Enzo • Sábado 19 de Noviembre de 2022

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Después de lo que había pasado con Julián, mi vida había dado una vuelta de 180 grados. Él se había ido a Inglaterra en Mayo como lo había planeado. Al mes siguiente, yo había firmado un contrato con Benfica, en Portugal. Ahora estábamos más cerca, pero igualmente no había vuelto a hablarle. Prefería darle el espacio necesario para que nos superara. Tal vez él sí había podido hacerlo, porque yo no estaba ni cerca.

Se me había cruzado por la cabeza muchas veces escribirle algún mensaje. Aunque sea para saber cómo estaba, cómo se sentía, qué estaba haciendo. Extrañaba más que nada nuestra cotidianidad, compartir con él las cosas más simples de la vida. Pero elegí no molestarlo. Después de todo, ¿qué podíamos hacer estando lejos el uno del otro? No había ninguna solución, solamente íbamos a condenarnos a seguir sufriendo.

Así que aunque me doliera, me diera celos, envidia y millones de cosas más, le deseaba que pudiera ser feliz con alguien que no lo lastimara como yo y que estuviera ahí para él todos los días, porque para mí ya no era posible cuidarlo como lo había hecho en el pasado.

A pesar de todo estaba contento, porque iba a ir al mundial. Era lo que más había querido toda mi vida. Era increíble que entre todos los jugadores argentinos que daban vuelta por el mundo, yo estuviera adentro de los 26 elegidos. Los días después de haber visto la convocatoria no podía dejar de sonreír mientras me seguían llegando millones de mensajes felicitándome. Pero lo que mejor me ponía era el orgullo de mi familia. Después de tanto esfuerzo había llegado a lo más alto, y ellos también conmigo.

Solamente me parecía una mierda no poder compartir esa felicidad con Juli. Era la primera persona en la que había pensado cuando salió la lista. Estábamos por cumplir el sueño para el que habíamos estado trabajando todos estos años, el que más deseábamos de chicos. Y como él también estaba convocado sabía que iba a encontrármelo dentro de muy poco.

Hacía más de siete meses que no tenía contacto alguno con él. Mis ganas de verlo eran demasiadas. Necesitaba abrazarlo, sentirlo, olerlo,tener cualquier tipo de contacto físico aunque sea por un ratito, con eso me conformaba. Pero tenía que recordarme que ya no era más mío, y que él no merecía seguir sufriendo por mí, así que iba a intentar mantener un poco la distancia.

Ota me sacó de golpe todo lo que estaba pasando por mi cabeza cuando me llamó porque estaba esperándome para ir al aeropuerto. Compartía equipo con él ahora, y nos habíamos hecho bastante amigos.

Agarré mis cosas y bajé a encontrarme con él. Teníamos vuelo en tres horas para irnos a Qatar.

***

Cuando entramos a la universidad donde íbamos a alojarnos por todo lo que durara el mundial para nosotros, nos dimos cuenta de que éramos prácticamente los últimos en llegar. Ya era de noche, casi las nueve.

Fuimos a la habitación a dejar nuestras cosas porque nos había tocado compartir. No sé por qué tenía una mínima esperanza de que Juli fuera mi compañero de cuarto, como en los únicos partidos amistosos que había jugado con la selección el año pasado. Pero no, él ya debía estar con alguien más. Me preguntaba con quién.

Después, bajamos al comedor donde ya estaba la mayoría esperando la comida. Saludé a uno por uno. Estaban todos contentos de verme como si me conocieran desde siempre, cuando a algunos apenas los había visto un par de veces. Más allá de lo que pasara durante el mundial, esto no iba a olvidármelo nunca. Era increíble. Estaba empezando a vivir el verdadero sueño del pibe y todavía no caía en que era real. Lo más loco era que me seguía poniendo la piel de gallina que Lionel me diera un abrazo para saludarme y que me preguntara cómo me estaba yendo en mi nuevo club. Porque claro, él sabía todo, de todos. Lo amaba.

Solo había una persona en ese lugar por el que hubiera matado a Messi sin dudarlo y justo después de saludar a Licha lo escuché, riéndose con el Papu y Lautaro.

Lo miré. Y la verdad, nunca lo había visto más hermoso. Tenía un short que me dejaba verle bastante bien las piernas. Era impresionante lo grandes que estaban. Ni idea cómo había hecho, pero tenía todavía más músculo que la última vez que estuve con él. Increíble lo que eran esos muslos. Y no me quería ni imaginar lo que escondía en la parte de atrás. Por Dios, pensar que ese bomboncito había sido todo mío.

Sin pensarlo, me acerqué porque sentí como un imán que me atraía a su cuerpo. Cuando estaba llegando a donde estaban parados, Juli se dio cuenta. Creo que quiso parecer indiferente, pero yo vi algo que le cruzó por la cara apenas se dio cuenta de que iba directo a él.

—Hola Enzo —me dijo, como queriendo que ese sea nuestro único saludo.

No le contesté, sino que saludé a los otros dos primero, porque quería dejarlo para el final. Después, no me contuve y lo abracé de la cintura. Qué bien se sentía volver a tenerlo entre mis brazos una vez más. Qué hermoso era que estuviera así de cerca.

Juli tardó pero me abrazó también, no sé si porque realmente quería o porque iba a parecer muy sospechoso para los demás no hacerlo. En ese momento, cuando volvimos a juntarnos, sentí que todo lo que había estado pensando antes de verlo había sido al pedo. Lo necesitaba más de lo que me imaginaba.

—Hola Juli, ¿cómo estás? —lo saludé al fin, sin soltarlo y hasta apretándolo un poco más.

—Estoy bien, ¿vos? —me respondió dejando de abrazarme y haciendo fuerza disimuladamente para que yo también me separe de él. No me quedó otra que soltarlo.

—Muy bien, ahora que estoy acá —le sonreí.— ¿Qué tal el City? Vi que hiciste goles en cada partido que entraste como titular.

Estaba orgulloso de él, y quería que lo supiera. Además de que también necesitaba que se enterara que estaba siguiendo muy de cerca su carrera. Porque después de todo ese había sido el único motivo por el que lo había dejado ir, así que chequeaba todos los días que estuviera valiendo la pena.

Juli, tímido como era, no dijo nada.

—Estos pibes no van a dar la tercera. Son dos animales, literal. El Torito y la Araña —opinó el Papu, hablando de Lautaro y Julián.

—No tengo ninguna duda —le respondí antes de sumarme a las risas de los demás.

Seguimos hablando de cualquier boludez por un ratito. Cada vez que Julián amagaba con irse, porque se notaba que estaba incómodo, yo le preguntaba algo, cosa que no pudiera salir de la ronda. En un momento tuve que hacer la que más me interesaba porque ya no aguantaba más.

—¿Con quién comparten habitación? —pregunté a todos, aunque solo me importaba la respuesta del cordobés que tenía en frente.

Lautaro me respondió que con Taglia. Bien. Y el Papu con el Huevo, normal porque compartían equipo en España. Pero Juli no dijo nada.

—¿Y vos? —tuve que insistir.

—Con Alexis.

Tardó unos segundos antes de responderme. Sabía que yo odiaba al colorado imbécil ese desde que estuvimos en Estados Unidos. Y estuvo bien en dudar, porque apenas lo dijo me subió un calor lleno de bronca por todo el cuerpo que sentí que no iba a poder controlar. Seguía sin querer que el boludo de Alexis se acercara a Julián porque sabía las intenciones que tenía en el fondo. Y si bien dije que quería que Juli fuera feliz, él no era una opción.

—Mirá vos —fue lo único que le dije, pero él se dio cuenta de que estaba celoso porque me conocía demasiado bien.

Como obviamente no dijo nada, intenté calmarme. Después de todo, ¿quién era yo para exigirle algo a Juli? Lo había lastimado tanto que no podía pedirle ni pretender nada. Y estábamos ahí para otra cosa. Tenía que concentrarme en el mundial, para eso habíamos venido.

Me acomodé la cadenita con el anillo que ahora usaba siempre colgado en el cuello, escondido abajo de la remera, y mientras miraba a Juli decir algo a lo que no le estaba prestando atención, pensé que igualmente iba a hacerme el tiempo necesario entre partido y partido para intentar recuperar al amor de mi vida.

Desde tu primera sonrisa - Julián y EnzoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora