Julián ~ Viernes 28 de Julio de 2023

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Me desperté de nuevo con la cama hecha un zoológico. Mi marido durmiendo como un oso con un brazo estirado para mi lado y el otro colgando del borde de la cama, Fernet en el medio de nuestras piernas, pero obviamente más de las de Enzo que de las mías, y Coca en el hueco entre las almohadas.

Quería quedarme ahí con ellos, pero a la vez no. Enzo se pensaba que regalándome un gato iba a dejar de pensar en todo lo demás. Como si eso pudiera reemplazar lo que realmente le había pedido, lo que estaba necesitando. Y no la culpaba a Coca, porque no tenía nada que ver. Ella era hermosa y todo.

Y no valía la pena estar enojado con Enzo. Tal vez él tampoco tenía la culpa después de todo. En cambio, había decidido aceptar la realidad. Era una mierda, pero también era la que me tocaba vivir.

Así que me levanté intentando no despertar a nadie y me preparé para irme. Enzo se despertó justo mientras me ponía las zapatillas sentado en la cama.

—Buen día —me saludó estirándose y aprovechando para pasarme la mano por la espalda.

—Hola —le dije mirándolo.— Ya me voy, te veo a la tarde.

Me agarró del brazo para que me acercara, así que le di un beso.

—Nos vemos a la tarde. Te amo bebito.

Cuando me decía así, y encima con esa voz de dormido, me daban ganas de quedarme todo el día arriba suyo, o abajo, o donde él quisiera.

—Te amo.

Me agaché de nuevo a besarlo. Y esta vez me abrazó del cuello para no soltarme. Así que sonreí y dejé mi mano en su cachete.

—Basta, me tengo que ir —le dije después parándome, porque si me quedaba ahí diez segundo más, ya no iba a haber vuelta atrás.

—¿Así me vas a dejar? —me preguntó bajándose el boxer para mostrarme cómo estaba.

—Son las siete de la mañana, no podés.

—Sí puedo, tengo veintidós años, no sesenta.

—Llego tarde —le contesté aunque no podía dejar de mirarlo.— A la noche te como todo.

—Chau, forro. Te mando video de lo que voy a tener que hacer para bajar esto.

Me reí y le tiré un beso antes de salir. No me preocupaba irme sin hacer nada, total sabía que a la noche Enzo iba a seguir teniendo las mismas, o capaz que más, ganas.

***

Al rato, mientras estaba manejando, me llegó una llamada que no esperaba para nada. Igualmente atendí con el altavoz del auto.

Hola Juli, ¿cómo estás?

—Hola Emi, ¿pasó algo?

No entendía por qué Emilia me estaba llamando de repente, así que asumí que había algún problema en la casa de mis papás, o con Bruno.

No, no pasó nada. Yo también estoy bien, gracias.

Sonreí por la forma en la que me lo había dicho. A pesar de que antes no nos hablábamos nunca, desde que éramos padrinos de Bruno estábamos más en contacto. Mientras había estado en mi casa nos habíamos visto todos los días, y ahora que había vuelto a Europa igualmente nos escribíamos bastante seguido.

—Nunca me llamás, pensé que había pasado algo.

Sí ya sé, debería llamarte más seguido. Pero ahora estoy en París, por eso quería hablar con vos.

—¿Ah sí? ¿Qué hacés en Francia? Igual sabías que yo vivo en lnglaterra, ¿no?

Sí tontito —se rió.— Pero mañana voy a ir para Londres, por eso.

Desde tu primera sonrisa - Julián y EnzoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora