Había llegado la noche anterior y ya sentía la soledad. Era muy aburrido estar sin Fernet y sin Juli dando vueltas por ahí. La casa era demasiado grande para no compartirla con nadie.
Como estaba lindo el día pensé que lo mejor que podía hacer era un asado. Si me ponía a cocinar el tiempo se iba a pasar más rápido y de paso esperaba a mi marido con la comida lista. Me daba un poco de paja que sea solamente para dos personas pero igualmente me puse a hacer el fuego temprano.
Mientras estaba concentrado en lo mío, cantando no me acuerdo qué canción que había puesto en el parlante, sentí un ruido en mis espaldas. Era Juli abriendo la puerta del patio.
—Hola —me saludó sonriendo apenas me di vuelta.— Te escribí hace un rato y no me contestaste.
—Hola bombón —le respondí.
Lo esperé a que se acercara a mí con los brazos abiertos y cuando me abrazó hice lo mismo con él, levantándolo un poco en el aire.
Después, choqué mi nariz con la suya para poder besarlo. No aguantaba más, necesitaba saborearlo un poco. Hablar todos los días, hacer videollamadas y todo eso, nunca iba a ser lo mismo que tenerlo ahí conmigo.
—Te extrañé mucho —me dijo después.
—No sabés lo que te extrañé yo a vos, amor de mi vida.
Se rió cuando empecé a darle besos por todos lados, terminando en ese lunarcito hermoso que tenía arriba del labio.
—¿Cómo puede ser que estés todavía más lindo que la última vez que te vi? —le pregunté.
—Basta —sonrió antes de mirar la parrilla.— ¿Qué estás haciendo?
—Un asado, por supuesto. No iba a recibirte sin darte de comer. Igual ahora me parece que quiero hacer otra cosa.
—Yo también quiero hacer otra cosa. Pero primero comamos.
—Y después el postre —dije antes de volver a besarlo.
Me agarró del pelo, que me había dejado crecer un poco porque sabía que le gustaba más así. Yo lo llevé hasta la mesa, para que se sentara ahí. Lo primero que hizo fue abrazarme también con las piernas, así que le pasé las manos desde las rodillas hasta la cintura.
—Explicame cómo hacés para tener estas gambas —le pedí mirándolas, porque no podía creerlo.
—Cuando quieras te enseño a entrenar.
—Bue, volvió agrandado el nene después de estar con todos esos chinitos alabándolo.
—Enzo —se rió.— Ni siquiera fui a China.
—Es lo mismo, son todos iguales.
En vez de responderme, me pasó el dedo por el labio para secármelo. No supe para qué, si apenas terminó volvió a besarme. Y ya esta era la vencida, así que lo apreté más contra mí.
—Escuchame —le dije separándome un poquito.— La comida va a tardar... ¿estás seguro de que querés esperar? ¿No puede ser un rapidito ahora, después comemos, dormimos la siesta, y nos quedamos toda la tarde haciendo cucharita en la cama con alta posibilidad de tener sexo de nuevo?
—Siempre me gustan tus ideas.
—A mí me gustás vos bebito.
Sonrió y pegó sus labios a los míos una vez más. Yo no quería perder el tiempo de ir hasta adentro, así que lo levanté para que se agarrara de mí y lo llevé al sillón que teníamos ahí. Intenté dejarlo con toda la delicadeza que pude, pero igualmente no fue tan fácil.
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Desde tu primera sonrisa - Julián y Enzo
FanfictionSEGUNDA PARTE YA DISPONIBLE! Julián creyó que iba a tener un entrenamiento más hasta que le presentaron al nuevo integrante del equipo: Enzo. A partir de ese día, los dos jugadores de River dibujaron el camino hacia una amistad que se iba a ver com...