Si me preguntaban ahora, no tenía ni idea cómo había hecho para pasar un mes lejos de Enzo por voluntad propia. No entendía qué había pasado por mi cabeza en ese momento como para decidir que eso podría servirme para algo. Tal vez el problema había estado en la psicóloga. Llegué a la conclusión de que ella quería alejarme más de él de lo que yo realmente necesitaba. Así que la había cambiado por otra, que hasta la última vez que hablé con ella me estaba pareciendo mucho mejor.
En fin, Enzo ya había empezado sus vacaciones, yo no. Así que se había ido a Ibiza con algunos de los chicos de la Scaloneta. Al principio no quería viajar sin mí, pero le insistí para que lo hiciera porque creía que se merecía descansar y disfrutar un poco. Además, tampoco es que iba a decirle que no podía, porque quién era yo para impedírselo. Más después de lo que había pasado la última vez con Lisandro. Enzo me había puesto el límite definitivo y me había dejado bien en claro que si no me dejaba de joder con mis boludeces las cosas podían terminar mal. Y, siendo sincero, antes de perderlo preferiría que tuviera mil amantes en cada rincón del planeta.
Aunque estábamos lejos hacía como una semana, igualmente hablábamos todo el tiempo y tenía bien en claro con quién, en teoría, estaba. No porque yo se lo haya pedido, sino porque él me lo había explicado antes de irse para que no hubiera problemas. El tema fue cuando me hizo una videollamada una noche.
—Hola hermosos, ¿qué hacen? —me dijo apenas nos vio al perro y a mí del otro lado.
Mientras yo estaba viendo la televisión con Fernet arriba mío y usando una remera crota, Enzo ya tenía puesta una camisa, listo para salir. Sabía que desde que había llegado se la había pasado de joda. Pero estaba bien, no quería cambiarlo solamente por mis inseguridades. De paso, a mí me servía para ponerme a prueba y demostrarle que confiaba en él. Además todas las mañanas me despertaba con mensajes suyos, fotos, videos, audios. Como si me quisiera hacer parte de todo lo que hacía aunque yo no estuviera ahí.
—Hola amor. Ahora nada, intentando dormir al bebé —sonreí cuando él se rió.— ¿Vos? ¿A dónde van esta noche?
—A cenar no más, tranqui porque mañana ya nos vamos para China. Pero te llamé ahora porque quería contarte algo. Para que después no lo veas en las redes y pienses cualquiera.
No pude evitar que se me acelerara un poquito el corazón. No quería saber, pero a la vez necesitaba saberlo.
—¿Qué pasó?
—Los chicos invitaron a Lisandro. Ellos no saben nada de todo el quilombo, obviamente, y viste que no va a ir a los amistosos por la lesión y como justo vino para acá de vacaciones... —pensé que estaba tranquilo, pero la forma en la que se apuró para seguir hablando me decía que mi cara no estaba siendo la mejor.— Está con la novia igual. Y no pienso ni acercarme a él. Pero bueno, te lo quería decir para que supieras.
Me quedé unos segundos en silencio pensando en por qué Enzo se veía en la necesidad de aclararme y contarme absolutamente todo aunque yo no se lo pidiera. Y sí, era básicamente porque últimamente estaba tan insoportable que terminaba haciéndole un escándalo por cualquier cosa y él ya estaba harto, así que por si las dudas se atajaba.
—Está bien, gracias por avisarme. Pero no hacía falta.
—Sí hacía falta porque sino después vas a ver alguna foto en Instagram y le vas a sacar captura y me la vas a mandar junto con un audio enojado reclamándome y diciéndome que soy un hijo de puta, mentiroso y que me odiás. Y no me vas a hablar más hasta que te vea la semana que viene.
—Perdón por ser tan insoportable. Igualmente nunca te dije que te odio. Te amo demasiado para eso. Y confío en vos.
—Te amo —eligió responderme con una sonrisa y cambiar de tema.— Y te extraño.
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Desde tu primera sonrisa - Julián y Enzo
FanfictionSEGUNDA PARTE YA DISPONIBLE! Julián creyó que iba a tener un entrenamiento más hasta que le presentaron al nuevo integrante del equipo: Enzo. A partir de ese día, los dos jugadores de River dibujaron el camino hacia una amistad que se iba a ver com...