Enzo • Sábado 27 de Febrero de 2021

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Habíamos jugado y ganado. Pero era una victoria con sabor amargo. Después del partido me había llamado el cuerpo técnico y la dirigencia. Se reunieron conmigo y me dijeron, sin más, que habían acordado mi pase a otro equipo de Buenos Aires, Defensa y Justicia. No podía creerlo, apenas si había estado un año en River. No quería irme porque era como un sueño cumplido para mí estar ahí, el club del que fui hincha toda mi vida. De todas formas, no era que yo tuviera mucho poder de decisión así que no me quedó otra que aceptarlo con una sonrisa y firmar un contrato que para mí era como una sentencia de muerte.

Quería y necesitaba contarle a Julián, pero no habíamos vuelto a hablar desde la discusión en su auto. Entrenábamos todos los días sin dirigirnos la palabra y apenas saludándonos. Creo que era mutuo el no querer levantar sospechas de pelea entre nuestros compañeros. Igualmente, no pude evitar que más de uno me preguntara si me pasaba algo con él. Siempre negué todo.

Pero la realidad era que sí que me pasaban muchas cosas con Julián, y mientras estaba en el auto volviendo a mi departamento decidí desviarme porque ya no aguantaba más. No podía seguir negándome a mí mismo todo lo que sentía.

Estacioné no muy lejos de su edificio y aproveché que un señor justo estaba abriendo la puerta para pedirle que me dejara pasar. Me reconoció enseguida, así que no tuvo ningún problema en que entrara con él.

Subí hasta el piso de Julián y toqué la puerta. No sabía si estaba adentro pero suponía que sí porque ya estaba oscureciendo. La reunión en el club me había retrasado bastante.

—¿Quién es? —preguntó desde el otro lado.

—Soy yo, Enzo.

Dudó un poco, pero al final me abrió la puerta. Tenía puesto un jogging y nada arriba.

—Hola —me saludó como restándole importancia a que yo estuviera ahí después de todo lo que le había dicho.

No pude hacer otra cosa que abrazarlo y esconder la cara en su hombro. Lo agarré desprevenido, pero terminó devolviéndome el abrazo cuando sintió que yo estaba llorando.

—Por dios Enzo, ¿qué pasó? —estaba preocupado.

—Me voy de River —respondí, haciendo fuerza para calmarme.

—¿Cómo? ¿Por qué? —preguntó sorprendido.

No quería responderle, solo necesitaba quedarme así abrazándolo. Julián lo entendió y empezó a acariciarme el pelo en silencio. Sentí una tranquilidad inexplicable. Como si nunca nada malo pudiera pasarme estando con él.

Unos minutos después, cuando se dio cuenta de que mi respiración se relajaba, me agarró de la mano para hacerme pasar. Cerró la puerta y me llevó hasta el sillón.

—Contame qué pasó.

—Me arreglaron un pase a Defensa y Justicia —dije mirándome las manos.— No quiero irme de River, pero qué puedo hacer. Somos como piezas de ajedrez para ellos, nos mueven a dónde más les conviene.

—No sé jugar al ajedrez —me respondió muy serio.

Lo miré y no pude evitar reírme. Cuando me escuchó, él soltó una sonrisa.

—Qué idiota que sos —le dije limpiándome una lágrima que no sabía si era por la boludez que había dicho o por la tristeza que todavía sentía.

—Perdón.

—No, perdón te tengo que pedir yo. Fui una mierda con vos y estoy arrepentido. Nunca te tendría que haber dicho todo lo que te dije en el auto.

—Te perdono, no importa.

—Sí importa Julián. Dejá de ser tan bueno conmigo. Me trataste bien hasta cuando no lo merecía —ahora que había empezado a hablar necesitaba ser sincero con él.— Y yo te lo agradecí tratándote como el orto solo porque soy un cagón, porque no me animo a admitir lo que me pasa son vos desde esa vez que estábamos en este mismo sillón el año pasado. Todo porque no puedo aceptar que me gusta un hombre.

Desde tu primera sonrisa - Julián y EnzoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora