Julián • Martes 21 de Marzo de 2023

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No sabía por qué me había dejado convencer por Alexis y Lautaro para jugar al truco contra el Cuti, Nahuel y Lisandro.

Porque encima, si había algo que odiaba más que perder, era que haya sido contra esos tres que sabía que podían estar una semana cargándonos. Además, el pelotudo de Licha ahora tenía una razón más para creerse mejor que yo.

Apenas entramos los seis al comedor, escuché la risa de Enzo, que estaba apoyado arriba de una de las mesas. Fue automático girar mi cabeza para encontrarlo, y me di cuenta de que Lisandro había hecho exactamente lo mismo. No lo culpaba, porque era magnético.

No pude hacer otra cosa que acercarme para saludarlo.

—Hola bebé —me dijo con una sonrisa cuando me vio llegar.

Estaba vestido con la misma ropa que teníamos todos, una remera y un short, pero sobresalía. Porque era hermoso y porque siempre le sumaba esa gorra puesta para atrás que solo podía quedarle bien a él.

Así que en vez de contestarle, le agarré la cara con las manos para besarlo. En otro momento me hubiera dado vergüenza, pero ahora lo único que quería era que supieran que Enzo era mío y de nadie más. Por si a alguien se le ocurría que podía ser una buena idea intentar sacármelo.

Él se quedó duro al principio, porque no estaba acostumbrado a que nos besáramos en público. Pero después me agarró de la cintura para acomodarme entre sus piernas. Hasta que empezamos a escuchar algunos silbidos y nos separamos.

—El pibe tímido —dijo el Dibu, sentado al lado de donde nosotros estábamos.

—No coman adelante de los pobres que los demás tenemos a nuestras señoras lejos —nos pidió Ota que también estaba ahí.

—¿Qué te pasó? —me preguntó Enzo sonriendo, ignorando a los otros.

—Nada, ¿no puedo darte un beso?

—Pero tranquilo —se rió.— Estás medio violento últimamente.

Me acerqué a su oído para que solo escuche él.

—¿A qué hora me vas a coger hoy?

Enzo me miró con las cejas levantadas, sorprendido.

—A la hora que vos quieras —dijo después.— ¿Ahora?

—No —me reí.— Ahora tengo hambre.

—¿Entonces para qué me ilusionás? —fue él el que se acercó a mi oreja esta vez.— Vos sabés que siempre tengo ganas de cogerte.

Sonreí por las cosquillas que me dio el beso en el cuello que me dejó como a la pasada.

—¿Dónde querés? Yo me dejo.

—No me digas eso que ya me caliento.

Quiso bajar una mano por mi espalda hasta donde siempre le gustaba tenerla pero se paró a mitad de camino, capaz porque le pareció demasiado para estar ahí adelante de todos.

—¿De qué están hablando? No sean cochinos —dijo Lea que había venido a sumarse a los demás con la bandeja de comida en la mano.

—Estás invitado si querés.

—Eu —se quejó Enzo mientras Paredes se reía.

—No, gracias —contestó antes de irse a sentar.

Yo le agarré la mano a Enzo para ir a buscar nuestra comida y él me siguió sin soltarme.

—¿Qué fue eso de recién?

—Perdón —me reí.— Pero por él hasta capaz que me hago de Boca. ¿Viste lo que es ese hombre?

—Bueno perdoname por no tener los ojos color cielo.

Desde tu primera sonrisa - Julián y EnzoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora