Enzo • Domingo 2 de Abril de 2023

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Llegué a casa después del partido. Habíamos perdido, como ya se nos estaba haciendo costumbre. Así que lo único que quería era pasar el resto de ese domingo helado y lluvioso con Juli. Viendo la tele o haciendo cualquier cosa que no tuviera que ver con fútbol.

Apenas entré fue Fernet el primero en saludarme, igual que todos los días. Era increíble lo rápido que estaba creciendo. Pensar que hacía unos meses era una bolita de pelos insoportable.

Le di unos besos y le acaricié un poco las orejas antes de ver que Juli estaba sentado en el sillón.

—Hola amor —le dije.

Me acerqué a él pero cuando quise darle un beso en los labios, corrió la cara para que sea en el cachete.

—¿Qué te pasa Juli? —le pregunté, ya un poco cansado porque no estaba de humor después del día de mierda que había tenido.

—Nada, no me pasa nada.

—Dale, decime —me estiré para agarrarle la mano y que se levantara, pero se movió antes de que pudiera tocarlo.— ¿Qué hice ahora? —le pregunté suspirando.— Decime porque no sé.

No me contestó, lo único que hizo fue pararse para ponerme su celular en mi cara. Se estaba reproduciendo un video que le hacía zoom a Lisandro y a mí, primero él dándome el vaso y después sentándose al lado mío. Con la música toda saturada de la fiesta no se escuchaba lo que estábamos hablando.

—¿Y? ¿Qué me estás queriendo mostrar?

—¿Qué hicieron después de este video? Porque que yo recuerde no te vi por un rato largo esa noche.

—Nada hicimos. Estuvimos hablando un poco y después fuimos con algunos de los chicos a tomar, bailar y divertirnos. Lo mismo que hiciste vos básicamente. Además después estuve el resto del tiempo al lado tuyo, ¿o te acordás solo de lo que vos querés?

No entendía bien por qué estaba dándole tantas explicaciones cuando él tampoco me había dicho en dónde había estado esa noche y no por eso le había hecho una escena. Lo único que sabía era que no tenía ganas de pelear, pero a la vez tenía claro que estaba a punto de explotar.

—No, pero Lisandro...

—Basta con Lisandro —dije levantando la voz, tal vez más de lo que hubiera debido, y golpeando el sillón que tenía más cerca.— Basta Julián, basta. La concha de la lora. ¿Tengo que meterle un tiro en la cabeza para que veas que no me interesa? Somos compañeros de Selección, lo vamos a seguir viendo. Así como seguimos viendo a Alexis. Y yo no estoy todo el tiempo reclamándote por que te pases tardes enteras con él, aunque no sepa ni qué hacen. ¿Sabés por qué? Porque aunque soy celoso, confío en vos.

—Lo de Alexis es distinto —se excusó.

—Dejá de decirme eso, porque no lo es. ¿Te pensás que no me dolió cuando te vi besándolo después de todo lo que me estaba costando que volvieras conmigo? ¿Te pensás que ya me olvidé, que no me quedó esa imagen grabada en la cabeza para siempre? Estoy harto de que me reclames por algo que vos también hiciste.

—¿O sea que lo hiciste por venganza? ¿Eso me vas a decir ahora?

Se estaba enojando él conmigo, con qué cara.

—No no, nada que ver. No estás entendiendo nada. No me des vuelta las cosas que me vas a hacer calentar.

—¿Por qué no me dijiste que te molestaba tanto Alexis? —siguió preguntando.

—No Julián, no es que me moleste Alexis. Y tampoco te voy a prohibir tener amigos. Porque te amo tanto que prefiero que seas libre de hacer lo que vos quieras, pero aun así me elijas todos los días.

—Y eso hago Enzo, te elijo todos los días.

—¿Entonces por qué pensás que yo podría no hacerlo? Estoy harto de tu desconfianza —estaba de nuevo casi gritando, así que respiré hondo para calmarme.— ¿Podés pensar un poco, aunque sea un segundo, en mí, en cómo me siento? ¿Cuándo fue la última vez que me preguntaste cómo estoy?

Se quedó callado, tal vez buscando en su cabeza las respuestas.

—Estoy cansado. Cansado de remarla y que no te alcance nada de lo que hago, de que no te importe lo mucho que me esfuerzo por ser mejor para vos todos los días. No es que quiera una medalla o algo por ser un buen esposo, pero al menos creo que me merezco que confíes en mí. Tuve un error. Uno solo. Y me lo vas a reclamar toda la puta vida. Pará un poco nene, no puedo más así.

Me fui a la habitación, porque realmente no quería pelearme con él. Pero me siguió, así que ahora que había empezado era mejor decirle todo lo que tenía en la cabeza de una vez.

—¿No te preguntaste por qué no fue mi familia a la fiesta? ¿O ni siquiera te diste cuenta de que no estaban?

Negó con la cabeza medio perdido. Porque claro, estaba demasiado ocupado buscándome errores como para notar que ni mis papás ni mis hermanos habían aparecido. Había pasado una semana esperando que se acordara, pero como nunca lo nombró, terminé asumiendo que no le interesaba.

—Es porque ni siquiera te importa, ¿no? Bueno, por si querés saber, no fueron porque ese día cuando fui a mi casa les conté de lo nuestro. Y bueno, el resto de la historia ya te la podés imaginar.

—¿En serio? —preguntó sorprendido.— Cómo no va a importarme Enzo. ¿Qué pasó?

Me senté en la cama porque de repente me sentía pesado, como si tuviera una mochila en la espalda de mil kilos.

—Me está saliendo todo para el orto en mi vida Juli. No ganamos un puto partido con el Chelsea y tengo que soportar con una sonrisa a todos los que dicen que estoy sobrevalorado, que soy un fracaso. Ahora mi familia me odia. Y ni siquiera puedo estar bien con vos porque respiro y te enojás. Perdoname, pero ya no tengo más energías para esto.

Me tapé la cara con las manos porque me estaban empezando a caer unas lágrimas y odiaba ser tan débil, pero realmente ya eran demasiadas cosas en mi cabeza que no podía resolver solo, y eso me estaba matando.

Juli se sentó al lado mío y empezó a acariciarme la espalda.

—Amor... —empezó, ya con tono de quererse hacer la víctima.

—Estoy perdiendo todo. Y lo haría sin quejarme si supiera que vale la pena porque te tengo a vos. Pero ya no entiendo si me amás o si es solo una obsesión lo que tenés conmigo.

—¿Por qué pensás eso? Yo te amo Enzo.

—Tu papá en Navidad me contó que desde chiquito te obsesionás cuando se te mete algo en la cabeza. Tal vez sí tenía razón después de todo. Capaz que me viste, te gusté y te obsesionaste conmigo. Y ahora que me tenés como vos querés ya no te importa.

—¿Así que de eso era de lo que estaban hablando esa vez? Cualquiera —ahora parecía más indignado.— Cómo no voy a amarte si sos mi vida entera. Cómo no va a importarme Enzo, ¿qué decís? ¿Te volviste loco?

—Necesito estar solo Juli.

—Pero...

—Dejame solo un ratito, por favor —lo interrumpí.

No me dijo nada más, sino que salió de la habitación y se fue como si nunca hubiera estado ahí. Yo me acosté en la cama y llevé las rodillas a mi pecho para abrazarme a mí mismo porque de repente me dolían demasiadas cosas. Y así, llorando, fue como terminé quedándome dormido.

En algún momento de la noche abrí los ojos y me encontré tapado hasta los hombros, con unos brazos que me rodeaban y unas manos que me acariciaban. Cuando lo miré, me dio un beso en la frente.

—Te amo Enzo, nunca lo dudes —me dijo.

No le respondí, sino que me acomodé en él para seguir durmiendo. Más temprano le había pedido que se fuera, pero en realidad no sabía lo mucho que lo necesitaba conmigo, abrazándome.

De todas formas, a la mañana siguiente, cuando me despertó la alarma, Julián ya no estaba. Así que tal vez había sido solo un sueño.

Desde tu primera sonrisa - Julián y EnzoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora