Estaba yendo al club con el mismo pensamiento que tenía clavado en mi cabeza desde el domingo. Cómo pudimos perder ese partido. Cómo pude patearle tan mal a esa pelota como para que pegara en el palo y no entrara. En mi mente ya estaba festejando el gol con un abrazo de mis compañeros, ya sentía las felicitaciones de Marcelo volviendo a los vestuarios. Pero no.
No importaba, Julián me había dicho que nos íbamos a quedar más tarde para seguir entrenando. Él me caía bien, lo conocía desde antes de entrar al equipo de primera, claro, ¿Quién no conocía a Julián Álvarez? Para mí, el mejor jugador que tenía River. Y esa humildad que le salía por los poros, mi papá me hubiera dicho: "nene, te tenés que parecer más a él, vos siempre fuiste muy creído y así te fue".
Mal no me fue, en realidad. Tres novias y contando. Y me llovían los mensajes por Instagram. No sé de dónde las mujeres sacaban mi número, pero también me escribían todo el tiempo. Desde el domingo que debuté en la cancha parecía que todas querían un poco de Enzo. Hasta Camila, mi última ex, me volvió a contactar después de haberme bloqueado de todos lados hacía unos meses. Está bien, no la culpo. Yo también lo hubiera hecho si la encontraba besándose con otro en un boliche. Pero no lo pude evitar, soy así. Y no me arrepiento de nada.
Debo admitir que me tentaba la idea de contestarle a unas cuantas, pero Marcelo había dejado claro que mientras estemos en la primera de River teníamos que mantener un perfil bajo y lejos de los escándalos si queríamos seguir jugando los fines de semana. Acepté esa imposición porque mi mayor sueño siempre fue ser alguien en el fútbol. Para las mujeres habría tiempo después, cuando el mundo supiera quién es Enzo Fernández.
Me bajé del auto y miré el celular solo para ignorar todos los mensajes nuevos que tenía. Sentí que estaba buscando uno en particular, pero no sabía bien de quién. Me olvidé de ese pensamiento apenas crucé las puertas del club y me concentré en dar lo mejor de mí un día más. Tenía que ganarme el puesto de titular y no era nada fácil con el plantel que ya tenía el equipo, así que no tenía tiempo ni me sobraban al final del día energías para concentrarme en otra cosa.
Vi a Julián mientras se acomodaba el pantalón y cuando me miró le guiñé un ojo a modo de saludo. Me pareció por un segundo que se sintió incómodo, pero enseguida me sonrió como respuesta así que seguí el camino hacia mi locker para cambiarme.
Estaba poniéndome las medias cuando veo unas piernas que se acercan.
—Sobre el entrenamiento de después del entrenamiento...— empezó. No dejé que siguiera hablando. Me levanté rápido y le tapé la boca con la mano.
—Shh, que quede acá porque sino los demás también van a querer quedarse —me estaba mirando con una mezcla de sorpresa y algo que no logré identificar.–Lo único que importa es que vos y yo seamos los mejores. El resto después se va a amoldar a nosotros.
Me di cuenta de que seguía con mi mano en su boca cuando quiso hablar y no entendía lo que me estaba diciendo. La saqué enseguida y lo miré, esperando que empezara de nuevo. Por alguna razón no lo hizo y en cambio se quedó mirando la mano que ahora me colgaba al costado del cuerpo.
—Perdón, —le dije mientras me acercaba a su oído— pero es que estabas hablando muy alto y en serio no quiero que los demás escuchen.
—Está bien, —me respondió nervioso— no se lo digo a nadie, pero seguramente alguien se va a enterar —sonrió y ahí me sentí más tranquilo.
—Cuando se enteren va a ser tarde —le devolví la sonrisa y me pareció por un instante que se quedó viendo mis labios antes de reírse. Me reí también y antes de que pudiera decirle nada más se acercó el otro Enzo a darnos charla.
Mientras él hablaba nos mirábamos y sonreíamos, cómplices.
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Desde tu primera sonrisa - Julián y Enzo
FanfictionSEGUNDA PARTE YA DISPONIBLE! Julián creyó que iba a tener un entrenamiento más hasta que le presentaron al nuevo integrante del equipo: Enzo. A partir de ese día, los dos jugadores de River dibujaron el camino hacia una amistad que se iba a ver com...