Enzo • Jueves 21 de Octubre de 2021

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Ayer habíamos jugado, y ganado, el primer partido, así que hoy teníamos el día libre. Para la noche los chicos ya habían dicho que algo íbamos a hacer en el hotel. Pero durante la mañana nadie había oganizado nada porque todos querían dormir hasta tarde.

Juli no, prefería ir a pasear por ahí. Ninguno de los dos conocía Nueva York así que me pareció una buena idea. Además, a pesar de compartir habitación, no habíamos podido estar demasiado tiempo solos desde que llegamos. A veces nos quedábamos con diferentes grupos y terminábamos volviendo a la habitación cuando el otro ya estaba durmiendo.

Igual, él ya se había rendido con eso de no compartir cama después de la primera noche, cuando se dio cuenta que nadie iba a entrar por la puerta, y menos si la cerrábamos con llave. Lo que sí, no habíamos tenido sexo ni una vez porque eso ya le parecía demasiado.

Fue su celular el que sonó y, como siempre, lo ignoré. Juli se estiró un poco para apagarlo y después se dio vuelta para mirarme.

—Enzo —me llamó.

—Sh, un ratito más.

—No, tenemos que aprovechar la mañana. Anoche vi muchas cosas que podemos hacer.

—Sí me di cuenta porque me estabas matando con la luz del celular en la cara —dije abriendo un ojo.

Sonrió y me agarró las manos para que deje de abrazarlo así podía levantarse. Pero yo hice más fuerza y no logró safarse.

—Dale Enzo, dale dale dale —empezó a moverme de los hombros hasta que tuve que soltarlo.

—Dios, qué insoportable.

Se rió antes de irse al baño. Apenas escuché la ducha prenderse no pude hacer otra cosa que salir de la cama e ir con él. No sé si la puerta era muy silenciosa o el agua hacía mucho ruido, pero no me escuchó cuando entré y me saqué la ropa. Estaba de espaldas a mí, mojándose el pelo. Podía verlo porque la ducha tenía solo como un vidrio prácticamente transparente.

—Pero mirá lo que es ese ojete —le dije asomando la cabeza.

Juli pegó un salto mientras soltaba un grito. Me reí con ganas y me metí con él.

—Sos un pelotudo.

—Pero me amás así.

Sonrió mordiéndose el labio y volvió a darse vuelta para seguir haciendo lo que hacía antes de que lo asustara.

—No me des la espalda que no respondo de mí —dije cacheteándolo.

—Enzo —cuando usaba ese tono para llamarme sabía que era un reto.

—Perdoname, no puedo evitarlo.

Lo abracé y le di un beso justo donde se une el cuello con la espalda. Él apoyó sus manos en las mías y giró la cabeza para internar verme.

—No podés vivir con ganas de tener sexo.

—Es tu culpa.

Empecé a besarle el cuello y al principio lo estiró para que mis labios tuvieran más espacio, pero después pareció volver a la realidad.

—Basta, dijimos que acá no.

—Vos dijiste. Y un mañanero en la ducha no le hace mal a nadie.

Se rió pero hizo que lo soltara para darse vuelta a mirarme.

—No, basta —me señaló con el dedo como si fuera un perro que acababa de mandarse una cagada.— Si querés te podés bañar conmigo. Pero solo bañarte, sin toquetearme.

—Mmm —empecé, frunciendo los labios como si estuviera pensando.

—Dale Enzo.

—Está bien, está bien —dije levantando los brazos.

Desde tu primera sonrisa - Julián y EnzoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora