado a estar en una situación tan comprometedora con demonios.

LA ESPADA DEL EMPERADOR Donde viven las historias. Descúbrelo ahora